
Las ciudades son cada vez más las piezas claves del desarrollo general de la sociedad. En 2010, el 73 por ciento de la población de Europa vivía en núcleos urbanos; se espera que la proporción supere el 80 por ciento en 2050. En algunos países, como Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo o Suecia, la ratio será más del 90 por ciento.
Las ciudades son, además, el motor del crecimiento económico y el empleo: el 85 por ciento del PIB de la Unión Europea (UE) se genera en las ciudades. Por todo ello, muchas urbes europeas deben hacer frente a múltiples problemas causados por el transporte y el tráfico, o derivados de ellos. Aspectos cruciales, como la competitividad económica, la cohesión social y el crecimiento sostenible dependen cabalmente del sistema de transporte urbano.
La saturación de las carreteras tiene efectos económicos tangibles. Por ejemplo, la congestión en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania se tradujo, según Inrix, en un coste de casi 400 millones de euros o, lo que es lo mismo, 850 euros per cápita. El coste medio por conductor fue de 1.260 euros (EEUU), 1.099 euros (Reino Unido) y 1.168 euros (Alemania). Si bien el importe por conductor fue similar en los dos primeros, una vez se ajusta por niveles de precio, el coste por conductor en Alemania fue un 57 por mayor aún.
En su clasificación global, Arcadis y CEBR valoran positivamente a las ciudades europeas -siete de las diez primeras del ranking están ubicadas en el Viejo Continente-. Muchas de estas urbes disponen de infraestructuras sólidas y bien utilizadas (como el metro, en el caso de Londres), facilidades para el uso de la bicicleta (Ámsterdam y Copenhague) y una proporción alta de viajeros que usan el transporte público. A ello se añaden los incentivos para rebajar las emisiones, que se reflejan en un aire más limpio.
Otro factor relevante es el nivel de cobertura del sistema de transporte: cuanto más territorio deja sin servicio, mayor es el uso del transporte privado, lo que empeora el tráfico. Así, más del 50 por ciento del total de los trayectos en Tokio y Seúl emplean medios públicos. En cuanto a la reducción de emisiones, ciudades alemanas como Fráncfort, Múnich o Berlín destacan por su incentivación del transporte verde.
A los problemas derivados de la congestión hay que añadir el de la contaminación, que amenaza a un tiempo la salud de los ciudadanos y la actividad económica. La Comisión Europea señala en su informe Sustainable Urban Mobility: European Policy, Practice and Solutions, de julio de 2017, que para cumplir su objetivo de reducir entre un 80 y un 95 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el uso de combustibles fósiles en el transporte debe reducirse "significativamente". La oportunidad de primar medios que favorezcan la movilidad sostenible es, pues, evidente. Y aquí el tren puede tener un papel destacado.
Hoy en día, el transporte ferroviario es el más eficiente en términos de pasajeros-kilómetro (pkm): es decir, teniendo en cuenta el número de viajeros urbanos y la distancia que recorren en los diferentes vehículos. Su consumo específico de energía está muy por debajo de los 200 kJ/pkm (kilojulios por pkm) en todas sus variedades.
Para transportar a un individuo, un tren requiere menos de una décima parte de la energía que emplearía un coche o un avión, como explica la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC, por sus siglas francesas). Por eso, a pesar de representar un 9 por ciento de la actividad global de transporte en 2015, solo supuso el 1 por ciento de la demanda de energía asociada a esta actividad.
En la UE-28, el transporte fue responsable del 28,3 por ciento de las emisiones de CO2 en 2015 -último dato disponible-; a su vez, el transporte por carretera fue el causante mayoritario -más del 93 por ciento-, mientras que el ferroviario significó tan solo el 2,9 por ciento de las emisiones debidas al transporte. Es reseñable además que, entre 1975 y 2013, las emisiones de CO2 específicas del ferrocarril se han reducido un 63 por ciento en el caso de viajeros.
Dos ejemplos españoles
De ahí el protagonismo de Renfe en contribuir a la sostenibilidad del transporte urbano. Los casos de Madrid y Barcelona son reveladores. En el índice anual de congestión que elabora Inrix a escala global, Madrid figura en el puesto 76 (de un total 1.360) y 40 (de entre 748) de ciudades europeas en cuanto a congestión. En efecto, en la capital es la ciudad más congestionada de España: en 2017, los conductores pasaron el 13 por ciento del tiempo en un atasco, un total de 42 horas. En las horas punta, la proporción de tiempo perdido llegó al 25 por ciento.
Barcelona obtiene mejores registros: está en el puesto 213 del ranking general, y en el lugar 131 a escala europea. Aún así, los conductores pasaron el 10 por ciento de su tiempo en atascos, esto es, 28 horas en total. En las horas punta, la ratio de tiempo perdido fue, según Inrix, del 18 por ciento.
Según el Observatorio de la Movilidad Metropolitana de 2016 -publicado en 2018-, en España, los viajes por motivo de trabajo en coche y moto suponen un 63 por ciento del total. En Madrid, la proporción es del 44,6 por ciento (2014), y en Barcelona, del 51,5 por ciento.
Los datos subrayan la aportación de Renfe a la estrategia por la movilidad sostenible, y el margen actual de mejora. Su servicio de Cercanías mueve cada día en Madrid a más de 900.000 viajeros en más de 1.300 circulaciones. La red discurre por toda la Comunidad de Madrid, dando servicio a la ciudad y a los municipios del extrarradio, pero también a otros puntos de comunidades limítrofes (Guadalajara, Ávila, Segovia).
En el cómputo global de 2017, Cercanías Madrid transportó a 241,7 millones de viajeros -lo que supone un incremento de casi el 4 por ciento con respecto al año anterior-. Cada hora circulan en Cercanías Madrid 67 trenes de media. En hora punta, la cifra llega a 370 trenes a la hora.
Para poner un ejemplo: cada dos minutos pasa un tren por el eje Recoletos/Castellana (por los túneles de Sol y Recoletos. En hora punta, con los trenes llenos, en cada convoy pueden viajar entre 800 y 900 viajeros. Las estaciones con mayor movimiento de viajeros son, por este orden, Atocha Cercanías, Nuevos Ministerios, Sol y Chamartín.
Los trenes de Cercanías en Madrid recorren al día 67.000 kilómetros, por una red de casi 360 kilómetros. Y, como el tiempo es oro, la puntualidad es otra variable importante. Con un 96 por ciento, Renfe supera ampliamente el desempeño de otras ciudades europeas. El servicio goza además de un grado de aceptación notable: la última encuesta de calidad puntúa al servicio de Cercanías Madrid con un 7,33 sobre 10.
En Barcelona, el servicio de Rodalies mueve un total de 113,5 millones de viajeros al año, tras anotarse un crecimiento del 4,8 por ciento -lo que supone la incorporación de más de cinco millones de clientes-. En los últimos cinco años se han recuperado más de ocho millones de clientes.
La compañía transporta aproximadamenta a 370.000 pasajeros de media en día laborable. Cuenta con seis líneas, que cubren 552 kilómetros, por los que discurren 820 trenes diarios, que llegan a un total de 122 estaciones. La puntualidad es del 94 por ciento. Las estaciones con más tráfico son Sants (89.654 viajeros diarios), Plaça de Catalunya (62.631) y Passeig de Gràcia (34.299).
Además, durante el último año, Renfe continúa desarrollando el plan de mejora de accesibilidad en estaciones de cercanías de Barcelona, con una inversión prevista de 100 millones de euros, que afectará, entre otras terminales, a Granollers Centre, Sabadell Centre, Sant Pol de Mar, Mollet Santa Rosa, San Miguel de Gonteres o Lavern-Subirats.
Adicionalmente a las obras de accesibilidad, Renfe ha ejecutado actuaciones que han permitido mejorar los sistemas de información a estas estaciones mediante un nuevo sistema de teleindicadores y megafonía centralizada (son ejemplos Martorell, Vilafranca del Penedès, Arco triunfo, L'Hospitalet de Llobregat o Granollers Centre).
La sostenibilidad también tiene que ver con hacer accesible el transporte a un número mayor de personas, y especialmente a aquellas con dificultades. Por ello, Renfe se han ejecutado trabajos en 22 unidades de la serie 447, que ya son accesibles para las personas con movilidad reducida.
Ciudades más verdes
Las emisiones de CO2 evitadas en 2016 por Cercanías Madrid fueron de 348.901 toneladas, mientras que el consumo energético evitado en 2016 fue de 56.036 teps (toneladas equivalentes de petróleo). Así, los trenes de Cercanías habrían evitado la circulación de 114 millones de viajes en automóvil en las carreteras del área metropolitana de Madrid. Otras ventajas: eliminación de emisiones de otros contaminantes atmosféricos, como los óxidos de nitrógeno y las partículas al tratarse de servicios ferroviarios 100 por cien electrificados.
La contribución al ahorro monetario por costes externos de los servicios de Renfe está encabezada por los servicios de Alta Velocidad-Larga Distancia (717 millones de euros) y Cercanías en toda España (520 millones de euros).
En líneas generales, el uso del ferrocarril ha evitado la emisión por transporte en España de más de 12,9 millones de toneladas de CO2, y un ahorro energético superior a las 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo.
Otra ventaja notable del transporte ferroviario estriba en el hecho de que el 89 por ciento del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por vías electrificadas, por lo que está parcialmente descarbonizado con relación al actual mix eléctrico (53 por ciento sin emisiones y 33 por ciento renovables).
La empresa ha reducido su huella de carbono un 56 por ciento desde 1990, y mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un acuerdo con Adif en diferentes áreas, como la mejora de las prácticas de consumo y el ahorro de energía, o el estudio de la tracción mediante gas natural licuado y las pilas de hidrógeno como posibles sustitutos del combustible fósil.