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Cumbre de París: la respuesta está en el sol

  • Urge 'recablear' nuestras economías para aprovechar la energía solar
  • La mejor solución es alentar los avances hacia los recursos más 'limpios'

La caída de los precios del petróleo en los últimos tiempos ha afectado de manera directa a las energías renovables, que hoy lo tienen más complicado para competir con las fuentes convencionales. En este contexto, podría incluso complicarse la posibilidad de que los países alcancen un acuerdo significativo en la próxima Conferencia Mundial del Clima (COP21), que se celebra en París desde ayer. Desde que Río de Janeiro albergó, en 1992, la primera Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la comunidad internacional apenas ha logrado avances reales en este terreno. No obstante, algunas voces sostienen que el documento consensuado el año pasado en Perú (conocido como la Llamada de Lima para la Acción Climática) supuso un punto de inflexión, ya que intentó reparar la brecha entre naciones ricas y naciones pobres. Una cuestión espinosa que dividió durante décadas a los países participantes en estas conferencias internacionales.

El acuerdo adoptado en Lima insta a todos los Estados a desarrollar sus propios planes para reducir sus emisiones de dióxido de carbono y a compartirlos con la ONU, de cara a la cita de París.

El objetivo es limitar la cantidad de CO2 y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera con el fin de evitar que la temperatura del planeta suba más de dos grados a finales de siglo, por encima de los niveles preindustriales. El problema radica en que, según la Agencia Internacional de la Energía, la suma de los distintos planes nacionales de reducción de CO2 es demasiado alta y, por lo tanto, las conversaciones de la Cumbre de París deberán ir más allá de la adopción de meras medidas voluntarias. En otras palabras, los países tendrá que ponerse de acuerdo para ir mucho más lejos y la división entre países ricos y pobres influirán otro vez.

En estas circunstancias, la solución a este asunto del calentamiento global se encuentra sobre nuestro cielo, y brilla cada día ante nuestros ojos. La energía solar puede proveer al mundo de todo el poder necesario para atajar el problema, y hacerlo además sin poner en riesgo el futuro del planeta. El truco radica en recablear todas nuestras sociedades industriales para aprovechar la energía del sol durante el día y almacenarla durante la noche.

Hace varias semanas se anunció la aprobación de la compra de la compañía francesa Alstom por General Electric, una operación de 12.400 millones de euros . Aunque el acuerdo alcanzado se ciñe a las actividades de la energía convencional, nuclear e hidroeléctrica, Alstom es uno de los líderes mundiales en la producción de energía solar concentrada (CSP). En estos momentos, la empresa construye en el desierto de Negev (Israel) la futura planta de Ashalim, una instalación de 121 megavatios.

No es la única de estas características que existe en el mundo. A 64 kilómetros de Las Vegas, en el desierto de Nevada, se levanta Ivanpah, una planta solar de 392 megavatios. Y en distintos lugares del planeta ya se han iniciado otra serie de iniciativas similares. El modelo financiero de este tipo de plantas requiere un desembolso inicial de capital, pero sus costes de operación son muy bajos ya que la materia prima es gratis y el mantenimiento muy simple. En cambio, las instalaciones destinadas a la producción de energía convencional son más baratas de edificar aunque para funcionar requieren de combustible y un mantenimiento es mucho más elevado que en otras circunstancias .

El mayor inconveniente del sol es que por la noche no produce energía. Para paliar esta traba, Alstom ha desarrollado y probado una solución: utilizar la luz solar para calentar sales fundidas en lugar de agua, y después usar el fluido caliente para producir vapor y generar electricidad. La ventaja de este sistema es que conserva el calor suficiente para que la actividad de la planta prosiga durante la noche, y que al mismo tiempo permite que el complejo funcione como estación de carga base.

También la compañía de coches eléctricos Tesla propone una alternativa novedosa que consiste en el uso de baterías avanzadas de iones de litio a una escala masiva y planetaria. Su visión es que las personas, las fábricas e incluso las ciudades puedan simplemente cargar sus baterías durante todo el día y, ya por la noche, emplear la energía acumulada en estos dispositivos. El modelo para uso doméstico, el Powerwall, ya sale a venta en los EEUU por 3.500 dólares con una potencia de 10KWH y en breve debería comenzar a extenderse a todo el mundo para aprovechar esta nueva herramienta.

Así pues, ¿qué se tiene que acordar en París? Muy sencillo: las naciones más ricas del planeta deben reconocer que el resto de países del mundo quieren desarrollar sus economías y ofrecer a sus pueblos la oportunidad de un futuro mucho más próspero.

Por ello, la mejor solución (y la más segura) para salir adelante es que Occidente propicie masivamente el gasto de capital necesario para construir las infraestructuras y la tecnología que permita el incremento y el uso de la energía solar. Al fin y al cabo, es solo una cuestión de dinero.

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