La noticia, aunque ya no tanto, es que Unidos-Podemos adelantará al PSOE tanto en votos como en escaños, aunque el verdadero sorpasso es al gasto público y, por tanto, al déficit, que no parece preocupar en exceso. No sé si es sorpasso o es que directamente pasan de equilibrar las cuentas públicas.
Ya dijo Felipe González que España se estaba convirtiendo en una Italia sin italianos, y lo grave es que no estamos acostumbrados a estar sin Gobierno o con un Gobierno caótico, y la sociedad civil tiene que reajustarse para poder oír a los políticos como el que oye llover, algo que hemos estado tanteando desde que Zapatero instaurara la "neciocracia" con sus conjunciones planetarias y que, sin embargo, los italianos han perfeccionado a fuerza de "berlusconis" y de "grillos", aunque venían entrenados por la democracia cristiana, los comunistas y los socialistas, entre otros protagonistas del caos.
Volviendo a lo nuestro, las cuatro Españas lo van a repartir todo, aunque sólo una de ellas hace del delirio su programa electoral y, a falta quizás de cabezas amuebladas, ha hecho un catálogo de muebles. Por lo menos son sinceros en la forma de mentir, pues cuanto más grande es una mentira es más sencillo es detectarla. Así, afirman que con 60.000 millones de gasto público, mentira gorda donde las haya, se acaba con el paro por su efecto multiplicador sobre el crecimiento, que dicen superior a la contracción por la subida de impuestos. La relación del gasto público con el desempleo está demostrado que es inversa a la pretensión de estos vendedores de muebles cuando se financia con una radical subida de impuestos, y lo que decía Keynes, muy discutible, es que se conseguía más multiplicación cuando se financiaba con oferta monetaria, algo imposible gracias al euro. Son tan neokeynesianos que ni siquiera recuerdan a Keynes, no vaya a ser que se les estropee el catálogo, con la maquetación tan mona y, sobre todo, original que tiene. El catálogo no lo veo muy maduro, o quizás esté más Maduro de lo que yo me creo. La conclusión es que nos quedaríamos con el paro, enchufado arriba o abajo, y sin los 60.000 millones.
Siguiendo con los populismos, nos tropezamos con el de derechas, es decir, con Rivera y amigos. Están empeñados, como el PSOE, en subir el tipo efectivo del Impuesto sobre Sociedades y, la verdad, no me parece mal, aunque ni me lo creo mucho ni en la práctica es algo decisivo. También dicen que quieren ahorrar en el gasto público superfluo y que van a bajar el IRPF, y que todo ello será compatible con el cumplimiento de déficit. Han corregido algunos defectos del anterior programa, aunque el principal defecto de esta formación es que se parecen mucho al PP, pero con labia. Como aún no han tenido oportunidad de demostrar si mienten o dicen la verdad, y como sus propuestas son moderadas, les concedemos tanto el beneficio de la duda como la duda de que no puedan cumplir por déficit excesivo.
El PSOE está un poco desdibujado, por hacerles un favor. Hablan de economía 4.0, pero no dicen si corre en Windows 10, aunque suena todo muy moderno. También quieren crear 217.000 puestos de trabajo desde el sector público y las ONG. Parece mentira que Jordi Sevilla, que parecía un señor razonable, se vea obligado a prometer estas cosas al tiempo que dice que, abracadabra, costará a la vez mucho y poco, porque lo que se gasta de un lado se quita de otro. Aun así, el programa hace referencia a la estabilidad presupuestaria, porque como es un partido de la casta tiene en cuenta que Europa nos mira. En eso son bastante coherentes, pero imagino, y esto es cosa mía, que conforme avance la campaña empezarán a tirar de talonario para salvar los muebles, que en esta campaña va a estar todo muy amueblado.
¿Y qué decir del PP? ¿Por qué y para qué nos vamos a leer el programa del PP? Creo que dicen que van a bajar el IRPF, que es lo mismo que dicen siempre y lo mismo que dijeron en 2011 y hace unos meses, y es lo mismo que dice Rivera, aunque para creerles hay que consumir en grandes dosis el de Duero. En los programas económicos del PP hay que intentar descifrar lo que querían decir, como en los manuscritos del mar Muerto, al ver que las medidas de Gobierno son exactamente las contrarias.
De las cuatro Españas, una miente descaradamente y las otras tres nos dicen medias verdades, pero ninguna nos habla de la grave situación de nuestras cuentas públicas y del escaso margen de maniobra que nos van a dar desde Bruselas en los próximos años. Una campaña seria tendría que empezar por ahí, no hablar de rebajas de impuestos o de gastar lo que no se tiene. Así que tendremos que hacernos el italiano, atender nuestros asuntos y procurar que tanto los de la casta como los nuevos populismos demagógicos interfieran lo menos posible en nuestra vida.