
Italia es un destino soñado y las razones son casi infinitas. Playas de ensueño, un pasado para recordar, cultura, arte y gastronomía. Más allá de las conocidas ciudades de Roma, Florencia, Venecia o Milán, la zona en la que aristócratas y altas cúpulas convirtieron en su oasis personal fue la Costa Amalfitana. Con olor a limón, acantilados vertiginosos y preciosos pueblecitos repletos de color, el brillo del Mediterráneo parece quedar en un segundo plano y solo se puede pensar que la 'dolce vita' debe ser justamente eso.
Aunque algunos puntos de esta zona de Italia, como Positano o Amalfi, hayan perdido parte de su esencia debido a la masificación turística, todavía es posible conocer aquello que lo hace especial en lugares como Atrani. Además de ser todo lo que podrías buscar en tus vacaciones, también es el pueblo más pequeño y más encantador de toda Italia.
Limón y 'dolce vita'
Se dice que las mejores fragancias se guardan en botes pequeños y se podría decir que algo parecido ocurre aquí. Con tan solo 0,12 kilómetros de extensión, se conoce a Atrani como un "mundo antiguo en miniatura", pero repleto de historia y con un ritmo pausado, que invita al relax y a la desconexión. Con el paso del tiempo, se ha convertido en una parada obligatoria en la ruta y lo mejor de todo es que aquí no hay grandes aglomeraciones, ni tiendas de lujo, solo pequeñas callejuelas por las que perderse y miradores en los que enamorarse.
A pesar de su pequeño tamaño, aunque pudiera parecer que aquí hay poco que hacer, nada más lejos de la realidad. Este lugar merece una visita detallada y la primera parada es la Plaza Umberto I, el corazón de Atrani. Tras ello, por supuesto su pequeña playa, perfecta para disfrutar del sol y del salitre.

Un viaje al pasado
Para conocer sus raíces hay que remontarse a la época de los romanos, ya que fue entonces cuando surgió esta pequeña localidad bajo el nombre de Atranum. Por ella han pasado todo tipo de poblaciones, desde los etruscos, griegos, franceses y hasta españoles, atraídos por su belleza.
Al recorrer sus callejuelas queda claro que fue un importante centro en la Edad Media. Ejemplo de ello es la iglesia de San Salvatore de Birecto, con sus reconocibles fachadas de color banco impoluto, su campanario y su frescos que recuerdan su pasado noble. Pero, sin duda alguna, uno de los símbolos de la ciudad de Atrani es la iglesia de Santa María Magdalena y sus vistas al mar. Este lugar es una de esas fotografías mentales que son difíciles de olvidar.

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