
La entrevista que van a mantener los presidentes de EE.UU y China no está generando debates, animando tertulias o provocando comentarios en las redes sociales. Pero no se fíen de las apariencias: es mucho más importante de lo que parece. En primer lugar, vamos a tener una ocasión única de comprobar si Trump es un hombre pragmático, que sólo es lenguaraz de cara a la galería o si, por el contrario, su actitud ante las cámaras y los medios es la misma en una negociación de gran calado.
La cuestión no es baladí. Si vamos a tener enfrentamiento con China, mejor estar preparados. Personalmente creo en el pragmatismo de Donald Trump, básicamente porque es un empresario y un empresario no llega donde ha llegado él si no es capaz de llegar a acuerdos. Y porque le he visto en varias ocasiones utilizar la estrategia del palo y la zanahoria. Entra como un elefante en una cacharrería, asusta al de enfrente y así parte de una posición de fuerza en la negociación. Pero si con Xi no le sale luego el aspecto negociador y realista al acabar el show de fortaleza, o si Xi se lo toma mal, podríamos tener un problema y habría que pensar en adaptarse a un entorno nuevo y más difícil, ya que en un proceso de enfrentamiento entre Estados Unidos y China no habría ganadores. Todos saldríamos perdiendo. Bueno, todos no: subiría la cotización del oro, los bonos y probablemente también la del dólar y el franco suizo.
Pese a la confiada actitud del público y de los medios de comunicación, la situación es delicada. Porque hay motivos para el descontento. Sólo hay que ver la evolución del déficit comercial entre ambos países y las barreras que pone China a cualquiera que quiere competir en su territorio, o el poco respeto que muestran hacia protección de la propiedad intelectual y las patentes. De hecho, de aquellos barros vinieron estos lodos y ahora corren vientos proteccionistas en EEUU. La gran mayoría de los norteamericanos considera que sus socios comerciales no son tan abiertos como ellos.
Si la entrevista es un fracaso, estaríamos ante un elemento de cambio importante. Pero cuidado: es muy probable que haya desacuerdo de cara a la galería y acuerdos entre bambalinas. El presidente norteamericano no puede dejar ahora que Xi se vaya de rositas después de haber hecho de China su particular eje del mal en la campaña electoral. Pero lo importante no son la palabras, sino los hechos. Habrá que analizar las acciones que toman ambos gobiernos a partir del día 8 de abril.
Luego esta la cuestión de Corea del Norte. Hasta ahora el dictador norcoreano era más un personaje esperpéntico que una amenaza real. Pedía alimentos y dinero -sobre todo dinero - para mantener su régimen feudal y su patrimonio personal y, si no le daban lo que pedía, lanzaba un misil, asustaba a los japoneses y a los coreanos del sur, que rápidamente buscaban fórmulas para que organismos financieros internacionales pagaran el chantaje. Ahora Trump dice que el dictador se está pasando y que piensa hacer algo al respecto, con o sin permiso de China ¿farol? ¿palabras para el consumo interno? ¿o tal vez considera que cuanto más dure el régimen de Pyongyang, más difícil será aplicar la cirugía? Todo el mundo espera una solución negociada, por lo que, si no fuera así, si hubiera escalada militar, cogería por sorpresa a todos. No es, por lo tanto, un tema menor. Y menos tratándose de un país con armas nucleares aliado de China.
Según escribo, me sorprendo todavía más de la poca importancia que se le da a esta reunión y a sus posibles consecuencias comerciales, financieras y geopolíticas. No digo que vaya a salir mal. De hecho soy relativamente optimista. De entrada porque Trump ha invitado a su homólogo a su mansión de Florida y entiendo que pretenderá agasajarlo y no invitarle para amargarle la estancia. Y en estas cosas la actitud es importante. Pero la posición que tiene casi el cien por cien de los analistas de considerar la reunión un mero trámite entre políticos me parece un tanto irresponsable. El mundo no va a ser el mismo si estas dos personas, que al final son personas, con sus preferencias y sus fobias, conectan, o si por el contario se repelen. Si llegaran a acuerdos sería como si despejaran una amenazadora tormenta. Si chocan, estaríamos ante un escenario bastante más volátil que el que hemos tenido hasta la fecha.