Firmas

Libia, base estratégica del EI

  • Un riesgo es que puede llegar a convertirse en una 'segunda Siria'

A solo 300 kilómetros de Italia, Libia es la plataforma ideal para que el autodenominado Estado Islámico realice sus ataques contra Europa. Cuando en la Conferencia de Seguridad de Múnich se acaba de acordar una muy frágil "suspensión de las hostilidades" en Siria (en el plazo de una semana) el nuevo frente libio es cada vez más peligroso. Una amenaza aun mayor que Siria e Irak para los europeos. Lo que hay en juego en Libia puede resultar incluso más delicado para la UE.

En este país, convertido en puerta de entrada de Europa, a los millones de potenciales refugiados de guerra se suman muchos más que huyen de la pobreza extrema y de las dictaduras. En cuanto comience la primavera, volverán a multiplicarse las embarcaciones que desde sus costas buscan atravesar el Mediterráneo.

Es verdad que la democracia no puede imponerse desde el exterior (la misma Libia es un ejemplo). Sin embargo, como muestra la experiencia de Siria e Irak, es igualmente cierto que para derrotar al EI la sustancial actividad diplomática ha de venir acompañada de la acción militar. Así, el acuerdo alcanzado en Múnich no contempla las operaciones militares contra el EI.

La combinación de casi diez mil ataques aéreos de la llamada "alianza internacional contra el yihadismo" y fuerzas terrestres locales, con instrucción a cargo de la coalición, está funcionando. El resultado ha sido precisamente que muchos yihadistas escapan a Libia. Los jefes del EI están trasladando sus centros de comando al país norteafricano donde, según estimaciones del Pentágono, el grupo ya tiene más de 6.000 combatientes.

La posibilidad de que la alianza extienda sus bombardeos aéreos en Siria e Irak a Libia se debate hace semanas. La pregunta que se plantea es: ¿Qué hacer en Libia para erradicar la organización terrorista? El caos reinante es un suelo abonado para que eche raíces. El control de los inmensos yacimientos de petróleo y gas les proporcionará los suficientes recursos financieros. También el tráfico de seres humanos - de refugiados.

De momento se descarta una intervención militar inmediata en Libia y se apuesta por la solución diplomática en busca de un Gobierno de unidad nacional. Concretamente, el pasado día 2 de febrero, EEUU y otros 22 países acordaron apoyar la formación de un Gobierno de unidad nacional, con sede en Trípoli. Ese es el plan oficial para poner fin a la fragmentación que a su vez es producto del vacío de poder. Los vecinos de Libia tratan de evitar la expansión del conflicto: Túnez, único ejemplo exitoso de la Primavera Árabe toma medidas, los regímenes autoritarios de Argelia y Egipto hasta han desplegado sus ejércitos en la frontera. La opción de una intervención militar sigue abierta. Tanto si es en apoyo de un hipotético ejecutivo de unidad o bajo la bandera de las Naciones Unidas. El problema es que la complejidad libia dificulta aplicar la receta empleada en Siria e Irak. En Libia hay numerosos grupos armados, pero no existe un ejército que pueda ser entrenado. Tampoco hay nada parecido a una infraestructura estatal sobre la que pueda asentarse la coalición.

La guerra civil libia se agravó en 2014 al estallar el conflicto entre dos facciones rivales que buscan consolidarse como el gobierno legítimo. La primera, de filiación islámica, tiene sede en la capital, Trípoli. La segunda, se encuentra en la ciudad de Tobruk. Mientras que el ejecutivo en Trípoli controla el Banco Central y la Compañía Nacional de Petróleo, el segundo acoge el Parlamento, dirige el ejercito y cuenta con el reconocimiento internacional. Cada Gobierno está más preocupado por imponerse al otro que por combatir a los yihadistas. Entre ambos el califato controla la ciudad de Sirte, extendiendo su zona de influencia por unos 250 kilómetros de costa.

Si el EI - como todo indica - sigue su avance, una operación militar externa será inevitable en Libia. Si la temida expansión terrorista continúa y las disputas prosiguen, expertos en la región creen que será este verano. De momento, el presidente Obama mantiene su reticencia a desplegar tropas. Libia se presenta como una "segunda Siria". Un riesgo inminente. Mirar para otro lado no es una opción. No hay que engañarse; la situación puede ir a peor. Bruselas sigue sin política migratoria común. Una carencia inaceptable. Es, además, vital impedir la expansión del EI por el Mediterráneo central mediante fuerzas especiales y unidades de elite que combatan la expansión del terrorismo. Una de las muchas razones por las que Europa necesita desarrollar una política conjunta de seguridad y defensa.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky