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Estados Unidos, un gran problema económico mundial

Cuando se inicia el año 2017 es evidente que al enfrentarnos con la situación económica norteamericana, evidentemente, es preocupante. Por supuesto, su PIB general y por habitante es muy alto en comparaciones internacionales, pero su crecimiento es débil. En el año 2015, el PIB estadounidense había tenido un crecimiento del 2,4%, pero en 2016, éste aumento se quedó en el 1,8 pro ciento y, en el último trimestre de 2016, al pasar sus cifras a tasa anual, surge sólo el dato del 0,7%. ¿No es esto, por sí solo, un serio motivo de preocupación?

Por otro lado, la renta personal en Norteamérica, al analizar su distribución, muestra unas cifras dispares de las europeas. Basta observar sus índices de Gini, más altos, por ejemplo, que los españoles. O sea que en EEUU la disparidad de rentas, medida por su concentración, es mayor que la nuestra. Esta fuerte disparidad de ingresos, la señala Caixa Bank Research en el IM01, enero 2017, según la última estimación disponible a partir de OECD Income Distribution Database y es la de 2013. Para EEUU el índice de Gini (recordemos que 100 es toda la renta en una sola mano y 0, toda al mismo nivel por habitante) era de 38,9; el de España, de 34,5, en ese año de tremendos índices de paro; en el Reino Unido, de 34,1; en Alemania de 29,3. He ahí la raíz de búsqueda de mayores rentas salariales, gracias a que la oferta de mano de obra disminuiría cortando la llegada de inmigrantes y, así, aumentaría sus ingresos. A estas dos cuestiones, del desarrollo y concentración de ingresos, debe agregarse lo que sucede con las relaciones económicas con el exterior. El saldo de la balanza por cuenta corriente norteamericana, en los doce meses que concluían en el tercer trimestre de 2016, suponía tener un déficit de un 2,5% del PIB. Añadamos inmediatamente una cuarta cuestión deficitaria. La que tiene el presupuesto, respecto al PIB, también se sitúa en el 2,5%. Este saldo y el anterior se ligan a algo que recuerdo que me relató el profesor Manuel de Torres sobre una conversación que había tenido con Franco. Éste, recién terminada la Guerra Civil le había preguntado cómo poder financiar tras la contienda la reconstrucción. Torres le contestó que endeudándose España hasta "cualquier límite". Franco le replicó: "Pero las deudas, hay que devolverlas". Torres respondió: "Ese problema siempre es el que surge para el acreedor, no para el deudor". Según Torres, Franco repuso: "Así consigue endeudarse EEUU si lo necesita; no España, que no tiene dólares", y cortó la conversación. Pero esas deudas norteamericanas crean también, para ese país, inconvenientes que preocupan mucho. ¿No está, en eso, la raíz de la marcha atrás dada por Nixon al sacar al dólar de la unión con el oro que procedía de Bretton Woods?.

Todo esto se liga con un quinto problema que España, históricamente, conoce muy bien. Para cortar el déficit exterior, es posible poner en marcha medidas proteccionistas. Se trata de algo íntimamente vinculado a la historia de Norteamérica tras su independencia. El punto de apoyo lo encontraron los dirigentes de EEUU en Federico List, que hace exactamente 190 años editó la primera de sus obras científicamente importantes. Se titulaba Outlines of American Political Economy, obra preludio de su famosa aportación Sistema Nacional de Economía Política, por cierto de enorme influencia en nuestro país, para lo que es suficiente comprobarlo en las figuras de Cánovas del Castillo y que después pasaría a Cambó, y llegó a Gual Villalbí y Antonio Robert, sin olvidar al Fomento del Trabajo Nacional.

En EEUU esto originó la Guerra de Secesión, liquidada con el triunfo sobre el Sur librecambista del Norte seguidor, con Lincoln a la cabeza, de las tesis de List. El discurso de Trump el 20 de enero de 2017 tiene esta base.

Pero el déficit del sector público plantea otra cuestión muy diferente. EEUU a partir de las administraciones de Roosevelt y Truman, se había embarcado en un doble proyecto internacional. Por un lado, el de impulsar la expansión de un gran mercado mundial, muy abierto. Este gran objetivo exigía, necesariamente, vincular el Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT) con el orden financiero internacional provocado por el sistema creado tras la polémica Keynes-White en Bretton Woods, de carácter mundial y centrado en el dólar. Así, con el FMI y el Banco Mundial se acabó contribuyendo a un orden general que se hallaba en la participación norteamericana en el conflicto de la Guerra Fría, con el complemento de la Ayuda Marshall, y la institución derivada de ésta que fue la OECE, de la que derivó la OCDE. Todo estaba unido prácticamente con el Comité de Ayuda al Desarrollo. Si queremos conocer esos lazos, basta con consultar la excelente obra de Jaime Requeijo Economía mundial (Mc Graw Hill, 2011), que nos aclara como se marchaba hacia un programa del FMI que podía abarcar una serie de medidas encaminadas a reforzar el sector exterior.

Pero no todo acaba aquí. Es preciso unir a todo ello que EEUU se vio obligado, dentro del capítulo general de la Guerra Fría, a participar en las sangrientas contiendas de Corea y de Vietnam, sin olvidar para el triunfo en Europa, de la creación de la OTAN. Los españoles conocemos la amplitud de esa red, con toda claridad, desde 1953. Y desde luego ese conjunto de préstamos, de aperturas, de ejércitos, de bases militares, de medidas monetarias, sobre EEUU recayó, y desde luego hay que decir que era una suma de obligaciones que se ha de calificar como muy cara.

He señalado que los estudiosos de nuestra historia conocen algo muy parecido. Por ejemplo, de la mano de Carande, al estudiar el endeudamiento derivado de nuestra política imperial creaba desde Fernando el Católico a incluso Carlos III, con la cumbre del emperador Carlos V y de Felipe II, se ve que provocaba lo que hoy llamamos un déficit presupuestario enorme, y con él, para expresarnos con una frase de Carande, se observaba una huida de fondos por "los caminos del oro y de la plata" de las arcas de la economía del centro del imperio existente entonces. Y eso era exactamente lo que sucedía ahora a los EEUU y lo que puede obligar a cambiar la política internacional, como muestra esa solicitud de un replanteamiento del gasto público vinculado con la defensa de Europa.

Todo lo dicho conduce a los EEUU hacia una situación posible de autarquía y de creciente nacionalismo. Para empezar a entender su fruto es preciso tener muy presente aquello que escribió el gran economista Jacob Viner cuando califica esta tendencia hacia lo que parece otearse ahora en Washington, en su libro Comercio Internacional y Desarrollo Económico (Tecnos 1961): Ese camino conduce a "una amenaza muy grande a la división internacional del trabajo y perjudicará forzosamente a todos los países".

El problema económico norteamericano es, por tanto, mundial, y por ello mucho obliga a los europeos y naturalmente a los españoles a tener todo eso muy presente.

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