
Para empezar, dará a los redactores de titulares económicos algo distinto en qué pensar. Acciones por aventuras. La bolsa se enciende. La otra OPI. La web de adulterio Ashley Madison estudia una oferta pública inicial y dicen que se ha fijado en Londres como el centro financiero más probable, tras encontrar dificultades para lanzar la emisión en su Canadá nativa. El problema es que a muchos banqueros y agentes de Londres podría incomodarles la idea. Por lo visto, su negocio, por muy rentable que sea, resulta demasiado turbio para la City.
Esperen un momento: ¿desde cuándo se ha vuelto mojigata Londres? Debería recibir con los brazos abiertos (sí, es la expresión correcta) a la OPI de Ashley Madison. Hay tres motivos: las web de citas son un negocio enorme y la city puede ganar ventaja; las acciones del pecado siempre han funcionado bien; y nuestra definición de lo "pecaminoso" varía tanto con el tiempo que no tiene mucho sentido trazar una línea en la arena en esta ocasión.
Por si no sabe de qué hablo, Ashley Madison es una web de citas que une a personas casadas para mantener aventuras entre sí. Originaria de Canadá (¿quién ha dicho que es un país aburrido?), ya ha intentado recaudar capital en su propio país pero ahora estudia reunir 200 millones de dólares con la venta de acciones a inversores en Londres. No hay duda de que es un negocio enorme y con mucho potencial. Gana dinero cobrando a los hombres créditos que pueden gastar presentándose a mujeres, una versión tecnológica de la "barra libre para ellas" que los bares llevan usando varios milenios. Por lo visto funciona. La empresa ingresó 115 millones de dólares el año pasado y ha cuadruplicado sus ventas desde 2009.
En Londres se han flotado negocios mucho más dudosos, pero con este parece haber recelo. La cotización de Toronto no despegó por los nervios de los inversores ante la idea de hundir su dinero en una empresa tan polémica. Según The Times, lo mismo podría suceder en Londres con los banqueros recelosos de participar en una OPI que podría dañar su reputación, aunque la empresa asegura que estudia cotizar en Europa por su actitud más relajada ante la infidelidad.
¿La City como guardiana de la moralidad?
Dejemos de lado la cuestión obvia de la hipocresía. Después de financiar el comercio de esclavos, un imperio, varias docenas de guerras, el tráfico de armas, el tabaco, el juego y, por supuesto, el negocio del opio, parece un poco tarde para tildar de inaceptable un poco de coqueteo online extramatrimonial. Incluso si desechamos ese argumento, sigue habiendo muchos motivos para apoyar la emisión.
Para empezar, es una gran oportunidad de mercado. Nos guste o no, las páginas como Ashley Madison y muchas competidoras tienen mucho éxito. La popular aplicación de contactos Tindr ya está supuestamente valorada en mil millones y algún día sacará una OPI sin duda. También lo hará la aplicación de contactos gays Grindr. El sector de contactos es uno de los más potentes en Internet y se hará cada vez mayor a medida que los empresarios inteligentes encuentren más y más maneras de presentar a las personas entre sí. Si Londres es capaz de cavar un nicho natural para sus OPI y hacerse con un montón de acciones, podría convertirse en un gran mercado de crecimiento para la City.
En segundo lugar, hay muchas pruebas de que las acciones del pecado han funcionado muy bien durante años. Por ejemplo, un estudio de H. Hong y M. Kac- perczyk en The journal of financial economics, titulado The price of sin (El precio del pecado) descubrió que las acciones del pecado entre 1985 y 2006 superaron en rendimiento al mercado en general en un 2,5% al año (y mejor aun solo en EEUU). Con esta clase de márgenes se levantan fortunas de fondos de cobertura. Claro que podría no ser más que una anomalía estadística. Más plausible sería que, para bien o para mal, es lo que realmente vende. Cuantas más posea Londres (y si Ashley Madison no cuenta como pecado, no sé lo que contará), mejor rendirá el mercado.
Por último, los límites se desplazan con el tiempo. Lo que nos parece pecaminoso no es siempre lo mismo. Hace 50 años, fumar era algo totalmente normal, pero ahora es casi inaceptable. Consumir marihuana va en la dirección opuesta. Lo mismo que el juego (y de eso hay muchas empresas cotizadas en Londres). Sin embargo, fabricar armas está perdiendo aceptación. En resumen, es difícil decidir lo que es pecado y lo que no. Sin duda, es mejor dejar los juicios morales a los sacerdotes y filósofos que a los financieros.
Evidentemente, que cada uno quiera invertir en las llamadas acciones del pecado es cosa suya. No hay nada de malo en los fondos éticos que deciden evitarlas o los inversores particulares. Cada uno debe tomar sus propias decisiones sobre la manera en que quieren ganar dinero pero no hay necesidad de que la city rehuya a Ashley Madison o a ninguna otra OPI que otros centros financieros no quieran tocar. Si lo hace, se llevarán su dinero a otra parte y los inversores tendrán menos opciones. Y si al final resulta imposible cotizar en Londres, la empresa podría arriesgarse con la avalancha de impuestos y normativas, y cotizar en París. Hasta podrían disponer de una línea especial para vender acciones de cinq à sept (los franceses seguro que le ven la gracia).