Firmas

Irán y la diplomacia vaticana

  • Debe terminar con la violencia en Oriente Medio y con su expansión
  • El diálogo entre catolicismo y chiísmo puede ser la clave del conflicto

Gracias al acuerdo nuclear Irán deja atrás su largo aislamiento. La minigira del presidente Hasán Rohani por el Vaticano, Italia y Francia se produce tras el levantamiento de sanciones internacionales contra Teherán. Es la primera visita oficial de un líder iraní a Europa desde 1999.

Irán y su hasta ahora relegado mercado de 80 millones de habitantes se abre al mundo. Combatir el terrorismo en todos los frentes es, sin duda, necesario mas siempre recordando que éste se nutre de la falta de expectativas y el desempleo. No habrá solución para la violencia sin inversiones que construyan un futuro viable para generaciones marginadas.

En París Rohani mantuvo diversas reuniones de negocios de alto nivel y un encuentro con su homólogo, François Hollande. La delegación iraní firmó 20 acuerdos bilaterales vinculados a los sectores de salud, agricultura y transporte. Fueron asimismo punto central de las conversaciones la lucha antiterrorista y el deber de combatir unidos contra las milicias del Estado Islámico.

La polémica de las estatuas tapadas en Italia - donde también se suscribieron millonarios acuerdos - ha sido lamentable. Un penoso exceso de celo de la oficina de protocolo. Tanto más incomprensible cuanto que el líder iraní niega haberlo pedido.

Tras los acuerdos surgieron las desavenencias al referirse a Siria y las inminentes negociaciones en Ginebra. Para lograr una transición política Hollande ve una salida de Bachar al Asad como condicion necesaria. Rohani respalda a su par sirio. Más que eso, oficiales iraníes aconsejan al Estado Mayor General de Asad. Desde Teherán se financian las milicias que combaten con el Ejército sirio.

En cuanto a la rivalidad en el Golfo de Irán y la suní Arabia Saudí - que han roto relaciones - tampoco se lograron avances. Rohani había solicitado que París contribuyera a rebajar diferencias. Sin embargo Francia, ya antes del encuentro, había rechazado asumir un papel mediador entre Irán y los saudíes, con los que el Elíseo mantiene un estrecho vínculo.

Y es precisamente en este marco de las crisis regionales en el que llama la atención la visita que realizó Rohani al papa Francisco. Seguramente hablaron de asuntos religiosos enriqueciendo el contacto del cristianismo con el islam. El diálogo entre el catolicismo y el chiísmo puede ser clave para solucionar muchos conflictos. La audiencia tuvo por esta razón al mismo tiempo un contenido altamente político.

Rohani pidió al pontífice que rezara por él. Es un personaje complejo. De perfil conservador, con una merecida imagen global de político tolerante, ha defendido la unidad de la iglesia, la sinagoga y la mezquita. Ha entregado el programa nuclear iraní para sacar a su país de la debacle económica y el aislamiento y devolverlo a la senda del desarrollo. Esto explica el enorme apoyo de la juventud y las mujeres con que cuenta y que seguramente revalidará en las legislativas del mes que viene.

La discreción absoluta es el signo distintivo de la diplomacia vaticana. No ha trascendido si el Papa conversó sobre la precaria situación de los derechos humanos en Irán donde decenas de menores de edad han sido condenados a muerte y en cualquier momento pueden ser ejecutados. Pero la Iglesia católica nunca deja de referirse a la urgente necesidad de tratar estas cuestiones y oponerse a la pena de muerte. Ha sido una ventaja para la diplomacia vaticana haber sido infravalorada en tiempos modernos al no verse sometida a la presión de las expectativas. No fue solo el caso de Juan Pablo II y la caída del comunismo. El Vaticano ha sorprendido al mundo con acciones exitosas muy recientes: llevar a rusos y estadounidenses a un acuerdo sobre armas químicas en Siria y dar comienzo a las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU.

Tras la entrevista, el Vaticano declaró que ahora Irán deberá ayudar a poner término a la violencia en Oriente Medio y a la expansión del terrorismo, además de combatir el contrabando de armas.

La teocracia chií busca éxitos geopolíticos. Uno muy concreto es el acceso al Mediterráneo. Es obvio que Occidente sigue teniendo reservas sobre la intención de Teherán y su apoyo a Asad o a la milicia libanesa Hezbolá. Irán es por ello uno de los jugadores más activos de Oriente Medio. Este país es parte fundamental de la solución a los conflictos en Siria, Irak, Yemen y las luchas sectarias de chiíes y suníes. La perspectiva del país persa aislado y encerrado en sí mismo es mala. Es a todas luces preferible un Irán afianzado en la comunidad internacional y en permanente relación con ella.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky