Firmas

Sí, hay alternativas a los 30 impuestazos

Adelgazar el Estado y bajar impuestos son reformas qeu todavía no se han empezado.

Después de haber presentado hace apenas unas semanas un cuadro macroeconómico terrorífico, el Gobierno parece haber puesto su máquina a trabajar para convencernos de que la subida de impuestos ha sido necesaria, totalmente necesaria, inevitable y que gracias a ella España no ha sido rescatada. Sobre el último aspecto, el rescate, discrepo totalmente, España no ha sido rescatada fundamentalmente, no únicamente quede claro, por el BCE, concretamente desde el discurso de su gobernador el verano pasado. La caída de la prima de riesgo se inicia al comentar que se abriría una compra de deuda pública a corto plazo ligada a la petición de rescate, algo que además se ha encargado de recordar varias veces. Fue desde ese momento donde la prima de riesgo comenzó a doblegarse. Por cierto, los niveles actuales, por debajo de los 300 puntos básicos, son fruto en buena medida del 'tsunami japonés' que ha provocado el aumento del balance del banco central nipón, no único pero si en buena medida.

Pero donde creo que debería ser más cuidadoso, mucho más, es al decir que no había otra alternativa a la subida de impuestos. Si, naturalmente que la había, esa alternativa era la rebaja de un elefante gigantesco, atrofiado, lleno de duplicidades e ineficaz llamada Estado. Normalmente y así lo indica el sentido común, cuando uno se pone a reestructurar una empresa o una familia por su mal estado económico se empieza siempre por las partidas de gastos, nunca se inicia partiendo de un aumento de los ingresos dado que en la economía privada eso no es posible. La economía libre y no cautiva, como somos del Estado, nos lo enseña en la primera lección. El actual Gobierno ha subido los impuestos treinta veces como muy bien se ha encargado el diario El Mundo en destacar, llevando a las familias y empresas a una presión sin precedentes. La OCDE ha señalado a España como el país que más ha subido el peso de la carga fiscal sobre los asalariados en el ejercicio 2012, ocupa el puesto 12 de 34 con mayores impuestos sobre la renta, lo cual contrasta con la tendencia registrada por los países miembros de esta organización.

Una subida de impuestos a las familias ahoga la renta disponible, la diferencia entra las rentas percibidas y los impuestos pagados, la que conforma realmente la posibilidad y disposición al consumo o al ahorro. La fuerte caída de la misma por la deflación de salarios se ve agravada por la subida de impuestos a las familias, contrae el consumo y por tanto la producción y curiosamente hace que las bases imponibles sobre la que se aplican los impuestos caigan, el famoso desestabilizador automático, unido directamente con la idea de la curva de Laffer. Si el aumento de la renta disponible es destinada a ahorro, en lugar de consumo, siempre es beneficioso, más en estos momentos pues podría permitir disminuir la deuda de las familias españolas, algo necesario si tenemos en cuenta que el apalancamiento es de casi cuatro veces. En cuanto a la subida de impuestos a las empresas, la misma perjudica a la inversión en ellas, disminuyendo el beneficio, agudiza el problema de la falta de crédito que ahoga a nuestras empresas, restando posibilidad de contratación laboral. Sí, naturalmente que hay otra alternativa y consiste en aprovechar el calendario de aumento del déficit público que nos ha dado Bruselas, llevando a cabo una reducción del Estado y una disminución de los impuestos. Por cierto, encima, la caída de los impuestos provoca el aumento de la renta disponible, del consumo, de la producción e incluso una mayor recaudación sustituyendo el desestabilizador por el estabilizador automático.

El problema es que se debía haber acometido un rápido adelgazamiento del Estado, bajando impuestos, también se debía acometer rápidamente el incremento del crédito, terminar de sanear el sistema bancario, reformar pensiones y dar una solución al mercado de la vivienda, pero es que estas reformas, algunas, ni siquiera se han iniciado.

No es Alemania quien nos ha pedido una subida de la imposición, es el no haber encarado las reformas necesarias rápidamente y en la dirección adecuada, el haber tomado la vía cómoda de subir impuestos, una actuación ya iniciada en la época Zapatero.

La subida encima ha amplificado los efectos devastadores de esta crisis sobre la economía, sobre las familias y especialmente sobre la gente que tiene una nómina, la que trabaja por cuenta ajena, son trabajadores autónomos o poseen pequeñas empresas. Alemania y el sentido común nos piden consolidación fiscal, pero se puede y además se debe consolidar recortando y bajando impuestos, el problema es si realmente se quiere acometer una reducción de un Estado monstruoso que ha crecido de forma desmesurada.

Alguien como Esperanza Aguirre que no se muerde la lengua ni trabaja la servidumbre al líder, ya ha dicho que a nuestro ministro de Hacienda le gusta subir impuestos. Hasta el momento se ha actuado de forma timorata, realmente más parches que auténticas reformas. No, no se han hecho los deberes, están por hacer y desde luego la subida de impuestos no era lo ideal, quizá lo más fácil. Además Rajoy, como el papel, parece que lo aguanta todo. Tiene la mayoría absoluta para llevar a cabo la reforma que nuestro país necesita, pero es necesario tener la convicción y el ánimo de acometerla. Había y sigue habiendo otra forma de llevar la gestión de esta crisis, en macro tres años es muy poco tiempo, en política muy corto, no tiene nada más que mirar el CIS y ver la encuesta sobre lo que opinan los ciudadanos.

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