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¿Ganará Alexis Tsipras esta apuesta?

  • No existe agitación en las calles de Atenas
En la imagen, Alexis Tsipras.

La crisis de deuda de Grecia dura seis meses, con reuniones de última oportunidad seguidas de más conversaciones de última oportunidad. Ahora bien, el saldo de efectivo de Grecia debe ser suficiente para cubrir 2.500 millones de euros en salarios y pensiones este mes. Además el BCE compensa la retirada de depósitos bancarios con el programa de asistencia de liquidez de emergencia, pues los bancos griegos aún cuentan con garantías suficientes. De hecho la agitación no es palpable en las calles de Atenas: no hay colas en los mostradores de los bancos y los cajeros automáticos funcionan normalmente. Más aún, con las retiradas de efectivo los griegos tienen dinero para gastar, los restaurantes están llenos y los lugares de moda requieren reserva por adelantado, mientras el tamaño y violencia de las manifestaciones es menor.

En este sentido la estrategia de Alexis Tsipras es apretar hasta el momento en que el Gobierno no pueda pagar salarios y pensiones. Hay que tener en cuenta que aplicar controles de capital es prerrogativa de su Ejecutivo. De manera que, cuando la temporada turística ha empezado, se abstendrá de poner en práctica medidas muy perjudiciales y costosas en apoyo político. Por otra parte el BCE puede forzar medidas limitando la asistencia de liquidez, aunque es poco probable que quiera asumir la culpa del caos en Grecia.

De manera que Atenas está en buena posición para un acuerdo. Además de 1.500 millones de euros en vencimientos a pagar el 30 de junio al Fondo Monetario Internacional, FMI, el siguiente gran reembolso es el 20 de julio, 2.300 millones de euros al BCE. Al respecto la última propuesta del Gobierno griego ha recibido la bienvenida, con matices (como se vio el miércoles) de los socios de la UE. La nueva lista de medidas satisface la generación de ahorros sobre ingresos presupuestarios adicionales, con medidas permanentes por valor de 2,5% del PIB; superávit primario de 1%, 2%, 3% y 3,5% del PIB entre 2015 y 2018; 1% de PIB en ingresos por reformas del IVA, en particular eliminación parcial de descuentos en las islas griegas y 1% del PIB en ahorro extra en reformas de seguridad social, sobre todo jubilaciones. En contraste, Christine Lagarde, presidenta del FMI, es más crítica en cuanto a que sean suficientes para hacer sostenibles las finanzas públicas de Grecia, posición que favorece la solicitud de condonación de deuda de Alexis Tsipras. De hecho el FMI no puede prestar a un país insolvente, pero el alivio de la deuda es inaceptable para los europeos.

Ahora bien, si finalmente se cierra un acuerdo probablemente se limite a liberar 7.200 millones de euros pendientes del actual programa de rescate, una solución provisional. Pero incluso tal resultado puede poner a prueba la unidad del partido gobernante Syriza, aunque sea aprobado por el ala más moderada. Además ha de ser ratificado en otros parlamentos, en particular Alemania. En caso de aprobación de todos los parlamentos se allanará el camino para el pago de los 7.200 millones y que Grecia honre los siguientes plazos. Sin embargo serán necesarias negociaciones para un tercer plan de rescate por importe de 25 a 30.000 millones de euros para pagos el resto de este año y siguientes.

Si no se cerrase un acuerdo el Eurogrupo puede concluir que Grecia no se encuentra bajo un programa de protección. Ello provocaría que el BCE dejara de admitir como colateral la deuda soberana sin calificación crediticia de Grecia. Los depositantes serían propensos a perder la confianza en sus bancos y retirar sus depósitos, dejando a las autoridades griegas con la sola opción de cerrar las puertas de los bancos e imponer control de capitales, probablemente con emisión de moneda paralela. Con los depósitos bancarios congelados y evidentes costes económicos el apoyo del gobierno de Syriza probablemente se desplomaría. Ello implicaría una grave crisis para Grecia, aunque el país podría permanecer en cuarentena un tiempo con apoyo del BCE a los bancos griegos. En este contexto el contagio a otros países de la periferia de la eurozona podría ser limitado. Los bancos europeos se han recapitalizado y reducido notablemente su exposición a Grecia. Además el programa de expansión monetaria del BCE y sus operaciones monetarias directas ayudarían ampliamente a sostener la deuda soberana y los mercados financieros.

Aún así, sería un peligroso salto a lo desconocido, con consecuencias potencialmente muy perjudiciales para los griegos, la supervivencia del gobierno griego y el futuro de la Unión Monetaria Europea. Así que los incentivos son muy fuertes para un compromiso a tiempo con equilibrio entre medidas de austeridad y pro-crecimiento. Así que, ¿se verá Tsipras recompensado con una reestructuración de deuda y una victoria política? En realidad tiene sentido convertirle en aliado para las inevitables conversaciones futuras. También, tras años de austeridad, es una oportunidad para Europa de ajustar la respuesta a la crisis, aun cuando las decisiones supongan un desafío en el actual ambiente político europeo. En cualquier caso no hay duda de que se está cerca de una solución (temporal), si bien la definitiva para una unión monetaria viable aún sigue lejos.

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