La Furia ha salido refrendada del Festival de Málaga con el premio de interpretación femenina para una inmensa Ángela Cervantes. Estoy seguro que hará sonar con fuerza su nombre en todos los certámenes de premios que se aproximan a lo largo del año y del que formará parte en todas las nominaciones. La película cuenta la desgarradora historia de una joven actriz, Alex (Ángela Cervantes), que es violada brutalmente en una fiesta de Nochevieja en una habitación oscura en la que no puede ver el rostro de su agresor.
Este suceso trastocará su vida. Incapaz de verbalizarlo, terminará por contárselo a su hermano (Álex Monner), que también estaba en dicha fiesta, en busca de refugio y sobre todo de comprensión. Sin embargo, éste no reacciona como ella esperaba, incluso la cuestiona y le llega a preguntar si le ha tocado o violado. Ante esta falta de empatía, Alex reacciona con rabia y miedo y decide volcar todo su dolor en el teatro, donde va a dar vida a Medea. Este será su espacio para canalizar su ira.
La Furia está basada en una experiencia personal que sufrió su directora, Gemma Blasco, que ha dotado a la cinta de una forma inusitada para una primera obra del dolor e, insisto, de la rabia del personaje central. Una película en la que le importa y mucho hablar del miedo, del asco y, por supuesto, del sentimiento de culpa que sufren aquellos que han sido sometidos a este tipo de agresiones. Agresiones que conllevan un sentimiento de vergüenza del que es muy difícil no sólo sanar, sino salir de dicha espiral. Asimismo, nos plantea las dudas sobre si se cuenta o no se cuenta, sobre si se denuncia o no la pesadilla que acabas de sufrir, añadiendo el dolor de saber que el terrible acto ha sido cometido por alguien conocido que ha pasado de ser tu amigo a un depredador, que incluso es alguien en quien probablemente confiabas.
Lucha entre instinto y razón
A Gemma Blasco también le interesa mucho la condición humana, por ello habla de la lucha constante entre lo que llamamos instinto y la razón que nos hace cuestionarnos cómo actuar. Dejar libre a los instintos que conlleva el dolor de lo sucedido o, por el contrario, comportarnos como dicta la razón. Está claro que la cineasta quería hacer una película oscura y violenta, y sin duda lo ha conseguido. La Furia me gusta porque la narración tiene muchas capas y éstas nos llevan a los propios personajes que intervienen y que lo hacen desde dentro, permitiéndonos entrar en sus cabezas y, a través de sus acciones, llegar a entender perfectamente la historia.
Sin duda, La Furia es una película destacable y se hace un hueco en la cartelera con honores. Destacar la interpretación de todo el reparto, especialmente de Ángela Cervantes. Me quedo con las dos palabras con las que define su directora a la película: brutal y oscura.
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