
El hispanista marroquí Hassan Arabi, catedrático en la Universidad Mohamed I, con sede en Nador, es autor de un artículo que lleva por título Deus y Logos en el mundo árabe, en el cual se lee: "El mundo musulmán sigue preso de su pensamiento medieval, lleno de una gran dosis de prejuicios y de odio al otro [?] Las castas del poder de cada época elaboraron su Islam político, su verdad divina e incuestionable que favorecía sus intereses y les permitía sentenciar a cualquiera que piense distinto".
Los musulmanes necesitan su propia Ilustración para volver a entender su propia historia, regenerando su pensamiento y desafiando las ideas oscurantistas. Pero este rechazo respecto a las verdades metafísicas no sólo es aplicable a los países árabes.
También aquí, en Europa, y particularmente en España, la Santa Inquisición vuelve por sus fueros, pero no de la mano de la Iglesia católica. Ahora los tonos, los discursos, los odios y las limpiezas étnicas son característica de "los regeneradores" políticos. Un espíritu inquisitorial que no sólo ha infectado a los de Podemos. El virus se ha extendido a los "viejos" y "nuevos" partidos y para ello la infección ha contado con la ayuda de periodistas que representan la parte más activa del cabreo nacional.
Bajo malas condiciones personales y urgidos por un futuro incierto, estos profesionales de la prensa han dejado de atenerse a la norma deontológica y muerden la pantorrilla a quien pillan (excepto a los millonarios causantes directos de su ruina). Esa plaga nació en los EEUU y ha hecho fortuna en España bajo la denominación de "políticamente correcto" se ha transformado en un sistema de "premios y castigos".
En las actuales condiciones ambientales se hace evidente la conclusión a la que llegó Luciano Rincón después de pasarse algunos años a la sombra por haber escrito una biografía "no autorizada" de Francisco Franco. Tras los barrotes, escribió: "Aquí toda mejora empeora". Pues eso.