Firmas

La economía en la campaña

Para decidir con acierto el voto en una campaña electoral, por lo que se refiere a la economía no hay que fijarse en las promesas que hacen los líderes de los partidos, sino en los resultados que han conseguido cuando han ostentido el poder, y si son partidos nuevos en la coherencia de sus programas económicos, lo cual no será fácil para el que no sea experto en estos temas. Las promesas económicas que se hacen en la campaña electoral lógicamente pretenderán contentar a los posibles electores, con pequeñas diferencias condicionadas por las ideologías de los distintos partidos.

A todos nos gustaría pagar menos impuestos, aunque los partidos que esperan más votos de las clases medias propondrán subir los impuestos a los más ricos para reducir las desigualdades sociales. La mayoría de los electores deseamos también que no se reduzca, o incluso que se aumente, el gasto público en los diversos conceptos de protección social, pero esto sólo se podrá conseguir, dadas las rebajas prometidas, si aumenta el ingreso público por un mayor crecimiento de la economía. Esto, sin embargo, difícilmente pueden prometerlo los líderes políticos porque la mayoría de los factores internos y externos, que condicionan ese crecimiento, no depende sólo de la voluntad de un Gobierno, por muy competente que sea para dirigir la política económica.

Lo mismo podríamos decir sobre la creación de empleo ¿Qué líder político, por muy extremista que sea su ideología, no prometerá más empleo para llegar a la Moncloa, en un país como el nuestro? El empleo más seguro, que podría prometer es el empleo público pero ¿cómo lo podrá financiar si disminuyen los impuestos y aumentan otros gastos? Lo mismo ocurriría con otras formas de fomentar el empleo, disminuyendo los costes de las empresas o facilitando salarios bajos con ayudas públicas para compensarlos. ¿Se atreverá alguien a prometer más endeudamiento público con los niveles que ya tiene nuestro país? Así podríamos seguir para aclarar lo difícil que es, en una campaña electoral, comprometerse de verdad con las promesas económicas que deseamos oír los ciudadanos para ofrecerles nuestros votos. Y en cuanto a la valoración sobre la situación con que se va a encontrar la economía el futuro Gobierno, no se pueden lanzar las campanas al vuelo, como lógicamente tiene que hacer el partido que ha gobernado estos años para satisfacer a sus electores, ni el resto de los partidos podrá aplaudir los resultados conseguidos. Como la economía es algo muy complejo no es difícil encontrar aspectos positivos en la evolución de la de nuestro país, como son la mejora en la tasa de crecimiento del PIB, una modesta reducción del desempleo y tasas de inflación tan bajas como no se han conocido en España en las últimas décadas y, lo que es muy importante, la confianza del empresariado en la política económica del Gobierno. Es verdad, aunque en esto hay que pasar como sobre ascuas, que en parte la recuperación económica se debe a reformas estructurales, con tan poco atractivo sobre los electores, como la laboral, la del sistema financiero y la de la política presupuestaria. Pero también es verdad que han influido otros factores, en cuya evolución nada ha podido hacer nuestro Gobierno, como han sido la devaluación del euro, con lo que se ha mejorado algo nuestra balanza exterior, y la caída del precio del petróleo, que tanto ha mejorado nuestro IPC.

Y tan objetivos como estos laureles, que se arroga el partido gobernante, pueden ser las críticas, que hacen los partidos de la oposición a realidades como la precariedad del empleo creado, la grave acentuación de las desigualdades sociales por una política de moderación salarial, que ha mejorado nuestra competitividad, pero no ha disminuido un desorbitado aumento de los beneficios de determinados sectores empresariales, y, a lo que se podría añadir, la congelación de los sueldos de los funcionarios y de las pensiones. Con estos y otros ejemplos, que se podrían mencionar, pensamos que queda suficientemente claro lo arriesgado que es hacer promesas económicas para ganar votos en una campaña electoral y que, lo más prudente para los no expertos en economía, es fijarse en otros aspectos distintos de los económicos para decidir a quien votar o, como decimos al principio de estos comentarios, recordar la historia de los éxitos conseguidos por los partidos cuando han gobernado y, lo que puede ser más difícil, analizar la coherencia de los programas económicos de los partidos, que hasta ahora no han tenido la oportunidad de gobernarnos.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky