Firmas

Un mal negocio para España

Parece últimamente que los populismos y los nacionalismos infantiles se extienden por todos los rincones del planeta.

El Brexit, el referéndum convocado para el próximo jueves en Reino Unido, no es más que otra demostración de la demagogia barata que asola el panorama político global. Cameron cedió ante las demandas del partido UKIP, capitaneado por Nigel Farage, esa cesión es la que ya ha provocado o ha inducido a que contemos hoy con una víctima, la de la diputada británica Jo Cox. Una vez más vemos como los populismos y nacionalismos siempre acarrean odio.

Si no tenemos bastante con una situación económica preocupante por la falta de actividad, encima los políticos populistas y los que ceden a sus demandas incrementan el riesgo con decisiones como ésta, desatando tormentas económicas y financieras. Véase el comportamiento de las bolsas a nivel mundial. Este referéndum que no se debía haber convocado estará marcado por un voto irracional, se basará en sentimientos y no en razones. Huirán el UKIP y los defensores de la salida de Reino Unido de los datos. Para ellos, que son tan solo demagogos, todos los estudios y estimaciones, los cuales ha venido recogiendo este diario, demuestran que Reino Unido y su salida de Europa les llevaría a: caída de la libra, aumento del desempleo, inflación, fuerte incremento de la incertidumbre sobre los activos financieros británicos, fuga de capitales, pérdida de empresas especialmente financieras y bancarias, y pérdida de liderazgo.

Las consecuencias enumeradas no son exageradas; el dato que lo demuestra es que el 44 por ciento de la balanza comercial inglesa es con la Unión Europea.

Para España la posibilidad de salida de Reino Unido de la UE sería una noticia nefasta. Inglaterra es el cuarto país en cuanto a importancia comercial para España: son 55.000 millones de intercambios comerciales entre ambos. No solo es la cuarta, sino que además tenemos un pequeño superávit de prácticamente el 1,5 por ciento. Esa relación económica se reparte a partes iguales entre bienes y servicios. Si hablamos de perdedores el sector turístico encabezaría el ranking. De acuerdo con los últimos datos estadísticos de visitantes, alrededor de 15 millones de británicos visitan nuestra tierra; y residen de forma flotante o permanente una enorme cantidad, todos ellos muy ligados a la cotización de la libra y los acuerdos en materia de Seguridad Social. Por tanto, dos sectores se verían dañados: turismo y construcción.

El turismo es precisamente el sector que en estos momentos más puestos de trabajo está creando, por tanto podría no solo haber una frenazo a la creación de los mismos, sino incluso que aumentara el desempleo en este sector, lo cual sería una muy mala noticia para el mercado laboral. En menor medida estaría el sector inmobiliario, que también se vería afectado negativamente. Y la industria bancaria, precisamente cuando menos se necesita una situación adversa, pues ya tiene bastante.

La importante presencia de Santander en la isla británica es clarísima, sin embargo dada la enorme volatilidad, la pérdidas en activos financieros y la elevación de la incertidumbre, toda la banca española se vería afectada. Ese impacto llevaría a muchos bancos a ser aún todavía mas estrictos en la concesión del crédito, precisamente en un momento donde el saldo vivo de préstamos se sigue reduciendo.

Aquí también tenemos, y en cantidad, partidos demagogos, populistas y nacionalistas. Si nos vamos a la parte de la economía real también el impacto es cuantioso, nuestra relación comercial aparece muy compensada entre economía de bienes, productos y servicios. Industrias como la automovilística, con la importancia que tiene en empleo estable y de calidad este sector, se vería impactada. Y no por supuesto, no se me podía olvidar el sector agrícola y ganadero, los productores de fruta y verdura, pero también de alimentos manipulados, así como productos cárnicos, que serían también presa del impacto.

Como ven, la salida de Reino Unido de la UE no traería nada bueno para nuestro país. Estas son además las consecuencias económicas directas, pero habría otras indirectamente y serían las que acarrearían por efectos colaterales políticos.

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