
España, después de un amplio y extenso proceso de inversión extranjera directa en América Latina, puede decirse que cuenta con empresas multinacionales de primer nivel, que han transformado el panorama de los mercados latinoamericanos, viéndose estos altamente modificados en su estructura, beneficiándose en cuanto a la incorporación de nuevos servicios, productos, tecnologías y técnicas de gestión.
En este escenario, los grandes bancos españoles, junto con las más destacadas empresas de telecomunicaciones, electricidad, gas, petróleo, construcción y seguros, se convirtieron en actores centrales, mejorando y modernizando ampliamente estos sectores, con efectos directos sobre un mayor nivel de competencia y perfeccionamiento de los mercados.
La región ha sido, y continúa siendo, el mercado más natural, más rentable y con mayores perspectivas para los bancos y las empresas españolas, mientras que para América Latina, la inversión extranjera directa (IED) española sigue siendo muy importante a pesar de sus fluctuaciones y cambios estratégicos, especialmente porque es fiable, competitiva y como lo ha demostrado, con un alto nivel de compromiso. En cuanto a las preocupaciones, estas se han desplazado a Brasil, país que cuenta con la mayor cantidad de inversión española. Actualmente, con la victoria de Donald Trump, las inversiones se han movido hacia México, donde se encuentra la mayor cantidad de empresas españolas, unas 5.000. Colombia y Perú encabezan la lista de destinos españoles preferidos en la región. Ambas economías, tras importantes esfuerzos que continúan llevando a cabo, han conseguido fortalecer la seguridad jurídica dentro de sus fronteras, cosa que, juntamente con un logrado equilibrio macroeconómico, ha creado un clima propicio que incentiva la llegada de inversiones y un buen ambiente para los negocios, como así lo atestigua el informe del Banco Mundial: Más allá de la eficiencia 2015 (Doing Business 2015). Ahora bien, desde el liderazgo, conocimientos y experiencias que bancos y empresas españolas acumulan en América Latina, en cierta manera, podrían estar desaprovechando su oportunidad como mayor inversor europeo y segundo mundial, solo por detrás de EEUU. Como muestra, tienen ante sí la apertura que comienza a deslumbrarse en Cuba, una vez que se abrió un nuevo capítulo de relaciones con los EEUU (aunque ahora permanece a la espera de las decisiones de Trump). Por lo cual, España debe no solo liderar las inversiones, sino también, recuperar las fuertes relaciones económicas y comerciales que históricamente se han tenido con la Isla.
Desde una perspectiva más amplia y más intensa y a pesar de la crisis o más bien, precisamente por la misma crisis, España, debe emprender una "reformulación" ambiciosa de las relaciones económicas y comerciales iberoamericanas, dotándolas de una nueva dimensión. El cambio económico, que está definiendo la nueva geografía económica mundial, exige a las firmas españolas participar activamente. Y es que, exceptuando el poder militar, las empresas son determinantes en cuanto a la influencia, peso y poder de los países en la escena internacional.
En cuanto a la reformulación de las relaciones esta debe aprovechar la combinación de oportunidades que ofrece el gran "mercado natural latinoamericano" que se constituye como un importante recurso "geoeconómico" de España en la UE y en el mundo. Además, la intensa y afectiva relación con América Latina es perfectamente compatible con la afinidad con EEUU, en la medida que las posiciones de las empresas españolas resultan complementarias y no contrapuestas. Todos estos aspectos requieren tener una estrategia precisa hacia la región en su conjunto. Pero al mismo tiempo, hacia cada país según sus necesidades, peculiaridades e intereses. China lo ha sabido articular por medio de su estrategia inversora en infraestructuras, que le ha facilitado y allanado su presencia e influencia, lo cual no es perjudicial para las empresas españolas, pues proporcionan mayores elementos de competitividad. Seguramente, estas y otras temáticas de cooperación en los diversos ámbitos, serán objeto del nuevo secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Fernando García Casas, que desde su amplia experiencia, saber y entender, emprenderá la reformulación de las relaciones iberoamericanas, de cuyo éxito todos nos beneficiaremos.