
El PSOE ha seguido la estela de los socialismos europeos de Francia y Reino Unido: elegir un líder representante del ala izquierda. Hamon en Francia y Corbyn en Inglaterra. En los tres casos, el galo, el británico y el hispano, el cemento que unió al partido es el rechazo al partido de centro-derecha de sus respectivos países y su tendencia hacia el radicalismo con tendencias populistas; y los tres, hasta ahora, han perdido las elecciones. Hamon las perdió cuando ganó el liberal-social Macron. Sánchez ha perdido dos elecciones seguidas. Corbyn aún no se las ha visto como líder del partido, pero las encuestas le dan una pérdida histórica en las próximas elecciones del 8 de junio.
Pero son los militantes los que han decidido la elección de ayer y las reglas de la democracia; el voto cuenta. Además, la votación ha sido nítida. Prácticamente la mitad de los votantes han confiado en el exsecretario General ahora reelegido. Suficiente como para dar legitimidad a las decisiones que tome. De todas ellas hay tres que son fundamentales. Una para dentro del partido y dos para la estabilidad española.
La referente al ámbito interior del partido es el enfoque del próximo Congreso de los socialistas. ¿Seguirá Sánchez hablando de unidad, integrará a representantes de las otras candidaturas en la nueva Ejecutiva Federal? No le queda otro remedio pero lo tiene complicado, aunque con Patxi es posible que sea más fácil. De hecho, el exlehendakari ha jugado a ello desde el principio. Como Patxi es diputado, Sánchez le puede ofrecer juego en el Congreso. De hecho el actual portavoz ya ha dimitido.
Por otra parte Susana Díaz sigue al frente del bastión más importante del Poder Socialista: Andalucía. Lo ha dicho la propia Susana en su discurso después de conocidos los resultados. Ha declarado que sabe que ella gana en esa comunidad autónoma y que sigue pensando en que su línea política es la acertada allí y apoyada por sus militantes. Sánchez no puede perder eso de vista.
La conclusión es que esa unidad, que no puede confundirse con uniformidad, no va a ser fácil. Pero Sánchez tampoco puede cometer el error de tener una Ejecutiva que le pueda desbancar otra vez y crear una segunda gestora.
En lo referente al exterior del partido las dos decisiones importantes son: a) la respuesta a la moción de censura presentada por Podemos con Iglesias de candidato; y b) la política respecto al referéndum propuesto por los independentistas catalanes. Sin olvidar que el grupo parlamentario socialista del Congreso de los Diputados es el segundo en número de escaños y por tanto importante.
En la primera decisión, la respuesta a la moción de censura de Podemos, hay un factor que debe tener en cuenta: la posibilidad de que Mariano Rajoy pueda disolver las Cortes si ve que puede perder esa moción de censura. Ante esa posibilidad, que enfrentaría su partido a una situación complicada, con unas elecciones en que sus fuerzas están divididas, Sánchez debería hacer reflexionar a Iglesias para que retire la moción. Si no lo consigue tendría que abstenerse y salvar a Rajoy, algo incongruente con el "no es no".
La segunda decisión importante para el exterior es frente al procès y el referéndum que pretenden los independentistas catalanes. ¿Apoyarán los socialistas al Gobierno Constitucional en ese envite? Si no lo hace el PSOE puede perder electorado fuera de Cataluña y, sobre todo, poner en vilo la estabilidad de España.
Ambas decisiones son trascendentales para la estabilidad del país y, entre otras cosas, supongo que repercutirá en la economía, por ejemplo en el Ibex 35, como veremos en la sesión de este mismo lunes. Ayer los inversores se fueron a la cama pensando en sus decisiones de hoy.
En resumen: independientemente de lo que ocurra dentro del PSOE, la situación parlamentaria va a ser aún más complicada que la que ha sido hasta ahora. De hecho, a quien seguro que más les ha preocupado la votación es a La Moncloa que, a partir de ahora, tiene que pensarse muy bien cómo relacionarse con el nuevo PSOE de Sánchez. Rajoy ha demostrado mucha cintura para lidiar en situaciones complejas. Sin embargo, ahora tiene que hacer una faena con un Pedro Sánchez que ya conoce sus técnicas. Complicado.