Firmas

Un año completo sin legislar

La relativa fractura del bipartidismo anticipó la necesidad de pactos, como sucede en muchos países. Algo deseado por muchos, hartos de la parálisis en la erradicación de las causas de algunos grandes problemas, que no son solo las que originaron la recesión de 2008. El elevado paro durante décadas (aún creciendo intensamente), sin parangón en países desarrollados, es el efecto, no la causa, de profundos males de nuestra economía, entre ellos la escasa productividad, la progresiva desindustrialización y la corrupción.

Con la aritmética parlamentaria, ninguno de los partidos principales, aun aliándose con el más afín, puede gobernar en mayoría. Antes de ir al nudo, conviene resaltar que las dos campañas electorales han sido de perfil bajo para lo que iba a ser el fin del largo ciclo bipartidista. Demasiadas promesas descabelladas, sin explicar de dónde saldría el dinero. El actual gobierno ha resaltado, claro, el alto crecimiento del PIB de los últimos dos años y medio, en parte ayudado por los célebres "vientos de cola". Pero apenas han tenido lugar debates de ideas y proyectos de futuro, más allá de una legislatura. Casi nada se habló de potenciar un modelo productivo no tan dependiente de la coyuntura, el impacto de la digitalización en sectores clave del PIB, la bajísima tasa de fecundidad, etc.

Llevamos un año sin legislar y de nada han servido ni el anterior pacto PSOE-Ciudadanos ni el último, similar y de mínimos (no de gobierno) PP-Ciudadanos, que contenía medidas (gran parte no demasiado específicas) en el ámbito tributario (más control de Sicav, Sociedades, reducción del IRPF si se cumple el déficit); social (complemento a salarios bajos) y de anticorrupción (futura ley "integral"). Era previsible; aun así, es un error centrarse en resaltar balances positivos, obviando una explicación razonada de las consecuencias de los sucesivos incumplimientos presupuestarios, mientras se prometen bajadas de impuestos. Contradicciones que el resto de partidos resaltarían conforme salen los datos de coyuntura.

Desgraciadamente, lo más noticiable vuelven a ser los tacticismos de unos partidos profundamente endogámicos, cuyo valor fundamental es la lealtad al candidato de cara ya a unas odiadas (ver encuestas) terceras elecciones. La indignación de la población está más que justificada. Son varios años de sacrificios que han permitido salir del atolladero del comienzo de la legislatura y corregir fuertes desequilibrios, pero con una hucha de pensiones ya casi agotada, o un endeudamiento público récord, incluso creciendo más del 3 por ciento. De nuevo prima, en los principales partidos, el cortoplacismo. Impedir que siga el actual gobierno, sin exponer, seguramente porque carecen de ellas, estrategias de crecimiento para el medio-largo plazo. Medidas para evitar la excesiva concentración de empleos en sectores poco productivos; o para enfrentarse a un futuro con menos empleos tradicionales por la incorporación de tecnología digital (automóvil, entre otros). Prepararse para cuando otros destinos turísticos cesen de sufrir conflictos o acabe la ayuda del BCE y los reducidísimos intereses. Hay más, incluidos riesgos geopolíticos.

Suele decirse que la falta de gobierno no está afectando al alto crecimiento del PIB (llevamos 3 trimestres creciendo un 0,8 por ciento). Se olvida que, además del componente inercial, se están aplazando medidas fiscales restrictivas para cumplir objetivos de déficit. Y los últimos indicadores muestran ya un claro debilitamiento de la actividad que restará décimas de PIB: caídas de ingresos fiscales; del crédito al consumo; de afiliaciones a la Seguridad Social; estancamiento del Índice de Producción Industrial.

Más allá de lo coyuntural, es preocupante la falta propuestas originales (con la visibilidad que daría el Congreso) para erradicar esas causas profundas de los problemas, que, como se ha dicho, no son solo las que originaron la recesión. Los vientos de cola (petróleo, tipos de interés, depreciación del euro, tensiones en mercados turísticos?) se agotarán. Es esencial potenciar la innovación, el capital humano, el uso productivo de las tecnologías digitales?No solo crecen con el paso del tiempo; por mucho que les pese a los más liberales, hay que incentivarlos, pues son imprescindibles para garantizar un crecimiento sostenible a largo plazo, no solo para una legislatura. Las dificultades para formar gobiernos, me atrevo a decir que son menos graves si luego no hacen frente a esos retos. Es un problema coyuntural. Urgente, sí, pero evitable en el inmediato futuro, en el que se modificarán aspectos de la Constitución. Por ejemplo, con segundas vueltas, u otras vías utilizadas en varios países.

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