Firmas

Contradicciones chinas

  • Occidente se queja: hacer negocios en China cada vez es más difícil
  • Bruselas dará el status de 'economía de mercado' a Pekín aunque no lo es

El anuncio este año de una oferta de compra de la empresa suiza Syngenta por parte del conglomerado estatal ChemChina por la friolera de 43.000 millones de dólares impactó a los medios económicos europeos. China invierte en Suiza, un socio estratégico desde que ambos países firmaron un Acuerdo de Libre Comercio, en vigor desde el 1 de julio de 2014. Pero la lista de adquisiciones chinas sería larga. Destacaremos otras dos recientes: Wanda ultima la compra de Legendary Entertainment de Hollywood por 3.500 millones de dólares y Haier cerró la compra de la filial de electrodomésticos de General Electric por 5.400 millones.

Una primera contradicción. Mientras Occidente hace hincapié en las fragilidades y opacidades de la segunda economía mundial, las grandes empresas públicas y privadas chinas invierten y compran activos en los sectores industriales y de servicios, sobre todo en la Unión Europea. Por otro lado, las empresas extranjeras se quejan de que hacer negocios en China es cada vez más costoso y complicado pero seguirán invirtiendo. Renault abrió el 28 de enero su primera fábrica china en Wuhan.

La crisis de las bolsas de Shanghái y Shenzhen ha minado la confianza de los mercados y ha repercutido negativamente en las demás bolsas mundiales. Existen incertidumbres sobre cómo gestiona Pekín la transición del modelo de desarrollo chino. Temen que un aterrizaje brusco de su economía impacte en el sistema financiero y el comercio internacional. Ciertamente, la realidad es compleja. La economía se desacelera, pero el 13º Plan Quinquenal 2016-2020 prevé que crezca un 6,5 % anual durante los próximos cinco años, un porcentaje que casi cuadriplica el crecimiento previsto en la UE en 2016 (1,7 %). China primará la calidad sobre la cantidad del crecimiento; crecerá menos pero mejor. Una realidad: el mundo deberá espabilarse para no depender tanto de la demanda china. Porque Pekín jugará a su favor su gran baza: el enorme potencial de mayor mercado interior mundial, con 1.380 millones de personas.

China se comprometió a liberalizar gradualmente los mercados de capitales pero sigue hoy interviniendo directamente en el sistema financiero. El Banco Central inyecta ingentes cantidades de liquidez para controlar la cotización del yuan y los movimientos de capitales que entran y salen del país. También afrontar una elevada deuda del sector público, acumulada tras años de inversiones, algunas de nula o dudosa rentabilidad. Las reservas han caído hasta los 3,23 billones de dólares en enero de 2016, tras reducirse unos 770.000 millones desde junio 2014. Sólo en diciembre de 2015 fueron 108.000 millones de dólares y otros 99.500 millones de dólares en enero. Y otra contradicción: a pesar de la actual fragilidad del yuan, aún no plenamente convertible, el FMI acordó en noviembre su inclusión, a partir el 1 de octubre de 2016, en la cesta de divisas que componen los Derechos Especiales de Giro. Favorecerá la internacionalización del yuan en las transacciones financieras y comerciales en detrimento del dólar y el euro.

Algunos movimientos en el sistema financiero chino responden a "las fugas" de capitales que, en tiempos convulsos, se sitúan en países o divisas más seguras o estables. En determinados casos se dirigen hacia los paraísos fiscales que cobijan y mueven los capitales procedentes de países emergentes y en vías de desarrollo cuyas divisas se deprecian frente al dólar. 

Pero un buen porcentaje de "las salidas" de divisas de China responden a la fuerte oleada de inversiones en el exterior protagonizadas por los grandes conglomerados públicos y privados que, contando con apoyo gubernamental, se lanzan a adquirir empresas y activos en todos los continentes. Las IED chinas se aceleraron en 2015, adelantándose a las previsiones de una depreciación del yuan. Y se posicionan progresivamente en todos los mercados en operaciones con objetivos y estrategas a medio y largo plazo.

¿Por qué las empresas chinas invierten tanto en Europa? Buscan adquirir o hacerse gradualmente con las capacidades necesarias para dar "el gran salto tecnológico e innovador" que les permita llegar a competir con las marcas extranjeras que operan dentro y fuera de China. Se van posicionando dentro del apetitoso mercado interior europeo. Para sortear las medidas antidumping que impone Bruselas, China exige que la UE le reconozca el status de "economía de mercado" antes de finalizar 2016, conforme a lo acordado cuando entró en la OMC en 2001. Otra contradicción: China no es una economía de mercado y se rige por la planificación estatal, pero Bruselas concederá el ansiado status a Pekín. Algo que no preven hacer EEUU ni Japón, muy reacios a la expansión exterior china

Todos seguiremos pendientes de China en 2016. El Imperio del Centro, liderado por Xi Xinping, proseguirá con sus ambiciones económicas a nivel global. La UE sumida en una crisis de proyecto y liderazgo político debería centrarse más en resolver sus propias debilidades y contradicciones internas.

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