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Turquía: ¿Europea o asiática?

Foto: Archivo

Turquía tiene dos vocaciones como explica su historia y su territorio europeo y asiático. Doble alma representada en el sultanato y la república. Asentado el sultán en Istanbul, la Constantinopla del Bizancio romano, con su conquista en 1453 (fecha final de la Edad Media) inicia su vocación europea frenada en 1683 con su derrota en El Segundo Asedio de Viena. Desde entonces viró a Oriente Medio y el Norte de Africa; su alma musulmana. A principios del siglo XX la presencia territorial turca en Europa ya solo se limita a Istanbul y alrededores.

En la Primera Guerra Mundial, derrotado el Imperio Otomano y reducido a su actual territorio, Turquía, parece decantarse a Europa con la República de Ataturk y su laicismo. Avanzado el siglo, con su deseo de incorporarse a la Unión Europea su alma europea parece triunfar.

Pero Erdogan y su partido ¿musulmán moderado? descubren el alma asiática o, mejor dicho, de Oriente Medio y opta por ella. Entre el Bizancio greco-romano y la Anatolia musulmana profunda, elige esta última. Prefiere el Sultanato presidencialista a la República parlamentaria; la autocracia asiática a la democracia europea. Y lo ha conseguido, aunque los resultados del Referéndum hayan dejado una nación dividida casi a partes iguales.

Quizás a Europa le convenga más una Turquía asiática pacificadora de Oriente Medio, como le conviene una Rusia postsoviética capaz de manejar Asia central. El tema es cómo Europa articula una política exterior inteligente; capaz de tener ambos como amigos sin entrar en conflicto con ellos, ni apoyar directamente sus derivas autocráticas.

Son dos "marcas" (territorio de fronteras) con la misión de pacificar problemas que se originan más allá de sus territorios. Misión histórica que la Primera Guerra Mundial desbarató y misión que nos interesa a los europeos si nos convencemos de que la geopolítica tiene sus leyes. Leyes que la historia enseña y se vengan cuando las olvidamos.

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