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Aún hay muchas razones para dialogar

E l 27 se celebran elecciones en Cataluña. Las andaluzas y municipales confirmaron cambios políticos importantes con Podemos y Ciudadanos. Hubo trasvases de votos, e incluso virajes a izquierda o derecha, señal de que en estos últimos años se han producido hechos con consecuencias electorales.

¿Qué pasará? Hasta hace poco los votantes daban escasa importancia a los comicios autonómicos, pese a decidirse temas con impacto directo sobre nuestras vidas. Pierre Vilar, reconocido historiador y director de la Història de Catalunya, decía en la introducción, a finales de los ochenta, que las autonomías eran un artificio, y no un edificio. Las elecciones catalanas rompen inercias por un posible anuncio, no sé con qué grado de probabilidad, de declaración de independencia (no de que se produzca, muy improbable dado que sería inconstitucional) de su próximo Gobierno si ganara Junts pel Si (con CUP). Tampoco sé si esa hipotética declaración tendría alguna transcendencia; dependerá de muchos factores, especialmente la actitud del Estado español. Cuestión muy debatida es la viabilidad económica de una Cataluña independiente. Ahí deben analizarse, principalmente, los aspectos comerciales y hacendísticos. Cataluña tiene un PIB per cápita por encima de la media de la UE (111 por ciento sobre 100 de la EU28 en 2013, según Eurostat) y es, desde siglos, una región comercialmente abierta (las exportaciones han llegado a superar el 50 por ciento de su PIB), pero también deficitaria en la balanza comercial. Su índice de cobertura (relación exportaciones/importaciones) se sitúa en junio en el 83.8 por ciento, uno de los más bajos de España (índice: 91,6 por ciento según ICEX). Con el resto del Estado suele tener importantes superávits según datos de Idescat. Los efectos globales sobre el saldo comercial serían negativos.

En el área de Hacienda, por un lado Cataluña no asume considerables gastos adicionales, y tendría que hacerlo si fuera independiente, al ser competencia estatal (pensiones, política exterior, Defensa, etc.). Pero por otro debe considerarse la diferencia entre los impuestos generados en Cataluña, los que recauda el Estado (altos dado su nivel de renta), y las transferencias de recursos recibidas. Los datos homogéneos de balanzas fiscales de las CCAA se publican por el Ministerio de Hacienda con demasiado retraso; los últimos corresponden a 2012 (actualizado en septiembre de 2015), indican que Cataluña es una de las cuatro CCAA con saldo fiscal negativo en una cuantía que representaba el 3,74 por ciento del PIB (9,57 en Madrid), explicado en un 70 por ciento, ya que las regiones con más renta pagan más impuestos, y el resto, más complicado de acotar, por las políticas de gasto (ver Informe sobre dimensión territorial de las AAPP. Julio 2015). En Cataluña los ingresos y gastos per cápita superan la media.

Hasta aquí, sintéticamente, algunas consecuencias directas de una hipotética independencia, con la información a nivel estatal disponible. Obviamente las cifras diferirán si las fuentes (contrastables) y cálculos (transparentes) son diferentes. Pero hay importantes efectos inducidos; por ejemplo que la independencia colocaría a Cataluña, como mínimo transitoriamente y por un período indefinido, fuera de la UE, con las (siempre negativas) consecuencias que conlleva.

Y están los aspectos políticos. Existe, no solo en Cataluña, cierta incomodidad en lo que a la implantación del sistema autonómico se refiere, por motivos a veces opuestos (no haber fructificado suficientemente el sistema, o lo contrario). Los conocedores de la historia saben que los sentimientos nacionales plurales tienen sus raíces hace siglos.

Entonces, ¿se podría haber hecho mejor que en la Constitución? Indudablemente, hay otras posibilidades de construir un Estado plural y recíprocamente beneficioso, más allá de parches en los modelos de financiación o tibiezas similares. La lista es larga. Desde un sistema similar a la confederación suiza, donde apenas hay nacionalismos, hasta otro federal como los Länder alemanes o los Estados norteamericanos. Otra opción adicional es la reducción sustancial del número de autonomías para disminuir la excesiva disparidad. Es el campo de la Política, donde, a diferencia de otros campos, apenas se conocen trabajos sólidos y bien aceptados, ni parece que estén en los cajones de "la academia" de políticos, que se han debido dedicar a otras cosas. No hay razones para no dialogar y ponerse a trabajar, empezando con medidas puntuales y consensuadas.

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