Evasión

Ya la hemos visto y recomendamos esta serie de SkyShowtime con Tom Hardy, Pierce Brosnan y Helen Mirren

MobLand (o Tierra de mafiosos, en su versión en español), no es simplemente otra historia de crimen organizado. Es una epopeya contemporánea sobre el poder, la lealtad y la decadencia moral, envuelta en una puesta en escena sombría, un guion afilado y un trío interpretativo de primer orden: Tom Hardy, Pierce Brosnan y Helen Mirren. Con guion de Ronan Bennett (Top Boy) y la colaboración de Jez Butterworth, la serie aterrizó en SkyShowtime el pasado 9 de junio con diez episodios que no dan tregua al espectador.

MobLand es una serie intensa, lúcida y despiadada, que encuentra su fuerza en las grietas emocionales de sus personajes y no solo en el estruendo de sus crímenes. Es una historia de clanes, traiciones y jerarquías que, sin alejarse de los códigos del thriller mafioso, logra algo que pocas series de su género consiguen: conmover. Y eso, con este reparto y este nivel de producción, ya es motivo suficiente para recomendarla sin reservas.

La serie arranca con una escena que podría ser ya un clásico instantáneo del género: una cocina oscura donde se sellan treguas a regañadientes, seguida por una ejecución silenciosa en la planta superior de un restaurante, ejecutada con la frialdad de quien no distingue ya entre negocios y venganza. Es ahí donde conocemos al enigmático Harry De Souza (Hardy), una especie de conciliador mafioso, mitad soldado leal, mitad estratega emocionalmente erosionado, que sirve a los intereses de los Harrigan, el clan que controla gran parte del narcotráfico londinense.

Todo gira en torno al conflicto desatado por la desaparición del hijo del rival de los Harrigan, lo que amenaza con desatar una guerra abierta. Pero lo verdaderamente interesante es cómo MobLand convierte el crimen en escenario para diseccionar relaciones humanas complejas: padres e hijos atrapados entre el poder y la herida, esposas que ejercen de centinelas del pasado y jóvenes que creen estar forjando su destino cuando en realidad repiten un patrón familiar plagado de sangre.

Tom Hardy está impecable en el papel de Harry, el hombre que intenta separar sus negocios de su vida personal sin éxito. Su interpretación, contenida pero cargada de matices, sostiene buena parte del peso emocional de la serie. Pierce Brosnan, como el patriarca Conrad Harrigan, brilla en un registro que combina el encanto melancólico de un viejo caballero con la brutalidad de un capo que ha perdido la fe en el mañana. Y Helen Mirren, como Maeve Harrigan, ofrece un retrato tan elegante como escalofriante de una matriarca que sería capaz de borrar su estirpe con tal de mantener intacto su legado.

La serie se apoya visualmente en una dirección sobria pero expresiva, especialmente en los episodios firmados por Anthony Byrne, que aportan una sensibilidad visual más rica y simbólica que los firmados por el propio Guy Ritchie. Aunque se promocione con su nombre, Ritchie aquí parece más un padrino simbólico que el verdadero artífice del tono, lo que favorece una narrativa más centrada, menos caricaturesca y más efectiva que algunos de sus proyectos recientes.

MobLand no reinventa el género, pero sí lo afila. El guion evita giros innecesarios y se concentra en tramas bien estructuradas, diálogos contundentes y conflictos que resuenan por lo humanos antes que por lo espectaculares. En ese sentido, está más cerca de The Sopranos o Peaky Blinders que de las pirotecnias visuales de Gangs of London. Aquí no importa tanto quién muere, sino por qué y cómo lo digieren los que quedan vivos.

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