
Si el año pasado fue reconocido como el mejor chiringuito de Málaga es por algo. Aunque, en realidad, he de decir que sí, que cuenta con unas barcas varadas y el mar de fondo, pero Las Palmeras es mucho más. Situado en el mismo Paseo Marítimo de Pedregalejo, lleva más de cuatro décadas recordándonos que la cocina no sabe de modas. Y, por este mismo motivo, desde hace unas semanas observamos este enclave más iluminado gracias al Solete Repsol, que ha recibido hace unas semanas, un distintivo que premia a aquellos destinos culinarios que, sin necesidad de formalismos, conquistan por su autenticidad, su propuesta apetecible y su ambientazo.
En esta nueva edición, centrada en los lugares donde comer bien y disfrutar del verano, Las Palmeras ha sido elegido como uno de los grandes imprescindibles de Málaga: "Que la Guía Repsol reconozca nuestro trabajo con un Solete es una alegría enorme. Significa que seguimos transmitiendo lo que somos, un lugar donde se come bien, sin pretensiones. Es una celebración del trabajo diario, que mantiene viva una cocina con raíces y con verdad", explica Enrique Murillo, tercera generación al frente del restaurante.
El mismo que continúa escribiendo su legado como guardián de la cocina malagueña tradicional. Pone en valor el producto de cercanía, el saber hacer de los antiguos espeteros y esa hospitalidad que todos buscamos cuando estamos de vacaciones. Porque que te atiendan bien incluso cuando el local está abarrotado de comensales, que se encuentran fuera de casa y quieren cada bebida y cada ración en el momento, es un plus.

Sabed, que aquí se viene a comer las recetas típicas de la cocina marenga, es decir, la tradicional marinera de Málaga. Por eso, Murillo selecciona a diario el mejor pescado y marisco de las lonjas andaluzas. El mismo que se sigue espetando con leña de olivo. Es la especialidad y más allá de las clásicas sardinas, Cristian, espetero de profesión con 20 años en el oficio perfeccionando la técnica, borda las gambas, los carabineros, el pargo, la urta, el rodaballo, el pez limón, el gallopedro e, incluso, el pulpo.
Asimismo, las frituras que tanto nos gustan son otro de sus puntos fuertes. El antojo de comer unos boquerones al limón y unos calamarcitos con una fritura tan perfecta, nos obliga a volver cada verano. Según nos cuenta Enrique, emplea un aceite de girasol siempre limpio, porque "es el que mejor aguanta las altas temperaturas de la freidora y es con el que el pescado sale con un color clarito". También, usa una harina especial con la que enharina bien cada producto para evitar los grumos, un consejo importante para que "no resulte aceitoso y sí terso, crujiente por fuera y jugoso por dentro. Pero, ojo, la sopa de marisco es sublime pa a armonizar con alguna de las 250 referencias, que descansan en la bodega en la que conviven etiquetas de pequeños productores con especial atención a los vinos generosos, espumosos y blancos, todos ideales para refrescar el paladar.
En definitiva, al llegar es importante estar atento a la pesca del día para disfrutar durante un festín en el que no deben faltar algo de concha fina, peregrinas al pil pil y las almejas de málaga salteadas. Tesoros para abrir boca junto a unas cigalas, unas quisquillas de arrastre o unas gambas de Fuengirola cocidas o a la plancha.
Cada día, una carta viva varía según el pescado del día y las recetas familiares, que aún cocina su tía en los fogones. Todas las elaboraciones llegan a la mesa tras una ejecución impecable. Sí, los espetos es la especialidad, pero también merece la pena probar el gazpachuelo, la pipirrana, los calamaritos, los boquerones adobados y las quisquillas en salmuera.
Relacionados
- Nos escapamos a Fornalutx, uno de los pueblos más bellos de Mallorca, para comer en Ritma, todo un destino gastronómico en la isla
- Delicias gourmet para el verano: imprescindibles para un picoteo refrescante tras un baño en la playa o la piscina
- Estos son los restaurantes recién llegados, cuya propuesta podrás degustar en agosto sin necesidad de reservar