Firmas

Cláusulas suelo: fallo justo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea

El fallo del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) sobre la cláusula suelo no puede ser más lógico, pues dictamina "el restablecimiento de la situación en la que se encontraría el consumidor de no haber existido dicha cláusula". Si la cláusula es abusiva, no tiene sentido que lo sea a partir de una sentencia, sino desde que provocó efectos negativos para el cliente. El TJUE no entiende de paños calientes ni de males mayores, sino de justicia, y que cada palo aguante su vela.

Aquí, nuestro Supremo nos tiene acostumbrados a sentencias en las que templa gaitas y, en este caso, había cargado a determinados clientes perjudicados por la cláusula suelo con la responsabilidad de sostener de su particular bolsillo la estabilidad del sistema financiero.

Esta sentencia le va a costar a la banca más de 4.000 millones, aunque la mayoría de las entidades van a salir más o menos airosas del envite, bien por tener ya provisionada una parte del daño o por poderlo aguantar contra su cuenta de resultados. Como se esperaba, ha sido el Popular el que más cayó ayer en bolsa, por aquello de que a perro flaco todo son pulgas, aunque Caixabank, BBVA y otras entidades van a tener que soportar importantes quebrantos.

Uno de los principales efectos de esta sentencia es el mayor control de los riesgos legales por defectos contractuales en la banca. Las entidades tienen que pensar que cuánto más simples sean los contratos y más claras las condiciones menos posibilidades habrá de que se produzca un caso parecido. Es evidente que al margen de la mayor o menor oscuridad de la cláusula suelo, es asimétrica, puesto que conseguía el efecto de que el banco se beneficiara de las bajadas de tipo de interés, pero no el cliente, que en todo caso soportaría las subidas. Es decir, se trata de un contrato en el que el cliente siempre perdía y el banco siempre ganaba, alterando la característica esencial del tipo de interés variable que traslada el riesgo al cliente, tanto para bien como para mal. Que sea sólo para mal es en sí mismo un abuso.

A algunos banqueros les está costando asumir que si quieren obtener un determinado beneficio de una operación deben ser claros con su cliente para que éste pueda decidir, pero esta sentencia y las modificaciones normativas de los últimos años dejan patente que a la larga la transparencia y la equidad van a ser mejor negocio. Porque no puede haber beneficio para el banco si el cliente sale perjudicado y no se comprende en una empresa de servicios que pueda ganarse dinero prestando uno tan deficiente al cliente que, mal asesorado, firma un contrato del todo inconveniente. Muchos ejecutivos bancarios tienen que convencerse de que la mejor manera de proteger su cuenta de resultados es ser leales con los clientes al máximo. El buen cliente en el mercado es un bien escaso y la banca de usar y tirar al cliente es del siglo pasado y no puede traer más que disgustos en la actualidad.

Es cierto que la banca es un negocio difícil y que el consumidor enfrentado a un banco tiene todas las de ganar. La legislación le protege y los tribunales suelen considerarle la parte débil y ante la menor duda tenderán a darle la razón. Conscientes de esta realidad, la banca no tiene otro camino que decirle claramente a su cliente cuánto quiere ganar con cada operación en los términos que marca la legislación, pero yendo algo más allá y obviando al máximo la creatividad contractual, sobre todo aquella que vaya encaminada a cargar al cliente cantidades que en condiciones normales no espera tener que soportar o sorprendiendo su buena fe.

La banca además ha cometido un gran error al no autorregularse, evitando prácticas abusivas mediante acuerdos con las organizaciones de consumidores y el regulador, que sacaran del mercado determinadas formas de competir poco sanas. Esperar a que te regulen o te caiga una sentencia no es una forma moderna y actual de gestionar un negocio y en esto las organizaciones del sector deberían reflexionar sobre el papel que deben jugar en la definición de las buenas prácticas bancarias. Igual que llegan a acuerdos para compensación, intercambio de información, tarjetas, etc., pueden profundizar sobre las prácticas que se deben evitar para la mejor gestión del negocio y, sobre todo, la imagen del sector, cuyo deterioro es palmario. Una vez más nos tenemos que felicitar de estar en Europa. Estamos demasiado acostumbrados a los paños calientes y a que sea el ciudadano el que pague todos los platos rotos, pero hay otra forma de hacer justicia afortunadamente. Puede que el TJUE no sea perfecto, pero en este caso ha dado una lección de sentido común a nuestro Supremo, que había establecido una irretroactividad fuera de toda lógica y defendiendo unos intereses a cuyo servicio no le corresponde estar.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky