
Tras un ciclo alcista de treinta años en los mercados de renta fija, cabe plantearse si los beneficios de invertir en bonos para las carteras se mantendrán por mucho tiempo. La reciente experiencia del comportamiento negativo de muchos fondos de renta fija ha alertado a los inversores sobre la sostenibilidad del ciclo de ganancias. Incluso algunos segmentos ligados al crédito, considerados hasta la fecha casi inmunes a posibles repuntes de los tipos de interés, se vieron también vapuleados por el anuncio en mayo pasado de la retirada parcial y progresiva de estímulos monetarios en Estados Unidos. Nos da la sensación de que múltiples factores podían servir de disculpa para una corrección en los mercados de bonos ya que, al fin y a la postre, los tipos de interés acabarán subiendo.
Hasta este momento la renta fija nos traía a la memoria aquella época feliz, casi inolvidable, de las bolsas de finales de los 90, cuando se invertía un euro en cualquier valor y, sin grandes desvelos, se obtenían dos casi de inmediato. Pues bien, los inversores estaban acostumbrados a un mundo fantástico que ya no volverá. En adelante habrá que asumir dosis crecientes de riesgo para seguir obteniendo unas rentabilidades mínimas. La famosa caza de la rentabilidad ya no será a cualquier precio. El inversor conservador global deberá ir escalando peldaños de riesgo cada vez más altos: del monetario a bonos soberanos, de ahí al riesgo de crédito con grado de inversión, para después ascender hasta el high yield y, finalmente, acabar dejándose abducir por el encanto de los mercados emergentes. Este proceso de ascenso para exprimir hasta el final del zumo del limón no impedirá la frustración de las expectativas de muchos.
Sólo un estilo de gestión activa, entre los distintos peldaños, y muy flexible, incluso en ocasiones corto en términos de duración, es decir, con sensibilidad neta negativa a los tipos interés, permitirá capear el temporal. No se conoce a muchos gestores en el mundo de la gestión tradicional que adopten tales posiciones, pero no nos cabe duda de que cada vez habrá más.
Flujos de inversión
La cuestión que se nos plantea ahora es ¿a dónde se van a dirigir los flujos de inversión que salgan decepcionados de la renta fija? Nos consta que, en las carteras de las grandes instituciones (pensiones, fondos de inversión, aseguradoras, etc.) se acumulan cantidades ingentes de bonos (soberanos y de empresa), circunstancia también muy habitual en las carteras de los inversores privados.
Recientemente se publicaba un informe de la consultora Casey & Quirk Associates que predecía para los próximos 3 o 5 años salidas fuertes por un volumen superior al billón de dólares ($1 Trillion) de los fondos de bonos en EEUU. No es descartable que esa misma tendencia se produzca en otros países desarrollados, donde las rentabilidades reales son también negativas. ¿Se tratará por fin de la gran rotación hacia las bolsas que se venía anticipando? Desde luego existirían razones fuertes de valoración favorables a la renta variable como para justificar tal rotación, pero mucho nos tememos que el perfil conservador de la gran masa de inversión en renta fija no casará fácilmente con la volatilidad propia de los mercados bursátiles.
Puede tratarse entonces, por fin, del momento ideal para el lanzamiento de fondos y vehículos de inversión ligados a la inversión alternativa líquida (Liquid Alternatives). Actualmente son condiciones necesarias para ello una elevada liquidez, transparencia y diversificación, que los hagan homologables a los fondos armonizados tradicionales. Quizá nos encontremos al inicio de una transición más relevante incluso que la de los flujos de inversión. Nos referimos a la confluencia entre los mundos de la gestión tradicional y alternativa, o dicho de otra forma, una suerte de "democratización" de los envidiados hedge funds, o cuando menos de su forma de hacer. ¿Pero de verdad tal excelencia puede llegar a ser accesible al común de los mortales?
Fondos armonizados
Pues aunque cueste creerlo, hay analistas que estiman que los fondos armonizados de gestores alternativos líquidos dirigidos al inversor retail, tanto en Europa (con formato UCITs), como en EEUU (1940 Investment Act), representarán una porción muy significativa y creciente del pastel global de la inversión alternativa. Además, se pronostica también que el monto global de inversión (incluyendo vehículos armonizados y no armonizados) casi duplicará su volumen actual en sólo cuatro años.
Lo relevante aquí, en mi opinión, es que cada vez existen más opciones interesantes para explorar el mundo de los gestores alternativos: plataformas UCITs, cuentas gestionadas, gestores multi-activo y especialistas con una filosofía de retorno absoluto, ETFs, etc. Algunas opciones ya van alcanzando una masa crítica y generando un historial de gestión que nos puede llamar la atención, algo impensable hace sólo tres años. Idealmente, en un futuro no muy lejano, las decisiones esenciales de asignación de activos (asset-allocation) darán paso a otras más relevantes de asignación de estilos de inversión (style-allocation).
En este contexto no importará tanto si se trata de activos de bonos o bolsa, como si los estilos aplicados son los adecuados en cada instante (por ejemplo, neutrales al mercado, largos-cortos en crédito, arbitrajistas, seguidores de tendencia, o simplemente si son verdaderamente flexibles en duración).
El subyacente puede pasar a un segundo plano, ya que la inversión no será unidireccional y lo primordial será la especialización por estilo(s) del equipo gestor. Todo ello se validará en un entorno de máxima liquidez, transparencia y armonización, condiciones necesarias para conseguir la citada democratización.
Sergio Miguez, director de programas de inversión alternativa en IEB