
Si partimos de la base de que la economía británica está bastante mejor actualmente que la de la mayoría de sus todavía socios comunitarios, la medida tomada ayer por el Banco de Inglaterra adelanta las malas perspectivas tanto para el segundo semestre como para el próximo año. Reino Unido actúa con firmeza con medidas monetarias muy expansivas que hasta ahora no había tenido necesidad de aplicar desde los momentos más duros de la crisis, hace ya 7 años.
A pesar, como decimos, del hasta ahora razonable desempeño económico, sin casi desempleo y con un crecimiento superior al 2%, los puntos débiles son una fuerte deuda externa y una balanza comercial muy desequilibrada, con tasas próximas al 6% del PIB. Esta fuerte dependencia de las importaciones, imprescindibles tradicionalmente para su economía, provoca que no se pueda sostener el crecimiento sin adquirirlas a coste razonable, razón por la que una libra excesivamente debilitada no es una opción que pueda considerarse óptima, por más que tendería a mitigar el déficit comercial.
En este contexto, parece haberse preferido concentrar las principales medidas a que fueran goteando poco a poco, lo que podía haber afectado a la cotización de la libra de forma paulatina, induciendo expectativas de bajadas sucesivas y generando desconfianza.
Sentado que el desplome de la libra no les interesa, aunque obviamente tampoco una excesiva fortaleza, deben tener cuidado de mantener un cierto flujo de capitales y evitar la huida de los mismos. A todos estos propósitos sirve tomar las principales medidas de una vez, ya que veremos como la situación en poco tiempo vuelve a estabilizarse sin, previsiblemente, mayores turbulencias.
Es obvio que la bajada de tipos podría ser un nuevo varapalo para la banca británica al recortar en principio sus márgenes, aunque, por otras parte, las medidas de financiación por hasta 100.000 millones de libras que se han implementado les otorga dinero a buen precio del que podrán sacar una buena tajada si lo dirigen a financiación al consumo y a pequeños negocios, segmentos en los que el propio BoE reconoce que no se pueden producir recortes en los tipos de interés. Con esa estrategia intenta no afectar a las débiles cuentas del sector financiero sobre el que están puestas muchas miradas con la incertidumbre de saber cómo les va a afectar finalmente el Brexit.
Es obvio que el Brexit, que aún no ha comenzado formalmente, ha variado las perspectivas económicas en Gran Bretaña y en el resto del continente y no vamos a volver a incidir sobre lo inoportuno del Referéndum y sus indeseables consecuencias. Lo que no genera dudas es sobre la capacidad de manejar la situación que van a tener las autoridades de las islas que me temo será superior a la que demuestre la UE, aunque no sea más que por la rapidez de las respuestas a los problemas que en Bruselas requieren múltiples negociaciones para superar los muchos desacuerdos que, con toda seguridad, se van a generar.
A España, particularmente, le interesa que la libra no se desplome y que no haya mayores turbulencias financieras, tanto porque recibimos inversiones desde Reino Unido como porque nuestra balanza comercial es positiva. Así las cosas, estas medidas monetarias tal como se han tomado nos benefician más que nos perjudican pues clarifican las expectativas y van a suponer una mayor estabilidad cambiaria a medio plazo que un escenario más titubeante.
Es evidente que el BoE no va a poder evitar que tanto en el segundo semestre como durante todo el próximo año la economía británica muestre síntomas de estancamiento, pero quizás aleje los temores de recesión que estaban paralizando las inversiones. Sin embargo, otro gran problema va a estar en la política fiscal, pues con las perspectivas de bajo crecimiento el déficit puede galopar por encima de los previsto. El escenario pues es una política monetaria hiperexpansiva con una política fiscal que deberá ser contractiva, en ese difícil equilibrio que dé como resultado la estabilidad de precios, de tipo de cambio y mantenga el crecimiento.
No parece previsible que la política monetaria tenga tanto poder, pero es muy acertado haberla invocado ahora y no más adelante. Por tanto, medida acertada del BoE, pero no va a ser suficiente y no va a poder ir acompañada de una política fiscal acorde con la monetaria.
Al final, sean cuales sean las medidas coyunturales actuales, creo que Brexit no será del todo Brexit y aunque formalmente Reino Unido quede fuera de la UE, se llegará a algún tipo de acuerdo mediante el cual se limiten los daños comerciales y financieros, demasiado grandes para ambas partes, como se empieza a vislumbrar.