Firmas

Nadie quiere al Gobierno de Rajoy

  • Los españoles recuperan la confianza en la economía pero no en el PP

Dicen que cuando hay amor hay confianza ciega aunque no haya nada que lo justifique; y al contrario, no te crees nada cuando alguien te cae mal. A lo mejor es lo que le está pasando al Gobierno de Mariano Rajoy. A pesar de haber sido quien ha superado la gran crisis, nadie parece quererle. Algo similar le sucedió a Winston Churchill.

Los datos son abrumadores. El Indicador de Sentimiento Económico elaborado por la Comisión Europea se sitúa en el punto más alto desde el 2001, por encima de la media de la eurozona. El crecimiento económico se viene acelerando desde hace siete trimestres; el crédito a familias y empresas empieza a fluir cuando hace tan solo un par de años estaba totalmente cerrado; el consumo está lanzado, como se ha puesto de manifiesto durante estos días de vacaciones; la inversión en vivienda y construcción se ha reanudado con fuerza después de haber estado totalmente paralizada.

El poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas se está recuperando gracias a la baja inflación, al tiempo que se está reduciendo el déficit público. La bolsa ha tenido su mejor trimestre de los últimos doce años y así se podría seguir con una retahíla de datos cuando menos ilusionantes.

Sin embargo, los españoles que están recuperando la confianza en la economía no recobran en la misma proporción la confianza en el PP. Y esto parece tener desconcertados a María Dolores de Cospedal y a Pedro Arriola. Por el contrario, una parte creciente de la sociedad parece fiarse cada vez más de los dirigentes de Podemos, Pablo Iglesias, y de Ciudadanos, Albert Rivera, a pesar de que ninguno de ellos ha hecho nada para ganarse dicha certidumbre... nada de nada. Simplemente son atractivos, jóvenes, nuevos y sin ningún tipo de experiencia.

La respuesta puede ser la que me ofrece mi amigo Juan Ignacio Crespo cuando me dice que tenemos una sociedad caprichosa y desinformada. Otra interpretación es que el Gobierno no ha sabido seducir a la sociedad. Como diría Cristóbal Montoro, "estamos aquí para sacar las castañas del fuego y no para ser simpáticos". Se equivoca, el amor es preámbulo de la confianza como nos cuenta el húngaro István Szabó es su magnífica película Confianza (1980).

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