Firmas

Una decisión de Trump que saldrá cara a EEUU

  • China contamina como nadie, pero trabaja para reducir sus emisiones
Protestas contra Trump por la salida del Acuerdo de París. Foto: Reuters.

Hace pocos días Ban Ki Moon, antiguo secretario de general de Naciones Unidas, lo decía: «Donald Trump se ha colocado en el lado equivocado de la historia». Hablaba, como no, de una de las decisiones más polémicas del actual residente de la Casa Blanca, la retirada del Acuerdo de París sobre cambio climático. Preso de sus promesas preelectorales, Trump ha decidido salir del macro acuerdo que vincula a 195 países, todos los del mundo con las únicas excepciones de Nicaragua y Siria. Nicaragua ni firma ni ratifica por considerar que el acuerdo es insuficiente y muy poco ambicioso. El porqué de la no firma o ratificación de Siria nos lo imaginamos todos, a la vista de las durísimas noticias que cada leemos sobre este país en guerra. El presidente ha alegado los intereses nacionales de EEUU como motivo de la salida. "Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París. No se puede poner a los trabajadores ante el riesgo de perder sus empleos" alega Trump. Pero el presidente se equivoca. Lo que realmente pone en riesgo muchos empleos y su alto grado de influencia a escala mundial es precisamente dar la espalda a lo que ya es una realidad. El mundo ya ha apostado hace años, mucho antes de que el llegara al poder, por el relevo progresivo de las energías fósiles por otras más limpias y ahora ya más competitivas. Por mucho que EEUU siga siendo el país más poderoso del mundo no puede revertir una tendencia global plenamente consolidada.

Más allá del componente medioambiental, en el que no voy a entrar en este artículo, salir del Acuerdo de París es muy mala idea. Las grandes empresas petroleras llevan años invirtiendo en nuevas tecnologías que les ayuden a diversificar su portfolio de productos. Alentadas por los bajos precios del petróleo y por la creciente presión social, la carrera por convertirse en un peso pesado de las energías renovables ya está en marcha. De acuerdo al gigante de la consultoría energética Wood Mackenzie, las petroleras ya están derivando una quinta parte de sus millonarios presupuestos de nuevas perforaciones hacia las nuevas tecnologías. Las estimaciones de crecimiento se estiman, según la misma firma, en un 11% anual para la energía fotovoltaica y en un 6% para la eólica durante las próximas décadas, porcentajes que contrastan con el decaimiento del sector petrolero. El margen de beneficio del petróleo baja ante una extracción cada vez más compleja y costosa y varios años de precios a la baja. Y mientras tanto las energías solar y eólica ganan en competitividad, por precio, por plazos de amortización y por sostenibilidad. Las renovables ya dan empleo a 9,8 millones de personas en todo el mundo según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), con lo que se constituyen un importante motor de crecimiento económico y de creación de empleo. Estamos, además, ante un sector que genera trabajos de mayor calidad, ya que contribuye a un reparto más equitativo del empleo (presencia femenina mucho más elevada que en fósiles) y que parte de recursos autóctonos, con lo que se estimula el empleo local. En conclusión, estamos asistiendo a un cambio de ciclo, en el que un tipo de energía prospera mientras otra languidece. La transición energética destruirá empleo en un área (petróleo) y lo generará en otra (gas natural y renovables). Así es el curso de la historia. Negar la evolución y el cambio no es luchar por los intereses de los desposeídos, es más bien dar la espalda a lo que sucede en el mundo. La estrategia del avestruz solo dejará a los más débiles en una situación cada vez más precaria.

Y llegamos a otro motivo por el que salir del Acuerdo de París tiene poco sentido. EEUU pierde de un plumazo su posición de liderazgo en una de las pocas áreas en las que había un consenso a nivel mundial, como es el relevo de energías. Norteamérica lleva décadas siendo pionera en lo técnico, en lo tecnológico, en lo económico, en lo empresarial, ¿en lo energético? En lo energético ya no. Le ha ganado la partida una China arrasadora, que consume energía frenéticamente pero que está haciendo los deberes en el camino hacia la eficiencia energética y en el desarrollo de renovables. Paradójicamente China es el nuevo icono de la lucha contra el cambio climático. Contamina como nadie, pero también trabaja a gran escala para reducir sus emisiones año a año. Su inteligente alianza con la Unión Europea huele a éxito. Dos de las tres mayores potencias del mundo se acercan mientras que la tercera, EEUU, se aleja de ambas.

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