Que Cristóbal Montoro no acudiera a la presentación de esa España amenazada que nos describe Luis de Guindos en su libro era algo con lo que contaban de antemano el propio titular de Economía y también en La Moncloa. "El ministro de Hacienda no suele acudir a este tipo de actos", me cuentan que alegaron sus allegados para justificar la ausencia.
Pero con lo que no contaban ni el uno ni los otros era el plantón que dieron al presidente del Gobierno y a su ministro de Economía la práctica totalidad de las grandes empresas del Ibex 35. Sólo el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, hizo acto de presencia en la Fundación Rafael de Pino. Claro que en su caso era obligado, porque Bankia sigue nacionalizada y 'Goiri' le debe el cargo a De Guindos. Pero del resto, nadie. Ni los bancos ni los números uno de nuestras multinacionales, ni tampoco nadie relevante de la CEOE.
Hay partido de Champions, argumentaba alguno de los presentes. Sí, pero no era esa la razón, que buena prisa se dieron los organizadores para que el acto no se retrasara y terminara con más de un hora de adelanto sobre el inicio del show del Bernabéu. Que hasta Rajoy leyó más rápido que nunca su discurso -Guindos no, que es del Atleti- para terminar con un revelador "y ahora vámonos al fútbol".
Los motivos reales de tan estentórea espantada parecen apuntar a una creciente desafección de nuestros grandes empresarios hacia Rajoy y sus políticas. Si ya la reforma del sistema financiero hizo rechinar los dientes a más de un banquero y la política energética de Soria, no enmendada ahora por De Guindos, ha levantado ampollas en las eléctricas, ahora los cambios anunciados en el Impuesto de Sociedades para calmar a Bruselas a costa de la tesorería de las empresas ha sido la gota que ha hecho rebosar el vaso y dar la espalda.
¿Están las empresas del Ibex 35 en la operación recambio para forzar a Rajoy a dar el paso a un lado y facilitar el acuerdo de Gobierno?, pregunté ingenuamente al 'número dos' de una de nuestras multinacionales, del que sólo recibí la callada por respuesta y un cordial 'hasta la vista'. Hasta ahí puedo contar...
