
La Real Academia Española (RAE) define el axioma como una proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración. Se suele afirmar que el universo de los axiomas se circunscribe exclusivamente a las ciencias exactas. No es cierto. Veamos algunos casos axiomáticos referidos al mundo del trabajo y el empleo y también a la luz de la evidencia cotidiana.
Empleo y trabajo no son, en absoluto, magnitudes unívocas. El empleo hace referencia a puestos existentes vacantes o no. El trabajo disponible hace referencia a tareas y labores necesarias para el ser humano. El sistema económico imperante es incapaz de hacer coincidir empleo y trabajo. Y ello por dos razones incuestionables: los avances científico-técnicos, y la empleabilidad basada en el lucro empresarial sin que se admitan otras consideraciones.
Y aún hay otra más: la necesidad de un ejército de reserva constituido por parados que presionan para el descenso de los salarios. Los Estados signatarios de los Pactos de 1966, la Carta de Turín y otros tratados y constituciones tienen la obligación de acceder a una situación de pleno empleo y plena ocupación.
En consecuencia, y aún dentro de una sociedad capitalista, los poderes públicos deben procurar atender a servicios, tareas, labores y necesidades de la población que el mercado no considera lucrativas o necesarias. Naturalmente que esas tareas: enseñanza, salud, medioambiente, servicios sociales, cultura, etc. deben ser programadas e incluidas en los Presupuestos Generales.
Ello supone una prioridad que conlleva políticas fiscales y de control sobre las subvenciones a la iniciativa privada en función de la creación de empleo de calidad y necesario socialmente. Las evidencias expuestas son más lógicas, razonables, éticas y legales que las derivadas de la supuesta lógica del mercado, el crecimiento sostenido y la competitividad. Es la lógica del Trabajo Garantizado como plasmación concreta de los DDHH y la Constitución de 1978.