
Las previsiones del FMI no pueden ser más favorables para España, teniendo en cuenta el escenario de ralentización en el crecimiento mundial y, sobre todo, el estancamiento en las economías desarrolladas. Nuestro crecimiento en 2015 será el mayor registrado entre los países avanzados. Es evidente que, a pesar de las muchas críticas, el desempeño macroeconómico del Gobierno ha sido más que notable, aunque no le alcance para tener más reconocimiento de una ciudadanía que, lógicamente, mira más su propio bolsillo que los indicadores macro. Las previsiones económicas globales, también las del FMI, están teniendo que corregirse constantemente por el grado de incertidumbre que la volatilidad de determinados factores está induciendo en la ecuación. Sin embargo, España parece estar bastante a salvo de contagiarse de las turbulencias que causan las materias primas, las divisas o las expectativas de crecimiento en emergentes, de tal suerte que los efectos negativos los absorbemos con facilidad. De hecho, nuestro crecimiento está sólidamente apuntalado en el consumo interno, dándole estabilidad, en un entorno de balanza de pagos favorable.
Dentro del escenario relativamente peor que se dibuja en el entorno mundial, resulta tranquilizador, sobre todo para España, el mejor escenario en Latinoamérica para 2016 tras este año perdido. La salida de la recesión puede mejorar las expectativas de las empresas españolas que recogen allí beneficios y aunque las previsiones sean sensiblemente peores que las que había a primeros de año, no es precisamente una mala noticia. Por el contrario, el dólar tiende a seguir fortaleciéndose, lo que induce debilidad en las monedas latinoamericanas que se deprecian en mayor medida que el euro, lo que puede seguir provocando pérdidas por diferencias de cambio en nuestras empresas.
El crecimiento en Asia, con China a la cabeza, parece estancarse sobre el 6 por ciento, pero la capacidad de contagiar a Europa es muy limitada, salvo que se provoquen nuevas turbulencias financieras o que se pusiera en cuestión la solvencia bancaria, asunto muy preocupante e insondable debido a la opacidad china. Sin embargo, los esfuerzos de homologación internacional de China, que aspira a que el yuan se incluya en la cesta de monedas del FMI, actúan como contrapeso ya que están obligando a Pekín a considerar que una mayor transparencia es necesaria, aunque obviamente es un proceso que culminará en la largo plazo. Si bien las previsiones del FMI para 2016 de Rusia, Latinoamérica, Oriente Medio, África e incluso Estados Unidos, mejoran la situación que va a producirse en 2015, no así para España, que baja hasta el 2,5. Es muy probable que el FMI se quede corto en este caso, puesto que ya hemos apuntado que nuestro crecimiento se debe principalmente a causas endógenas y aunque nuestra economía tiene un alto grado de internacionalización, el previsible mantenimiento del petróleo barato y la fortaleza de nuestra balanza de servicios, junto con un razonable comportamiento de nuestra balanza de bienes contribuirán positivamente a nuestro crecimiento. La zona del euro tendrá un desempeño económico peor que España, estancando su crecimiento sobre el 1,6 por ciento según el FMI. Ciertamente, países como Francia o Italia no terminan de hacer sus deberes y la máquina Alemana tampoco está actuando de motor de crecimiento. La mejora que se vaticina en la economía rusa ayudará a mejorar la situación en Europa central, siempre y cuando no lleve al Kremlin a ser más agresivo en su política exterior y al papel que pretende desempeñar tanto en Siria como en Europa Oriental, lo que podría suponer un factor de desestabilización con imprevisibles consecuencias económicas.
Las materias primas van a seguir con su senda de precios a la baja y el petróleo no se espera que vaya a repuntar. Prevé el FMI que el recorte en el crecimiento de los países productores seguirá entorno al 2,5 por ciento anual los próximos años. Parece que Rusia finalmente podrá convivir con un petróleo barato y empezar a salir de la recesión y que Latinoamérica, igualmente, irá superando lentamente un entorno de materias primas devaluadas. No son estas precisamente malas noticias puesto que les está forzando a buscar ingresos en otras fuentes. Sólo los países con cierto desarrollo industrial podrán aprovechar esta oportunidad. En suma, aunque se pueda achacar a China gran parte de la incertidumbre sobre el crecimiento mundial, el precio de las materias primas o incluso la estabilidad financiera, la realidad es que los países pueden hacer por sí mismos bastante más de lo que cabe pensar y, casi por primera vez, España se sitúa a la cabeza del mundo por crecimiento y buen evolución macro, con el gran punto negro del desempleo, del que, no obstante, se tienen mejores previsiones a medio plazo.