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Blatter asesta un golpe a la economía suiza

  • Ya hay signos de que la economía del país está en apuros

Quizá no se salga con la suya. El presidente de la FIFA se aferraba al poder, pese a la detención y posible extradición de una serie de altos cargos del órgano rector del fútbol. Sin embargo, se ha declarado una fuerza lo bastante potente como para desalojar a este hombre de 79 años del mando de la que, a primera vista, es una de las organizaciones más desacreditadas del mundo.

Lo que ya es indudable es que el último escándalo de la FIFA le ha asestado otro golpe a la turbia economía que caracteriza a Suiza. Primero, sus bancos privados fueron objeto de una serie de litigios e investigaciones y ahora las organizaciones internacionales que por norma han establecido su sede allí podrían verse sometidas al mismo escrutinio.

En cierto punto, la marca nacional suiza acabará dañada sin remedio. Los días en que Suiza podía ofrecer un refugio seguro para el dinero y las organizaciones que buscaban discreción y secreto parecen ser historia. La pregunta incómoda para la que sigue siendo una de las economías más ricas del mundo es si existe otra alternativa tan lucrativa que pueda reemplazarla.

Habrá que ver cómo se desenmaraña la saga FIFA. No muchos consejeros delegados pueden sobrevivir a la detención de una serie de altos directivos ni a los incontables escándalos destapados de supuesta corrupción que se han venido publicando sobre la organización desde hace años. Pese a ello, Blatter se aferraba al poder cual monarca envejecido y parecía ajeno a los daños que podría estar causando al deporte que debería promocionar. Si habrá más detenciones, qué ocurrirá cuando los directivos acusados vayan a juicio y si se filtra más información, lo averiguaremos pronto. Aun así, la FIFA se ha visto dañada, de eso no cabe ninguna duda.

Suiza saldrá mal parada

¿Y Suiza también? Blatter es un ciudadano suizo, la organización se constituyó en Suiza y su sede central está en la ciudad de Zúrich. Lógicamente, la FIFA está siendo investigada por las autoridades helvéticas pero durante años el país parece haber hecho la vista gorda a sus actividades y contentarse con proteger a sus directivos. Tuvo que venir el FBI y un fiscal de EEUU, para que se tomaran medidas y eso no deja a Suiza muy bien parada.

Tampoco es que sea un caso único. En los últimos años, los reguladores y fiscales internacionales se han centrado en el sector bancario suizo. Desde hace dos años, una serie de bancos privados suizos han firmado acuerdos con la Secretaría de Justicia de EEUU, sobre acusaciones de ayudar a ciudadanos americanos a evadir impuestos. Docenas de bancos han pagado cuantiosas multas y entregado datos a los inspectores fiscales.

Otros han tirado de la manta y entregado datos similares a funcionarios alemanes y franceses, y les han ayudado a localizar miles de millones apilados sigilosamente en cuentas discretas. Uno de los bancos privados más antiguos de Suiza, Weglin, con más de 250 años de historia, tuvo que cerrar cuando se le impusieron multas por ayudar a estadounidenses ricos a reducir sus impuestos.

Las cuentas secretas en Suiza han sido un clásico de los escritores de novelas de misterio desde hace décadas. En los últimos años, ha quedado claro que la ficción se acercaba mucho a la realidad. La evasión de impuestos era generalizada entre los clientes del sector bancario y los reguladores suizos hacían la vista gorda en general, y dejaban que los fiscales de Estados Unidos, Francia o Alemania tomaran medidas.

Hacer la vista gorda a los negocios turbios parece haber sido una de las claves del éxito de Suiza. Es cierto que el país también fabrica relojes y chocolate, y posee un sector farmacéutico bastante próspero, pero ha sido su discreción la que le ha ayudado a convertirse en uno de los países más ricos del mundo. Con un PIB per cápita de 47.000 dólares, Suiza ocupa constantemente los primeros puestos en las listas de los países más ricos del mundo. Y no ha llegado ahí gracias a sus pistas de esquí.

De hecho, ya hay signos de que su economía está en apuros. En el último trimestre, la economía encogió un 0,2%, un resultado pésimo cuando la economía global empieza por fin a recuperarse. Incluso Francia y España han vuelto a crecer, pero los suizos van hacia atrás. La explicación al uso es la sobre-evaluación del franco, en concreto frente al euro (una situación muy dolorosa porque casi todas las exportaciones del país se dirigen al resto de Europa). Por supuesto, tiene parte de razón. Pero a largo plazo podría suceder que Suiza está cayendo en desgracia por los escándalos que han protagonizado sus principales sectores.

¿Todavía quiere una cuenta en un banco suizo? Aunque los empleados sean muy entendidos y educados, y les sobre experiencia, la respuesta es probablemente no. Se pueden encontrar bancos competentes en muchos sitios. Tener una cuenta en Suiza levanta automáticamente sospechas y, salvo que de verdad quiera esconder algo, ¿por qué querría asociarse con eso?

En el mismo hilo, tras el escándalo de la FIFA, ¿seguirán queriendo las organizaciones tener su sede en Zúrich o Ginebra? Al fin y al cabo, si estas ciudades se han contentado con alojar a Blatter y sus compinches de la FIFA ¿qué está haciendo usted ahí? Una sede en Suiza, como una cuenta en un banco suizo, levanta sospechas. ¿Por qué no basarse en Berlín, Londres o Bruselas (ciudades sin ese tufillo a corrupción)?

A medio plazo importa mucho. Sin secreto ni discreción, Suiza podría acabar pareciéndose mucho a sus vecinos: Francia, Austria y el norte de Italia. Ninguno es un caso perdido, al menos por ahora, pero tampoco especialmente próspero. Durante años, los inversores han asumido que Suiza era una de las economías más sólidas del mundo y entre las más seguras. Después de Blatter quizá ya no sea verdad, y durante una generación o más el franco y el mercado bursátil suizos deberían evitarse.

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