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Urge tener Gobierno

Se adivinaba por las encuestas que la gobernabilidad de España iba a estar complicada después de las elecciones del 20 de diciembre. Desde esa fecha vivimos en la interinidad a la espera de un posible Gobierno o lo que desde algunos ámbitos ya descuentan: la convocatoria de nuevas elecciones. Esta situación de impasse no parece que se vaya a resolver en el corto plazo; ni siquiera otros comicios avalan, cien por cien, la formación de un Ejecutivo como deja entrever el último informe del CIS. El momento actual puede quizá ser divertido o entretenido para las tertulias; sin embargo, para la economía no sólo no lo es, sino que además nos puede perjudicar y frenar el ritmo de crecimiento, algo que puede incluso que ya esté haciendo.

Se puede argumentar que no está ocurriendo nada, pues en los mercados financieros la prima de riesgo, la diferencia entre los tipos a diez años de la deuda alemana y española, prácticamente no se ha movido. Siendo esto cierto, sería un error interpretarlo de esa manera. El diferencial no se ha ampliado porque el banco central, BCE, está comprando aproximadamente 20.000 millones de activos financieros españoles, de los cuales la mayoría son títulos de deuda pública. Como bien saben los que están al corriente de las finanzas, los mercados de deuda están dopados por el quantitative easing; además se espera que el BCE refuerce el programa de compra de activos próximamente. Sin embargo la cosa es diferente en la bolsa española , la cual está a la cabeza de las pérdidas en este prácticamente un mes que llevamos de 2016.

La situación preocupa y mucho fuera de nuestras fronteras. La Comisión Europea ya ha anunciado que desea una rápida formación de Gobierno, lógico si tenemos en cuenta que en Bruselas están en alerta con nuestro déficit público. Cierto es que en este momento tenemos un presupuesto pero, como en este diario se resaltó, las cuentas públicas programadas no son realistas respecto a la coyuntura, adoleciendo de un posibilismo alarmante. La situación es más preocupante aún si tenemos presente que los nuevos equipos de Gobierno surgidos en algunas autonomías son proclives al gasto y el Ejecutivo central tendrá que tomar cartas en el asunto. Lo podría y debería haber hecho el Gabinete de Rajoy, en vez de regarles con dinero gratis a través del FLA.

Ya que me refiero a la situación autonómica a nadie se le debe olvidar que estamos en pleno órdago secesionista de Cataluña. Aun cuando el Ejecutivo en funciones está al tanto y en contacto con la Abogacía del Estado, desde la Generalitat se continúan dando pasos para la secesión, los últimos hacen referencia a una hacienda y seguridad social propias. Habrá quien piense que esto solo perjudica a Cataluña que sufre una éxodo de salida de empresas, además de figurar en la última posición de productividad, pero no es así. Desde luego a Cataluña le impacta de lleno, pero al resto también nos afecta, en menor medida pero la hace. Muchos inversores están frenando, retrasando e incluso abandonando proyectos de inversión por el desafío independentista.

Por cierto, y ya que se habla de incertidumbre en la inversión, el freno no solo proviene de Cataluña sino también de la irrupción de Podemos y su visión económica. La idea de aumentar impuestos, dar marcha atrás en las reformas, incluso aumentar las rigideces económicas; creación de una banca pública y demás ocurrencias preocupan a los inversores que miran escépticos y con precaución lo que está ocurriendo. No podemos por tanto extrañarnos de que, desde diferentes foros, empresas, asociaciones profesionales, se nos comunique una cierta congelación de importantes proyectos de inversión.

Las dudas aparecen y, cuanto más tiempo se tarde en despejar las mismas, peor aún para la economía. España debe afrontar reformas de calado que Rajoy no ha sabido abordar o completar. Antes me refería al déficit público, pero hay más; tenemos por ejemplo nuestro mercado laboral. Cuando hoy algunos partidos y políticos hablan de derogar esa reforma convendría recordarles que la misma no está terminada. Es necesario acabar con la dicotomía de temporal e indefinido, con la ingente cantidad de contratos, incorporar figuras que agilicen y ayuden a nuestros parados a encontrar trabajo. Rajoy contó con una mayoría absoluta que le hubiera permitido llevar a cabo todas estas reformas, sin embargo no lo hizo y nuestro mercado laboral goza de algo más de eficiencia pero sigue estando obsoleto y no responde a los tiempos en los que vivimos.

Tampoco hay que olvidar las pensiones. Es éste un problema que el envejecimiento de la población nos plantea a futuro y que la caída de los salarios y de la población activa agrava. El próximo Ejecutivo debe ser consciente del problema que este país tiene en previsión social y nuevos desafíos como la dependencia. Pero nuevamente se ha desperdiciado una mayoría absoluta para haber buscado soluciones y salidas a este problema: una vez más la inacción Rajoy.

La ausencia de un Ejecutivo entraña grandes riesgos. Ya sabemos que con unos Presupuestos aprobados, y con las leyes vigentes, el país tiene una dinámica de inercia para funcionar. Sin embargo España se enfrenta a diferentes retos e hitos que hacen necesario la adopción de líneas estratégicas y la adopción de medidas para su consecución. Son muchas las necesidades que nuestra economía presenta de cara a los dos próximos años, una lástima haber dilapidado una mayoría absoluta.

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