
Cuando pensamos en Cataluña, por lo general, se nos vienen a la mente las grandes ciudades de Barcelona o Girona, además de su espectacular costa. No obstante, lo que no todo el mundo sabe es que esta región está repleta de pequeños pueblecitos y lugares con encanto. De entre todos ellos, hay uno que destaca especialmente por su ubicación y por la destreza que tuvieron en el pasado para construir un pueblecito en un desfiladero rocoso a 822 metros de altura. Estamos hablando de Rupit y de sus encantadoras casas de piedra, consideradas por la Organización Mundial del Turismo como uno de los pueblos más bonitos del mundo.
Un viaje al pasado
Rupit es uno de los pueblos históricos más bonitos de Cataluña y la verdad que sobran los motivos. Su altísimo muro rocoso protege a las casas que parecen asomarse al vacío y su hilera de callejuelas empedradas forma un mapa que podría decirse que es un pasaporte para viajar al pasado.
Curiosamente, el recorrido que se debe tomar para poder adentrarse en su casco histórico es precisamente una construcción moderna. Su icónico puente colgante construido en 1945 por cuatro artesanos y obreros de la zona y se ha convertido en una de esas paradas obligatorias para cualquier turista que quiera conocer la zona.

Una vez situado en su casco histórico, destaca la iglesia barroca de Sant Miquel y su altísimo campanario. Por supuesto, una de las estampas más típicas de la localidad de Rupit son sus viviendas de piedra seca y sus balcones de madera, adornados durante la mayor parte del año con geranios.
En una ubicación privilegiada
No obstante, conocer Rupit no es solo recorrer sus calles y sus casitas de piedra, también merece la pena explorar el hermoso espacio exterior que lo rodea. Es importante tener en cuenta que forma parte del Espacio Natural Protegido de Collscabra, donde abundan los bosques frondosos de robles, abedules, las cascadas y los peñascos.
Además, aunque parece un trabalenguas, su nombre oficial es Rupit i Pruit, pues el trazado municipal incluye a este segundo pueblo, ubicado a unos 2,5 km de distancia y donde también se encuentra un puñado de casitas de piedra y una pequeña iglesia, la de Sant Andreu de Pruit.

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