Firmas

Europa, con el agua al cuello

El Viejo Continente no ha sabido hasta el momento responder a los retos de esta crisis. A nuestros políticos hay que recordarles que el objetivo es mejorar la situación de los ciudadanos.

Este viernes han salido los datos de actividad económica en Europa, dada la debilidad que viene presentando nuestro área y los mensajes que hemos ido recibiendo alertando del bajo crecimiento, la atención en las cifras estaba más que fundamentada. Sorprendentemente y en contra de las previsiones, Europa ha registrado un aumento de la actividad, modesto, pero por encima de las estimaciones. Incluso la maltrecha Grecia ha conseguido crecer y abandona así la enorme recesión que asola al país.

Sin embargo, tanto los mercados financieros, como las casas de análisis y los centros de opinión han recibido los datos con una enorme tibieza, lo cual en mi opinión es lógico y fundamentado pues Europa continúa con el agua al cuello, o si lo prefieren a las puertas de una posible recesión. La probabilidad de entrar en contracción podrá ser del cuarenta por ciento. Los datos de crecimiento, aún cuando no se registre recesión técnica, son débiles y tristes. Algunas voces, a las cuales me adhiero, ponen el énfasis en que con estos datos del PIB no se va a crear prácticamente nada de empleo. Por otra parte, no se aleja en ningún momento el peligro de japonización del Viejo Continente. Hay que volver a insistir en que llevamos ya mucho tiempo en recesión en Europa o al menos creciendo por debajo de nuestro potencial, eso significa que algo se está haciendo mal, manifiestamente mal. Europa no ha sabido hasta el momento responder a los retos de esta crisis ni de forma conjunta ni individualmente por países, es más los que han realizado algún movimiento, como España, han parado en el impulso reformador.

En el caso de la respuesta conjunta, Europa como bloque, se podrían enumerar un montón de actuaciones de las que mucho se ha hablado pero poco o nada se ha hecho: actuaciones del BCE más decididas con bajadas de tipos más rápidas y agresivas de las que se han llevado a cabo, exploración de vías o actuaciones no ortodoxas al estilo de EEUU, estrictos criterios de déficit público que han ahondado en unos recortes y políticas de austeridad asfixiantes, imposibilidad de reorganizar deudas de países, incluso con quitas y condonaciones, extendiendo esa medida también para la deuda privada la de los ciudadanos y empresas, inexistencia de un proyecto y puesta en funcionamiento de un tesoro a nivel Europeo, un Banco Europeo de Inversiones desaparecido. Son solo algunos de los aspectos más destacables pero como comentaba habría más. Tampoco de forma individual los países han sabido responder a los desafíos que esta crisis plantea. Tenemos países como Francia o Italia reticentes a adoptar reformas en aspectos claves como: control del déficit público, mercado laboral, pensiones, políticas de incremento de actividad. Sí, Francia ha crecido pero como su propio ministro de economía decía, el crecimiento es insuficiente para crear empleo. Bienvenida la observación pues es totalmente correcta, sin embargo, ¿qué va a hacer Francia para mejorar? Tenemos también a Alemania que ha impuesto políticas de austeridad a todo aquel que haya solicitado un rescate, ya sea duro o blando como el español, ahora sus datos de balanza exterior se resiente, agravado porque China se está frenando y el tema ucraniano ha complicado enormemente el panorama de aquel país. Los germanos deberían haber llevado a cabo reformas para fortalecer su demanda privada que, aún cuando ha crecido, sigue siendo insuficiente para tirar del crecimiento de aquel país y del resto de Europa. ¿Cuándo va a comenzar a funcionar la locomotora Europa? ¿Cuándo va a dejar de maltratar a los países periféricos? Cada vez que oigo a los integrantes del troika poner a España como ejemplo de lo bien que han ido las reformas deberíamos recordarles que España tiene una tasa de paro cercana al 25 por ciento -en el crack del 29 EEUU no se llegó a esa tasa-. Deberíamos también recordarles que España ha abierto una brecha de desigualdad entre la población tremenda que va a costar muchos años para cerrarla o que hay un porcentaje muy alto de personas en el umbral de la pobreza.

A nuestros políticos habría que recordarles que el objetivo no es que nos pongan como ejemplo, es mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y dar esperanzas a nuestros jóvenes, ofrecer una solución a todos aquellos parados de larga duración que además tienen más de 45 años. Pero para eso hay que terminar las reformas, una de las más urgentes sigue siendo la del mercado laboral, para cuándo el contrato única una y mil veces tan reclamado y una y mil veces sin abordar. Sí Europa crece, pero crece muy poco para sentirse esperanzado que no cómodo. El crecimiento de la actividad económica, después de siete años insisto, está por debajo de su potencial. La diferencia entre el PIB potencial y el registrado, el output gap, no se cierra sigue abierto y por tanto hay pocas esperanzas de crear empleo o alejarse de un estancamiento secular al estilo japonés. Pero es que además el crecimiento presenta puntos que muestran su debilidad y la falta de fortaleza e inercia, el ejemplo más claro está en el crecimiento de la formación bruta de capital, ese epígrafe al que acudimos para intentar vislumbrar los próximos crecimientos. En Alemania la inversión en bienes de equipo se ha reducido sustancialmente, en Francia la subida de inventarios de las empresas contribuye al impulso de la actividad.

Hay crecimiento pero no es bastante para sacarnos de la encrucijada.

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