
España lleva un año de bloqueo, sin la adopción de medidas necesarias para adaptar el mercado de trabajo a las nuevas exigencias de la actividad económica y, además, la ausencia de orientación política, que debería plasmarse en un nuevo plan de reformas, está provocando una parálisis que afecta gravemente a empresas y trabajadores. La primera víctima de la irresponsabilidad política es el empleo.
Los españoles en general, y los empresarios en particular, hemos protagonizado la mayor reconversión económica que se conoce en este país en los últimos 50 años. Los ciudadanos hemos soportado con dignidad las dos crisis más duras de nuestra reciente historia: la que se produjo en 2008 al estallar la burbuja financiera, y con ella el fin de un modelo basado en lo fácil y barato, y la que llegó en 2011-2012 con el ajuste público más duro de la democracia. A partir de ese momento dimos un ejemplo al mundo de cómo se resuelven los problemas. Primero, con empresarios que con la maleta en una mano y su producto en la otra se recorrieron cada aeropuerto para internacionalizar la economía e incrementar las exportaciones. Segundo, ganando internamente la competitividad perdida con la ayuda de los acuerdos responsables firmados con los principales sindicatos.
El sector exterior nos ayudó a crear empleo en España, arrancó de nuevo el motor de nuestra economía, mejorando también el consumo interno y generando mayores ingresos públicos con los impuestos procedentes de esa mayor actividad. Estábamos entrando en el círculo virtuoso hasta que el bloqueo político y la consiguiente sucesión electoral han supuesto un contundente frenazo en las expectativas.
La incertidumbre nos está empezando a pasar factura y se percibe así en tres pilares básicos de la economía española. Por un lado, el índice de confianza del consumidor ha descendido 15 puntos en el último año, con las consecuencias de expectativas de demanda que este dato anticipa. Por otro, se calcula que la inversión extranjera en nuestro país se ha reducido en 6.800 millones de euros en lo que va de año (una caída del 30%). Y, en tercer lugar, la creación de empleo se ha desacelerado mucho más de lo que puede parecer. Baste citar un dato revelador: en julio de 2015, el mercado de trabajo temporal crecía en España a un ritmo del 24% interanual, mientras que en julio de este año el incremento ha sido sólo de un 0,4.
Se agota así la inercia que nos han traído los vientos de cola que facilitaron el despegue de la economía española. Factores como el tirón del turismo (que volverá a ser récord), los bajos tipos de interés, la depreciación del euro o la caída del crudo no pueden maquillar la realidad tal y como se nos presenta.
Es una pena que nos conformemos con una creación de empleo en el último año de 370.000 personas cuando deberíamos tener como objetivo nacional que fuesen muchos más de 500.000. Tenemos los mimbres necesarios para impulsar un crecimiento sostenible y aprovecharnos de un convulso contexto internacional, pero estamos demasiado entretenidos con el reality en el que se ha convertido la escena política de nuestro país. Es preocupante que nuestros políticos, incapaces de garantizar la gobernabilidad y más preocupados de su propio futuro que del propio de los españoles, no tomen medidas urgentes ante la ralentización y desequilibrios acumulados. Algunos dicen que es puro tacticismo. Pero no; en realidad es una irresponsabilidad mayúscula con nombres y apellidos que nos está costando muchos miles de millones de euros y, lo que es peor, la pérdida de oportunidades laborales para personas, también con nombres y apellidos, que lo necesitan más que nunca.
Si algo buscan los empresarios que pretenden generar riqueza es seguridad jurídica en un marco normativo poco intrusivo. Unas características que, por desgracia, se están poniendo en tela de juicio durante los últimos meses. De hecho, las recetas sin contenido concreto que algunos partidos propugnan, defendiendo por ejemplo alteraciones en nuestro marco laboral o fiscal sin explicar cuál sería su modelo, no hacen sino generar más desconfianza y parálisis.
Es más, el paso del tiempo sin adoptar medidas eficaces va a comprometer seriamente las perspectivas de crecimiento del empleo para 2017. En Grupo Norte sabemos que el mercado laboral de las ETT anticipa el mercado dentro de seis meses y los datos confirman que nos esperan de nuevo meses duros en términos de empleo. El año 2017, por lo tanto, ya no será irremediablemente lo que merecíamos como ejemplo de sociedad valiente que ha hecho los deberes.
Hemos conseguido mucho en estos últimos años y merecemos políticos a la altura de una sociedad moderna, sensata y que vota con responsabilidad democrática. Lo único que se les exige a nuestros políticos es que dejen de mirarse al ombligo y hagan, o al menos dejen hacer, lo que necesitamos como país. De lo contrario, deben saber que la sociedad española en su conjunto les señalará por sus nombres y apellidos como los culpables de una situación de la que ellos son los únicos responsables.