
El próximo viernes se cumplen 20 años de la muerte de una de las actrices más versátiles y queridas del siglo XX. El 6 de junio de 2005 fallecía en Nueva York Anne Bancroft, ganadora de un Oscar, dos Globos de Oro, tres BAFTAs, dos premios Tony, dos Emmy y reconocida en festivales internacionales como Cannes o San Sebastián. Sin embargo, su legado ha quedado indisolublemente unido a un solo personaje: la inolvidable señora Robinson de El Graduado. Hoy, dos décadas después, la recordamos no solo como la primera MILF del cine, sino como una intérprete que supo conquistar todos los escenarios posibles, desde el teatro de Broadway hasta las salas de Hollywood.
La señora Robinson: mito y maldición
En 1967, El Graduado (The Graduate), dirigida por Mike Nichols y con banda sonora de Simon & Garfunkel, se convirtió en un fenómeno cultural. La historia de Benjamin Braddock, un joven recién graduado interpretado por Dustin Hoffman, y su seducción por parte de una mujer madura y casada, la señora Robinson, cambió para siempre la manera en que el cine mostraba las relaciones intergeneracionales.

"¿Está usted intentando seducirme, señora Robinson?" es una de esas frases que han quedado grabadas en la memoria colectiva del cine. Bancroft, con tan solo 36 años (solo seis más que Hoffman), encarnó a una mujer frustrada, intensa, llena de deseos reprimidos y rebeldía. Su actuación fue tan poderosa que eclipsó el resto de su carrera. Ella misma confesó, años después, que terminó odiando al personaje por la forma en que condicionó todas sus entrevistas y papeles posteriores.
Lo irónico es que, al comienzo de su carrera, Hollywood no la veía como un símbolo sexual. Su físico -considerado "demasiado étnico" en una industria aún muy marcada por los cánones anglosajones- no encajaba con la imagen de la estrella clásica. "Demasiado italiana", decían algunos productores. Pero el tiempo le dio la razón: su sensualidad, inteligencia y presencia escénica terminaron marcando una era.

De niña del Bronx a estrella de Hollywood
Anne Bancroft nació como Anna Maria Louisa Italiano el 17 de septiembre de 1931, en el barrio del Bronx, Nueva York. Hija de inmigrantes italianos, creció rodeada de humildad y sueños. Desde pequeña supo que quería ser actriz, y su determinación la llevó a estudiar en varias escuelas de arte dramático hasta que ingresó en el prestigioso Actors Studio.
Tuvo que aprender a disimular su acento neoyorquino, pero su vocación nunca flaqueó. Comenzó su carrera en televisión y debutó en el cine en 1952 con Don't Bother to Knock (Niebla en el alma), una película protagonizada por Marilyn Monroe. En ese entonces, usaba otro nombre, impuesto por la 20th Century Fox. Fue el productor Darryl Zanuck quien le pidió que eligiera un nombre con más "gancho". Ella misma eligió Anne Bancroft: "Era el único que me sonaba digno. Todos los demás me parecían nombres de coristas", dijo años más tarde.

El teatro: su gran amor artístico
Desilusionada por una carrera cinematográfica que no despegaba, Bancroft regresó a Nueva York a mediados de los años 50. Fue una apuesta arriesgada, pero definitiva. En Broadway encontró su gran escaparate. Con Two for the Seesaw y luego The Miracle Worker (El milagro de Anna Sullivan), ganó dos premios Tony consecutivos.
La historia de Helen Keller y su profesora Anne Sullivan se llevó al cine en 1962, con Bancroft repitiendo su papel teatral. Su interpretación le valió el Oscar a la mejor actriz, aunque no acudió a la ceremonia por estar actuando en Broadway. La estatuilla la recogió Joan Crawford, en una de las anécdotas más célebres de Hollywood, que terminó por alimentar la legendaria enemistad entre Crawford y Bette Davis.
Más allá de Robinson: una carrera llena de matices
Aunque El Graduado le dio su tercera nominación al Oscar y un lugar inmortal en la historia del cine, Anne Bancroft no se limitó a ese personaje. En los años 60 y 70 trabajó con directores como John Ford (Siete mujeres), Arthur Penn, y apareció en películas como Siempre estoy sola o Paso decisivo, en la que compartió escenas memorables con Shirley MacLaine.
En 1985, obtuvo su quinta y última nominación al Oscar por Agnes de Dios, donde interpretó a la madre superiora de un convento que enfrenta un caso de embarazo misterioso. Fue una interpretación medida, intensa, que volvió a demostrar su capacidad para los papeles complejos.

Mel Brooks: su gran amor
Uno de los capítulos más entrañables de su vida fue su relación con el cineasta y humorista Mel Brooks. Se conocieron durante un ensayo de televisión en los años 60. Según Bancroft, lo primero que sintió al oír su voz fue imaginar a un galán de cine… hasta que vio que era "bajito y feúcho, pero encantador". Se casaron en 1964 y permanecieron juntos hasta su muerte. "Cada vez que oigo su llave en la puerta, sé que la fiesta va a empezar", decía ella. Juntos tuvieron un hijo, Max Brooks, hoy reconocido guionista y autor de Guerra Mundial Z.
Fue Mel Brooks quien la convenció de aceptar el papel de señora Robinson. Él conocía bien al guionista de El Graduado, Buck Henry, y supo ver el potencial del personaje. También le ofreció papeles dramáticos en películas que produjo, como El hombre elefante, dirigida por David Lynch, y 84 Charing Cross Road, donde Bancroft compartió cartel con Anthony Hopkins en una delicada historia epistolar.

La actriz que no quiso desnudarse

En El Graduado, aunque se ve un desnudo fugaz de la señora Robinson, no fue ella quien lo interpretó. Bancroft se sintió tan incómoda durante el rodaje que terminó enfermando y tuvo que ser reemplazada por una doble de cuerpo. "Pensaba que sería fácil quitarme la ropa, pero no pude. Me dio tanta ansiedad que terminé con una neumonía", confesó años después.
Ese pudor, alejado de la imagen de femme fatale que le atribuía el personaje, reflejaba su personalidad reservada, alejada de los excesos de la fama. Bancroft nunca fue una actriz de escándalos ni de portadas sensacionalistas. Prefería los escenarios, los buenos guiones y la discreción.
Últimos años y despedida
A partir de los años 90, Anne Bancroft redujo su actividad. Apareció en títulos como Malicia, A casa por vacaciones o Donde reside el amor. Su último papel relevante fue en La seductora (2001), junto a Sigourney Weaver y Jennifer Love Hewitt.
En 2004, abandonó el rodaje de Spanglish por razones de salud. Nadie supo entonces que la actriz estaba librando una batalla silenciosa contra el cáncer de útero. Su enfermedad fue mantenida en secreto por deseo expreso de ella.
Falleció el 6 de junio de 2005, a los 73 años. La noticia tomó por sorpresa incluso a sus amigos más cercanos. Aquel día, Broadway apagó sus luces en su honor. Mel Brooks no concedió entrevistas. Simplemente dijo: "Ella era mi gran amor, mi amiga, mi compañera. No hay palabras suficientes para hablar de ella".
Un legado eterno
Hoy, a 20 años de su partida, Anne Bancroft sigue viva en la memoria del cine. Es cierto que la señora Robinson se convirtió en un arquetipo, en la madre de todas las MILFs del cine, como popularizó la película American Pie décadas después. Pero sería injusto limitar a Bancroft a ese rol, por inolvidable que sea.
Fue una actriz comprometida, rigurosa, apasionada. Supo reinventarse, sortear prejuicios, y mantenerse fiel a su vocación hasta el final. Su acento del Bronx desapareció, pero no su autenticidad. Sus raíces italianas no le cerraron puertas, sino que le dieron una intensidad única. Su carrera fue una larga carta de amor al arte de interpretar.
Quizá ella lo resumió mejor que nadie en una de sus últimas entrevistas: "Todas mis películas me gustan. Algunas más que otras, claro, pero cuando acepto un papel, me comprometo con él para siempre. Son parte de mí. Son como mis hijos".
Y entre esos hijos, sin duda, la señora Robinson sigue seduciendo a generaciones enteras, con una copa en la mano, una canción de Simon & Garfunkel de fondo, y una mirada que aún perturba y fascina. Anne Bancroft fue mucho más que la primera MILF del cine. Fue una de las grandes. Una dama del escenario, del drama, del deseo. Y de la verdad. En junio de 2005, una nota de prensa informaba que la actriz había fallecido víctima de un cáncer de útero a los 73 años.
La noticia sorprendió a casi todo el mundo: el matrimonio había mantenido en secreto la enfermedad por deseo de la actriz. Pero aquel día de junio de 2005, hace ahora 20 años, las luces de Broadway se apagaron en su honor, como se hace siempre cuando se va una de las grandes.
Dónde ver sus películas
El Graduado (prime video y filmin )
La carta final (alquiler Apple)
El milagro de Ana Sullivan (Filmin y alquiler Apple)
El hombre Elefante (Filmin y Prime)
Malicia (Prime)
Agnes De Dios (Apple)
Siempre estoy sola (Filmin)
Hindenburg (Filmin)
Lipstick (Filmin)
Las seductoras (prime)
Donde reside el amor (Apple)
Sunchaser (Pluto TV)