Firmas

Es un periodo de normalización económica inestable

  • La firmeza de la Fed ya ha afectado a la política económica del BCE
  • Europa anda algo peor que EEUU, buscando soluciones donde no las hay

Paso a paso, tal vez con algún retraso o mostrando menor contundencia de la que debiera y de la anunciada, la Reserva Federal, con su presidenta Janet Yellen al frente, pone rumbo a las subidas de tipos tras acabar tiempo atrás con su programa de expansión cuantitativa. Es decir, se dirige a un periodo completamente distinto de la política monetaria que exige limpiar de excesos, largos y cuantiosos en demasía, el balance del banco central estadounidense. Es un periodo de normalización económica y financiera, pero que tendrá, como toda actuación de política, sus beneficios y sus costes.

Su firmeza afectará, sin duda a la del BCE, que con retraso y parsimonia ya ha dado un vuelco en esa misma dirección a la política monetaria, cerrando las bajadas de tipos y, aunque manteniendo los estímulos monetarios y el programa de compras de activos, fundamentalmente porque tiene que tranquilizar a los mercados y evitar que algunos de los peligros o fragilidades, todavía diversos y al acecho, tiren por tierra la recuperación económica europea, lo cierto es que el programa de compras que dirige Draghi es cada vez más suave y su ejecución menor a la cuantía planeada (se alude a su menor necesidad y uso).

Sin embargo, ninguna de las dos economías, Estados Unidos y la UE, parecen exentas de problemas, riesgos y dificultades, a pesar de que, de un tiempo a esta parte, las cifras parecen ir en buena dirección, con tasas de crecimiento, actividad y empleo al alza, así como mejoras de las expectativas en ambas zonas. Pero todo el mundo es consciente de las debilidades de ambas economías y no es extraño, ni tampoco inadecuado, que tras el largo periodo de crisis soportado, agentes, mercados, analistas, inversores, ahorradores o consumidores mostremos precauciones y, todavía, cierta desconfianza.

Sobre todo en Europa, donde aún padecemos la parte más inútil y dañina de ese programa de política monetaria tan expansivo que fundamentalmente ha servido para beneficiar a autoridades políticas (gastos, endeudamiento), permitiendo calmar, que no resolver, los problemas de deuda soberana (que por todo desenlace se propone los "eurobonos" y una agencia europea de compra de deuda pública; un auténtico disparate a la larga y un coste añadido sobre los ciudadanos), pero que no ha servido para poner en orden el sistema financiero de la eurozona y, todavía recientemente, de forma vergonzosa y vergonzante anda al rescate de entidades como el Monte dei Paschi en Italia o, tras años de errores, con salidas poco dignas y mal llevadas para otras, como la española BMN.

Por cierto, no es el caso, y nada que ver con el ya extinto Popular donde, a diferencia de los casos mencionados nada ha aportado el contribuyente: el Monte dei Paschi espera una inyección pública de, mínimo, 9.000 millones.

Con un presidente populista al frente, como lo es Donald Trump en Estados Unidos, la economía estadounidense no acaba de fijar un rumbo claro. El dólar debería estar al alza por diversas razones y circunstancias y, sin embargo, se mantiene en torno al 1,1 por cada euro desde hace dos años, e incluso en enero estaba más cerca de la paridad. No es que, como suele ocurrir, carezca de razón Trump en algunas cosas, como por ejemplo que el acuerdo con Cuba no ha servido para mover un ápice la postura del gobierno tirano que ocupa el poder de la isla desde hace 58 años (en sustitución de otro de la misma índole, por cierto). Pero en lugar de dedicarse a tomar algunas medidas que anunció en su programa económico, sobre inversión en servicios e infraestructuras y reducciones de impuestos, el batiburrillo de líos en los que se ha metido es caótico, ineficiente y peligroso, pudiéndole suponer un proceso de revocación que muchos esperan o ansían. Entre esos líos está, como uno de los más inocentes, el ininteligible e incoherente (al menos con el déficit y la deuda) Plan Presupuestario de Gasto. Con tales condiciones, no es de extrañar que la economía de EEUU esté de momento a la expectativa y con ciertas incertidumbres que no deberían permanecer.

Por su parte, Europa anda algo peor y, como he señalado buscando soluciones donde no existen. Antes de y durante la crisis se ha cedido todo a la política monetaria y eso no es posible, ni bueno. Dado que muchos gobiernos no han sido capaces de cumplir las exigencias de una moneda única y que las autoridades de la Unión no han sido capaces de requerirlas, pues siempre lo justificaron como situaciones excepcionales, las respuestas y decisiones planteadas tan solo supondrán meros parches, cierto aplazamiento de los problemas y retorno a nuevas dificultades en un futuro, que hoy por hoy todavía es excesivamente precario.

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