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¿Descarrilamiento del euro?

Hay quienes, con un optimismo cuestionable, sostienen que dado el escaso peso del PIB de Grecia en el conjunto europeo (2 por ciento), la eurozona podría soportar sin grandes dificultades su salida del euro ante un eventual impago. Es más, algunos analistas financieros han descontado ya esa posibilidad. Claro que los acreedores no son tan optimistas, no solo por su condición, sino porque Grecia, a diferencia de otros países con alto endeudamiento (Japón tiene bastante más en proporción a su PIB, pero comparativamente su deuda externa es reducida), tiene una deuda externa considerable. Además, con la continua fuga de capitales, crece el riesgo de quiebra de su sistema bancario.

Hay más hechos diferenciales. Grecia, a diferencia de Japón, pertenece a un "club", el de la UE, cuestionado por un posible abandono del Reino Unido, que representa el 11 por ciento del PIB, y por un euroescepticismo ideológico creciente, ligado a la crisis económica que empezó en 2008 sin que a fecha de hoy haya atisbos significativos de cambio salvo débiles recuperaciones. Por supuesto, las consecuencias de una salida del euro y/o el impago para los griegos serían mayores dada su capacidad de absorber el golpe. La inevitable vuelta al dracma u otra moneda nacional (por ejemplo, para pagar pensiones y sueldos públicos) supondría una importante pérdida de poder adquisitivo, y lo mismo ocurriría con los escasos ahorros que quedarían con una moneda muy devaluada, corralitos, etc. La lista de efectos negativos es larga.

La solución intermedia, considerada línea roja por varios países europeos, sería la "reestructuración" de la deuda, es decir, una quita selectiva. Se habla de un 50 por ciento del total, y del 100 por ciento en aquella parte considerada "ilegítima" por el Comité Internacional presidido por el belga Eric Toussaint (experto en esta materia). La cuestión a dilucidar es si tras esa quita Grecia volvería a crecer lo suficiente para reducir el resto de deuda. Como en eso ya no se confía (por razones ya comentadas), la parte acreedora pone énfasis en el recorte de pensiones. La razón: es una partida importante; una "propuesta inteligente" y punto de partida para medidas similares. También, con menos énfasis, el FMI recomienda una reestructuración fiscal; fundamentalmente subir el IVA. Algunos califican estas propuestas como políticamente incorrectas. Es obvio que lo son, pues para nada ponen énfasis en el crecimiento, o en reformas creíbles de buen gobierno. De nuevo se ponen sobre la mesa planes de austeridad que ya han contribuido a reducir el PIB griego un 30 por ciento. Claro que Grecia desespera con su falta de propuestas creíbles que no empeoren más la situación.

Así estarían las cosas ante la quiebra o salida de Grecia del euro que se produciría ante el posible impago de su deuda. El último día de junio tiene que saldar al FMI una cantidad importante. Ya no existe, teóricamente, posibilidad de retrasarlo. No tendría capacidad para hacer frente al vencimiento (si no fuera por la ampliación de la liquidez de emergencia del BCE) y ese mismo día expira su acuerdo de ayuda financiera con el FMI, mientras sigue paralizada la ayuda del rescate.

¿Cómo manejaría el golpe la eurozona? Mal de cara a la imagen de estabilidad y avance en la construcción europea, ya algo dañada ante la posibilidad (que veo lejana) de un Grexit, pero no estamos en la situación de, por ejemplo, 2010. Sería el primer país del club que no devuelve créditos y, en consecuencia, hay quienes dan por hecho el hundimiento del euro. Pero eso ocurriría si la desconfianza en la capacidad de la eurozona fuera generalizada. Por ello el presidente del Eurogrupo dice que "no quiere especular con la posibilidad de impago"; se juega algo más. Hay quienes ven un nuevo Lehman Brothers con epicentro en una debilitada Bruselas.

La relación entre Grecia y Europa es asimétrica, pero si nadie quiere ceder sucederá lo que casi nadie quiere, mientras que si uno cede más que otro se creará un mal precedente. La cuestión en saber quién tiene más que perder. La solución, que cedan ambos.

Claro que no es descartable que sigan celebrándose reuniones teatrales (el lunes, reunión "de emergencia") sabiendo que no se hará nada sustancial; varios sectores de la línea dominante del club desean que se produzca la salida (ver el Grexident o salida "accidental" de la que habló en marzo el ministro alemán) pues están convencidos de que Grecia nunca estará cómoda en la eurozona.

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