Firmas

Análisis (y temores) de un mundo cambiante

  • La economía global tiende al proteccionismo ya desde el 2009-2014

Cuán simple, útil y efectivo resulta, utilizar un pelele al que achacar los males y problemas que nos aquejan! Es un artificio muy populista, empleado por izquierdas y derechas. Mucho lo ha esgrimido el presidente electo de EEUU, Donald Trump, pero es uso común y amplio entre sus opuestos, quienes personifican en Trump la razón o causa de todas las dificultades o desequilibrios económicos.

No seré yo quien defienda a un líder populista, ni el populismo, venga del lado político que venga; pero lo que Trump tenía enfrente tampoco estaba, ni está, exento del mismo mal, demagogia, intento de división de la sociedad o desprecio por las personas, aunque Trump lo exprese de forma zafia, deplorable e indigna (xenofobia, clasismo o sexismo) mientras que muchos de sus antagonistas lo hagan con falsa sonrisa, elegante desprecio o mucha hipocresía.

Un menosprecio por las personas, pero también por las instituciones: lo peor de todo, lo que hace años el pueblo americano (en su sentido constitucional) no hubiese aceptado en modo alguno y castigado en las urnas, es el desprecio, la sombra de duda o sospecha levantada en campaña por Trump sobre el sistema (amaño electoral) y su amenaza de no respetar los resultados si no salían como quería o pensaba. Pero eso mismo es lo que, desde su atalaya de impartición de moral y ética, ejecutan quienes se manifiestan, además con violencia, contra los resultados electorales.

De momento y en términos económicos, Trump, que ni siquiera está en funciones, tan sólo afecta mediante las expectativas, todavía frágiles o superficiales, que puedan generar o proporcionar tanto sus discursos de campaña como sus declaraciones sobre intenciones o medidas inmediatas, si bien con matices significativos y una clara rebaja respecto de sus planteamientos electorales. Y, dado que tales discursos y manifestaciones no constituyen un programa claro, definido, congruente, completo y decidido, lo que hacen es añadir incertidumbre a la mucha existente, pero no son origen o causa de los problemas económicos actualmente existentes.

Por ejemplo, los tipos de interés muestran, desde hace tiempo, tensiones al alza de las que Trump no es responsable, si bien su política puede acentuarlas... o no. Trump no puede echar a Janet Yellen hasta que cumpla su mandato en 2018.

La auténtica independencia de las instituciones, los equilibrios de poder establecidos y la vigilancia que entre ellas se hacen en EEUU (checks and balances) son una garantía añadida frente al daño que cualquier líder pueda hacer, aunque, es verdad, nada está exento de empeorar con algo de tiempo. Pero, tanto por sus críticas a la actual política de la Fed y a su presidenta, que inducen a pensar en futuras alzas de tipos, como por sus planes de más gasto con rebajas de impuestos y previsible incremento de la deuda pública (ahora ya en el 105% del PIB), que forzaría a mantener los tipos bajos para facilitar la financiación gubernamental, Trump no permite un pronóstico definitivo sobre los futuros movimientos de los tipos de interés.

Eso significa que puede estar introduciendo algo más de incertidumbre y confusión a las ya existentes, en dosis elevadas, en la economía mundial; lo que no es bueno. Pero, sobre todo, significa que los movimientos en las variables económicas, también comercio mundial, crecimiento, etc., están determinadas antes de que Trump hiciese su aparición en escena: en el caso de los bajos tipos de interés, hace tiempo que ya muestran problemas de fatiga, no dan más de sí y causan más problemas que beneficios a corto plazo (ya saben que, a medio o largo plazo, nos pasarán factura).

En comercio mundial, apertura y liberalización, se presenta a Trump como su aniquilador, cuando la realidad es que, como ya aconteciera en el pasado, en respuesta a la crisis muchos países han ejecutado políticas proteccionistas y barreras comerciales, especialmente no arancelarias.

En algunos casos de forma suave, sutil o progresiva: muchos han sido los impedimentos y las barreras burocráticas levantadas por Europa, no ya para retrasar, sino impedir, la firma del TTIP; pero el ejemplo más crudo se presentó con el veto o bloqueo de Valonia al acuerdo del tratado de libre comercio con Canadá. Es decir, pese a las múltiples declaraciones (de nuevo la simulación) en favor del libre comercio, si alguien celebra la actitud e intenciones proteccionistas de Trump, esa es Europa. Y lo mismo podemos encontrar en algunas economías asiáticas o latinoamericanas.

El mundo ha tendido a un ligero proteccionismo: entre 2009 y 2014, el número de normas y medidas en favor del proteccionismo o las barreras comerciales en el G-20 fueron más numerosas que el de número de normas y medidas en favor del libre comercio. Eso se ha agudizado entre 2015 y 2016, alcanzando una proporción de 3 a 1. Lo que ayuda a explicar por qué el comercio mundial está experimentando tasas de crecimiento exiguas y por debajo de las expectativas de la OMC: en 2016 un 1,7% en lugar del 2,8% previsto y en 2017 se habla de un 1,8%, cuando las previsiones anteriores eran del 3,6%.

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