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Reglas para sobrevivir al populismo en la UE

Los Gobiernos se hunden. Políticos de extrema derecha o izquierda, con poca experiencia en el cargo, son arrastrados hacia el poder. Caen los mercados, las monedas se desbaratan y tiemblan los bancos. Cada vez conocemos mejor el guion del levantamiento populista. Después del Brexit, de Trump y ahora del desplome del primer ministro italiano Matteo Renzi, los inversores se preparan con comprensible inquietud para una agenda repleta de elecciones europeas en 2017. No cabe duda de que muchas más élites arrogantes y desconectadas serán desalojadas.

Los aficionados a la política pueden anticipar sin duda un año vintage en Europa. Holanda celebrará elecciones en marzo y el Partido de la Libertad populista obtiene cada vez más apoyos. Francia tendrá elecciones presidenciales en mayo y el Frente Nacional anti UE podría salir bien parado.

Alemania votará en otoño y hasta la indestructible Angela Merkel está bajo presión frente al nuevo Alternativa por Alemania. Si sobrevive, podría renquear de vuelta al poder. Parece inevitable una votación en Italia en los doce meses siguientes y la británica Theresa May podría tener que convocar comicios cuando arranque el proceso de salida de la UE. No habrá una semana en la que los mercados no se encuentren en un estado de casi pánico electoral en uno u otro lugar.

Lo que ya hemos aprendido es que el electorado está de muy mal humor. Cuando las elecciones se limitaban prácticamente a desbancar al tecnócrata trajeado de centro izquierda por el tecnócrata trajeado de centro derecha, o viceversa, no importaba mucho. Cuando amenazan con empoderar a radicales que quieren destrozar el euro, cerrar la UE o declarar guerras comerciales, son más significativas.

Consejos para los inversores

¿Cómo deberían actuar los inversores en medio de tanto caos? He aquí cinco reglas.

Primero, no se crea las encuestas. Si quiere saber qué es probable que ocurra, cómprese un par de dados y tírelos. Las encuestas son tan útiles como una pegatina de Vote a Hillary en el parachoques. Se equivocaron con el Brexit y no anticiparon la elección de Donald Trump. Solo acertaron con Italia porque el veredicto era aplastante.

Las últimas encuestas del 18 de noviembre apuntaban a un 53% del no y 47% del sí. En realidad la diferencia fue de 60/40. Si se hubiera acercado lo más mínimo, se habrían ido al traste como en casi cualquier otra elección de 2016. ¿La conclusión? Ignórelas. Por razones que nadie ha descubierto aún, las encuestas de opinión no dicen nada. Si quiere adelantarse a los hechos, confíe en sus instintos o hable con una persona cualquiera.

Segundo, la UE siempre pierde. No llegó a pasar en Austria, donde el candidato de extrema derecha no asumió la Presidencia pero un consejo práctico es averiguar quién es el candidato de Bruselas en cualquier elección y dar por hecho que será derrotado. A veces cuesta, sobre todo porque los asesores políticos también lo saben y afinan la retórica en consecuencia (las elecciones presidenciales de Francia, por ejemplo, podrían acabar siendo un concurso de quién es el más cabreado con la UE). Aun así, podría ser la mejor indicación del resultado final.

Tercero, los mercados rebotan. Antes de cualquier elección, habrá advertencias de cataclismos sobre el hundimiento de acciones y monedas si el supuesto "populista" se alza con la victoria. Sucedió en el Reino Unido, en Estados Unidos y después en Italia. Siempre hay una liquidación, ya sea antes del voto o poco después. ¿Y luego qué ocurre? Los mercados se recuperan con una rapidez asombrosa. Sucederá de nuevo en Holanda, Francia y Alemania. El dinero inteligente empezará a darse cuenta y entrará mientras los precios bajen.

Cuarto, el BCE siempre actúa. En el periodo previo a cualquier elección donde haya atisbos de posible Gobierno populista, habrá una especulación febril en el mercado de bonos: el BCE retirará el apoyo, los bancos se hundirán, según los tratados no puede comprar más? No haga ni caso. Lo que digan los tratados que rigen el euro no ha importado ahora ni nunca. En una crisis, el BCE encontrará la manera de eludir las reglas y apoyar cualquier mercado de bonos seriamente amenazado de huida turbulenta. Y que no le pille en el lado malo de una operación con el segundo banco central más poderoso del mundo.

Quinto, nunca es tan feo como lo pintan. En cualquier elección, la retórica se eleva al máximo. El Brexit provocaría el colapso de la economía británica; Trump se enzarzaría en una guerra comercial de inmediato; los cajeros italianos dejarían de funcionar en cuanto Renzi perdiera... Nada de eso ha pasado. Las cosas han seguido casi como antes y seguirán haciéndolo gane quien gane en cualquiera de los próximos comicios. Como escribía George Orwell en Granja animal, hasta los radicales más temperamentales se transforman enseguida en el sistema nada más acceder al poder. Lo mismo puede decirse de la cosecha actual de activistas contra las élites.

El año que viene será turbulento para los mercados europeos; de eso no cabe duda. Una generación entera de líderes políticos podría ser dejada de lado y habrá oscilaciones salvajes en el estado de ánimo, pero si tiene en cuenta esas cinco reglas, su cartera sobrevivirá, aunque solo sea eso.

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