
No hay un sitio donde Carlos Alcaraz sea más feliz que en su pueblo, El Palmar, con sus amigos de siempre, su familia y en su casa de toda la vida. En esa habitación mínima con cama de 90 en la que ya no le entran más trofeos es donde a Carlitos le sale todo el acento murciano que indica que está cómodo, en su salsa, feliz. También disfruta en las pistas de tenis, pero se complica la cosa cuando la presión se apodera de él, cuando pueden más las expectativas que genera en los demás que su propia ilusión. Complicado luchar con esos monstruos que la roban la inspiración. Y cuando su creatividad desaparece, también se esfuma su mejor tenis.
Carlos Alcaraz: A mi manera (tres capítulos que llegan a Netflix el 23 de abril, pero que nosotros ya hemos visto) es un documental valiente y sincero en el que se muestra tanto la fortaleza como los puntos débiles de un tenista que está llamado a ser el mejor de la historia. Pero ese deseo de ser una leyenda que proyecta en cada revés, a veces entra en conflicto con el chaval de 21 años que no quiere renunciar a la vida que le corresponde por edad, a divertirse con sus colegas. Difícil combinación la de un chico normal que en realidad es una bestia del tenis.

Documental 'Carlos Alcaraz: A mi manera' (Netflix).
Ese conflicto es lo que cuentan el documental. Y Alcaraz y su equipo -tiene la suerte de estar rodeado de grandes profesionales y no de palmeros- han sido muy honestos explicando que eso puede ser un problema. Que él no quiere entender el tenis como una obligación, aunque ser el más grande solo es posible con un compromiso sin tregua. Cuando Alcaraz lo ve como una imposición de los demás, pierde la sonrisa. Y para coger la raqueta con ganas, necesita estar bien consigo mismo y ser feliz fuera de pista. Así, Carlitos se enfrenta a un equilibrio complicado para que el sacrificio que requiere estar en la élite no le pase factura y para que nada ni nadie queme todas las ganas que tiene por ser el mejor.
Netflix no está dispuesta a emitir publirreportajes de nadie
Con este documental, Netflix vuelve a demostrar que no está dispuesta a emitir publirreportajes de nadie. La plataforma exige a sus protagonistas acceso único a sus vidas y sinceridad máxima para conseguir productos que cuenten algo de verdad. Esta vez lo ha vuelto a demostrar, como ya lo hizo con el documental de Aitana, por ejemplo. Los dos son las figuras más pujantes de nuestro star system -uno en el deporte y otra en la música-, y en ambos casos se exponen sin filtros, muestran sus contradicciones y enseñan sus debilidades.
Alguien podría pensar que abrir tanto las puertas les puede perjudicar, pero en realidad los hace más humanos, más cercanos, más reales. Carlitos, como Aitana, recibirá críticas, pero solo así se puede hacer un documental honesto que no pretende ser una operación de marketing para vender una vida feliz.
Relacionados
- 'Black Mirror 7' ya está en Netflix: listado de los seis capítulos, de qué van las nuevas 'pesadillas' y quiénes son sus protagonistas
- Primeras imágenes de 'La viuda negra', la esperada película de Netflix sobre Maje y el crimen de Patraix
- Crítica de 'Adolescencia' (Netflix): cuatro capítulos, cuatro planos secuencia y cuatro bofetones de realidad incómoda
- Los errores del documental de Aitana en Netflix, una operación arriesgada para borrar su imagen de cantante marioneta