
Sarah Palin, icono del ultraconservador Tea Party, ha regresado esta semana al escenario político. Respalda la campaña del multimillonario Donald Trump, aspirante a la nominación del Partido Republicano. Es el primer apoyo que recibe por parte de un funcionario electo, activo o no.
La madre de cinco hijos fue candidata a la vicepresidencia en 2008. Escogida por su espontaneidad, cometió errores de bulto al contestar preguntas sobre política internacional que dejaron en evidencia su falta de conocimientos y su inexperiencia. Ha venido desarrollando desde entonces una lucrativa carrera mediática como escritora y comentarista política, además de participar en varios programas de televisión.
Trump no descartó incluso nombrar a "su amiga" vicepresidenta, aunque dijo que no cree que ella aceptara ese papel. Insistió en que fue Palin la que le llamó para decirle que quería respaldarle y que no puso ninguna condición. En la cadena Fox News afirmó que "tenerla en su hipotético Gabinete es algo en lo que ciertamente pensaría". Recuérdese que la ex gobernadora de Alaska una vez dijo que le encantaría ser la secretaria de Energía del magnate.
La influencia de Palin ha disminuido desde sus días de esplandor en 2008. La pregunta que se plantea es: ¿Importa realmente el apoyo de la exgobernadora o se trata más bien de un regalo envenenado para Trump?
Se ha dicho que refuerza sus perspectivas y debilita las de Ted Cruz, su rival más serio en las filas republicanas. Es cierto que Palin mantiene cierta popularidad entre los más radicales y puede ayudar a Trump a ganar terreno entre el ala más conservadora, conquistada por el senador Cruz. Esos electores serán clave para ganar en el Estado de Iowa donde el 1 de febrero se abre el proceso de primarias.
Palin y Trump han mantenido una relación cercana en los últimos años. Podrán no coincidir en ciertos conceptos fundamentales, como en el del valor de la religión, la familia, el matrimonio? y el apoyo que en el pasado Trump ha dado a algunos políticos liberales, pero hablan el mismo idioma. Tienen en común su enorme ego y su costumbre de generalizar cuando defienden sus políticas sin matizar. Sus discursos son superficiales y no entran jamás en detalles. Como Trump, se expresa en un lenguaje simple, una retórica populista y grandilocuente, llena de burlas al actual Gobierno que los auditorios jalean con facilidad. En ese sentido son tal para cual. Palin ensalza al precandidato como alguien que permitirá a "nuestros guerreros hacer su trabajo y dar una patada en el trasero del Estado Islámico". Con él como presidente "EEUU nunca más tendrá que disculparse". Trump, por su parte, la presenta como "una persona increíble, con un esposo y una familia increíbles" (el primogénito de Palin ha sido detenido por cargos de agresión, violencia doméstica, posesión de arma? y no es la única polémica en el clan).
Que Palin no es una fuerza política del todo agotada y de poca relevancia lo demuestra su éxito en el apoyo a varios candidatos republicanos del Tea Party. Hace años entabló una amistad con Cruz yg en 2012, su respaldo fue crucial para que obtuviera una sorprendente victoria. Cruz admite que sin su asistencia él "no estaría en el Senado". En este momentog la decisión de Palin ha supuesto un importante revés para Cruzg que de todas formas, ha logrado el beneplácito de otras grandes figuras ultraconservadoras. No está nada claro que ese respaldo pueda bastar a Trump para frenar el avance del senador por Texas en Iowa y otros estados. Hace un par de meses, Trump halagaba a Cruz e incluso habló de él como su posible vicepresidente. Ahora sus ataques son durísimos: le ha llamado "repugnante" y le acusa de ser "peor que Hillary Clinton", la favorita demócrata para los comicios.
Así pues, en las primarias Palin, que todavía atrae al público y a la prensa, es un factor de peso. Da mayor credibilidad a Trump en los círculos fundamentalistas del aparato republicano, donde muchos le habían criticado por exhibir posiciones "demasiado liberales" en el pasado. Desde luego, este tipo de efecto mediático no contiene mucho mensaje político, sin embargo ayudará a Trump a seguir dominando los titulares durante algún tiempo.
Dos consideraciones finales. La alianza Trump-Palin es frágil precisamente por la fuerte personalidad de ambos y su alergia a lo políticamente correcto. Puede romperse en los próximos meses. Y, lo más importante, el apoyo explícito del Tea Party - útil en la lucha por la nominación - puede ser contraproducente en las presidenciales de noviembre.