
Ocurrió en el año 480 antes de Cristo, durante la batalla de las Termópilas que enfrentó a los ejércitos de las polis griegas contra los persas. Apenas un puñado de espartanos, 300 según narró Herodoto, luchaban contra un millón setecientos mil persas, a las órdenes del rey Jerjes. Éste mandó entonces un mensaje contundente, instando a los griegos a deponer las armas.
Pero la respuesta de Leónidas, rey de los espartanos, no se hizo esperar: Molon Labe (venid y tomadlas). Un desafío en toda regla aún sabiendo que no había otra salida posible.
Hoy, casi 2.500 años después, Alexis Tsipras, el primer ministro griego y líder de la coalición radical de izquierdas Syriza, no tiene enfrente a los persas, sino al Eurogrupo. Pero, como Leónidas, ha lanzado un órdago de consecuencias aún imprevisibles, consciente también de que no hay otro camino que la negociación con sus acreedores. El problema es que confiado, quizás, en que estos no dejarán que Atenas caiga y sea expulsada definitivamente del euro, ha situado a todo un país al borde del abismo.
Tsipras parece estar buscando una quiebra ordenada dentro de la moneda única y forzar así una quita de la deuda. Sin embargo, ha bastado tan sólo el anuncio el pasado sábado de la convocatoria de un referéndum, para que Europa se harte, cierre la puerta y se desate el pánico entre sus compatriotas. En tan sólo 24 horas han salido del país durante el pasado fin de semana 400 millones de euros. Y en los bancos la colas para retirar dinero son cada vez mayores ante un posible corralito financiero.
Tsipras no es Leónidas ni estamos en el paso de las Termópilas, pero como el antiguo rey espartano corre el riesgo de no medir adecuadamente sus fuerzas. Y es posible que entonces el desafío le salga mal y se vea obligado a lanzar aquel grito desesperado de su antepasado. "Espartanos, esta noche, cenaremos en el infierno".