Firmas

Los mitos de la economía griega: una historia algo manipulada

  • Si no se corrige la ineficiencia del sector público, toda ayuda será coyuntural

Parece cercano el default griego, más con las nuevas limitaciones del BCE a las emisiones de deuda. Pese a innegables esfuerzos. Como ejemplo, el saldo público primario, que estaba en el -10,5% del PIB en 2009, pasó al +0,3% en 2014 (Ministerio de Finanzas). Estaba previsto un 3% para 2015 y un 4,5% para 2016 según el anterior programa de la troika, algo bastante complicado con un paro descomunal.

Pero sigue registrando importantes déficit globales y, por tanto, aumentando la deuda, al incluir intereses, que durante la crisis superaron el 10% (bonos soberanos). Se produjo el clásico efecto bola de nieve, mientras otros países apenas pagaron intereses por su deuda, y la "ultra austeridad" de Grecia como única estrategia ha sido escasamente útil para el fin propuesto.

Grecia desearía vincular el pago de la deuda al crecimiento nominal, obvio para contener el ratio deuda/PIB, y relajar algunas imposiciones del rescate. Paralelamente se comprometen a luchar contra el fraude fiscal y otras medidas "impopulares", que presentarían el lunes.

Los mitos de la deuda griega

Los mitos griegos destacan en la literatura, pero se han extendido mitos interesados para explicar la deuda. Uno, que es un pueblo tramposo e incapaz de generar PIB suficiente para pagar su deuda. Sin embargo, las series históricas del Banco Mundial y Eurostat son contundentes. Grecia tuvo un crecimiento medio del PIB del 1,5% en los ochenta y noventa, y del 4,3% frente al 2,2% de la eurozona en el quinquenio pre-crisis.

Que coexistió con niveles altos en la deuda pública global; a diferencia de otros países, la crisis de deuda se debió a un endeudamiento público prolongado, iniciado tras el régimen militar, que dejó a su economía entre las más pobres. Su nivel de deuda privada es comparativamente reducido (ver FMI). Siguió durante los 90, tras reducirse sensiblemente algunos impuestos, y creció con la entrada en la eurozona para renovar sus obsoletas infraestructuras, necesarias para un crecimiento basado en el turismo, la agricultura y el transporte marítimo.

Su peso sobre el PIB se mantuvo, con leves altibajos e inflación moderada, en torno al 120% durante el actual milenio. Otros países, como España, sufrieron un desbocado aumento del endeudamiento privado durante la burbuja inmobiliaria. Hubo inversiones cuestionables como el coste de las infraestructuras olímpicas o los gastos militares.

Desde 2009, coincidiendo con una revalorización del riesgo a raíz de la crisis subprime, el Gobierno griego de entonces solicitó ayuda a la UE para pagar el servicio de la deuda, principalmente a bancos franceses, alemanes y griegos; las agencias calificadoras hicieron el resto, disparándose más las primas conforme se conocía el falseamiento de datos macroeconómicos.

Desde entonces, Grecia experimenta tasas de crecimiento negativas, paralelamente con programas de austeridad; el ajuste fiscal ha sido fuerte, pero al descender la renta considerablemente, la deuda ha pasado del 110% al 176% del PIB (Eurostat), haciéndose cada vez menos sostenible. En 2014 el PIB empezó a crecer ligeramente, pero con un altísimo paro. En definitiva, los planes de austeridad han contribuido a reducir el PIB un 27% aproximadamente, sin parangón en épocas de paz.

El crecimiento como prioridad

La prioridad debe ser el crecimiento; es necesario un modelo productivo y creador de empleo e instituciones más creíbles. Si no se hace, ni se corrigen históricas ineficiencias del sector público, cualquier ayuda será coyuntural y solo permitirá retrasar el desenlace final: la salida del euro.

Grecia padece una hemorragia social, y las restricciones de liquidez, con más fuga de capitales e ingresos presupuestarios mermados (un 13,8% menores de lo esperado en enero-febrero) provocarían el impago tres años después del anterior. El pueblo daría más apoyos a sus gobernantes, que no son culpables de la crisis ya que han estado más de cuatro décadas bajo el bipartidismo conservador-socialista, y avivarían tensiones más allá de la eurozona.

Ahora se estudia un muy complicado acuerdo de prórroga y/o nuevo rescate con las reformas asociadas. Algunos think tanks, quizás partidarios de una evolución darwiniana de la eurozona, se alegrarían más con la expulsión de Grecia del euro que con una solución razonable del problema. En lugar de apoyar la "prosperidad compartida" que en estas páginas ha propuesto el Ministro de Finanzas griego desde un replanteamiento de la unión monetaria.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky