
El éxito del transporte aéreo es un reflejo de la prosperidad global alcanzada en las últimas décadas. El año pasado, las aerolíneas de acercaron a personas de todo el mundo a través de más de 22.000 rutas; al mismo tiempo, el transporte de mercancías por avión sostuvo un tercio del valor de todo el comercio internacional, generó 65 millones de trabajos y aportó 2,5 billones de euros al PIB mundial.
Este crecimiento de la actividad, no obstante, se ha traducido en un impacto ambiental apreciable: hoy, el transporte aéreo representa entre el 2 y 3% de las emisiones de CO2 procedentes causadas por el hombre, y cerca del 14% del total de las derivadas del transporte. Como uno de los líderes de industria aeroespacial y líder del sector en Europa, Airbus trabaja cada día para minimizar dicho impacto apostando por la innovación.
"Nuestro mayor desafío es conquistar las consecuencias de nuestro propio éxito, cumpliendo nuestros compromisos medioambientales"
Desde la aparición de Airbus, hace 50 años, sus aviones no parecen haber alterado mucho su apariencia externa; sin embargo, son un 75% más silenciosos, emiten un 80% menos de CO2 por asiento y kilómetro y un 90% menos de NOx (óxidos de nitrógeno). Las sucesivas mejoras desarrolladas por la industria han permitido evitar la emisión a la atmósfera de 10.000 millones de toneladas de dióxido de carbono desde 1990. Es el fruto de una inversión de casi 1 billón de euros.
En Airbus son conscientes de que aún queda mucho por hacer. "Nuestro mayor desafío es conquistar las consecuencias de nuestro propio éxito -aseguran desde la compañía-, cumpliendo nuestros compromisos medioambientales. Se lo debemos a las generaciones futuras".
A la vanguardia del cambio
Hay que recordar que Airbus fue el primer fabricante aeroespacial en certificar con la norma ISO 14001 todas sus plantas, productos y servicios, y en 2005 fue pionera asimismo en desarrollar un estándar para la gestión de los aparatos al final de su vida útil. En 2008, la compañía suscribió los objetivos de la Air Transport Action Group (ATAG), que fijan para 2050 una reducción de las emisiones de CO2 del 50% respecto a 2005 y una mejora de la eficiencia en el uso del combustible del 1,5% anual para el conjunto de la flota global, en línea con los objetivos fijados por el Acuerdo de París.
Los esfuerzos de la compañía por reducir su huella industrial se han traducido en una disminución del 50% en el consumo de energía y de agua, así como en la producción de emisiones, residuos y de un 60% en los compuestos orgánicos volátiles (COV) desde 2006.
Airbus está integrada en varias organizaciones y acuerdos por un desarrollo sostenible
La multinacional es también parte del acuerdo suscrito en 2016 en el marco de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que compromete a la industria de la aviación, a los Gobiernos y la sociedad civil a trabajar conjuntamente para aplicar la primera medida a nivel mundial para compensar las emisiones de CO2 derivadas del tráfico aéreo a partir de 2020. A través de su participación en la iniciativa Corsia, trabaja en el desarrollo del primer plan global de compensación de emisiones para lograr un crecimiento del sector neutro en carbono de 2020 en adelante.
Asimismo, la compañía es miembro fundador de IAEG, el International Aerospace Environmental Group, que desde 2011 promueve estándares globales sobre declaración de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), manipulación de sustancias y tecnologías de sustitución.
Flotas cada vez más eficientes
Mejorar el rendimiento del fuel es una de las prioridades de Airbus, dado que por cada tonelada de combustible que se ahorra se evita la emisión de más de tres toneladas de CO2. En consecuencia, la compañía invierte más de 2.000 millones de euros cada año para mejorar la eficiencia de sus aparatos. Los resultados de esta estrategia se han plasmado en algunos de los aviones más eficaces del mercado.
Así, el A380 consume un 51% menos por asiento y emite un 40% menos de CO2 respecto a la anterior generación, mientras que sus emisiones de NOx son un 25% menores que las que fija la OACI. Los A350 XWB brindan una reducción del 25% en el consumo de fuel y una mejora equivalente de las emisiones de dióxido de nitrógeno respecto de la generación a la que reemplaza. El aumento de la eficiencia del A330neo es equivalente.
Las mejoras son sustanciales también en sus aparatos de pasillo único. El A320neo recorta un 20% en el consumo de combustible respecto a la anterior generación, y casi un 50% el ruido. El A220, por su parte, baja un 20% las emisiones de CO2 por pasajero, mientras que sus emisiones de NOx son un 50% menores que los estándares internacionales.
La empresa estudia sistemas de propulsión eléctricos híbridos que permitan reducir el impacto ambiental
Al mismo tiempo, Airbus impulsa el desarrollo de combustibles alternativos sostenibles actuando como catalizador en los procesos de certificación, vuelos de prueba, asociaciones. A más largo plazo, la compañía estudia alternativas de cero emisiones al queroseno, como combustibles sintéticos basados en el hidrógeno: en septiembre de 2018, Airbus se convirtió en la primera empresa de su sector en ingresar al Hydrogen Council.
Paralelamente se estudian sistemas de propulsión eléctricos híbridos que permitan reducir el impacto ambiental derivado del crecimiento del tráfico aéreo, que tiende a duplicarse cada 15-20 años. Desde 2010, Airbus desarrolla, construye y testea este tipo de sistemas, que incluyen el primer Cri-Cri eléctrico cuatrimotor -un pequeño avión monoplaza- y el demostrador de vuelo eléctrico E-Fan X, en colaboración con Rolls-Royce.
Es importante recalcar que estos demostradores no son simuladores, sino aparatos reales que Airbus desarrolla y construye para hacer pruebas. Aparte del Cri-Cri, en el porfolio de Airbus destacan los vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (eVTOL) Vahana y CityAirbus, y el seudosatélite no tripulado Zephyr: este vehículo aéreo, que funciona con energía solar, batió el récord absoluto de duración de un vuelo en 2018, tras más de 14 días en el aire.
La innovación sigue su curso en la investigación de materiales novedosos más ligeros y de menor huella ambiental. El proyecto Bionic Partition, en el que colabora con Autodesk, permitió a Airbus fabricar una parte de la cabina de su A320 mediante impresión 3D -el mayor componente del mundo de estas características-: el resultado ha sido un 45% menos de peso y un ahorro de 10 toneladas de CO2 anuales por aparato.
Tecnologías de futuro
Este mes, la compañía presentó fello'fly, un proyecto con busca demostrar la viabilidad técnica y comercial de que dos aviones vuelen juntos en trayectos de largo radio: se trata de que uno de los aparatos vuele en la estela que deja el que lo precede, lo que podría reducir entre un 5 y un 10% el consumo de fuel por viaje y, por tanto, bajar las emisiones.
La colaboración tecnológica con socios de todo el mundo constituye de hecho una amplia avenida de experimentación para Airbus. Destaca la iniciativa Clean Sky Programme, donde Airbus lidera el desarrollo de demostradores de vuelo como el Ultra Fan, ya citado. También en el marco de Clean Sky, Airbus ha desarrollado el proyecto Blade: Mediante la modificación de la forma, los materiales -empleando plástico reforzado con fibra de carbono- y la superficie de las alas, con Blade Airbus busca reducir la fricción un 50% y las emisiones de CO2 un 5%.
En el marco de Clean Sky, sobresale asimismo el proyecto Racer (Rapid And Cost-Effective Rotorcraft), un helicóptero demostrador de alta velocidad. Este aparato se sitúa entre los helicópteros tradicionales y las aeronaves de alas fijas, con capacidad para despegar y aterrizar verticalmente.
Además de las innovaciones en la producción y diseño de aeronaves, Airbus trabaja en la mejora de la gestión del tráfico aéreo, que implican la reducción de un 10% en las emisiones de CO2 por vuelo. Adicionalmente, la compañía cuenta con 27 satélites con los que monitorea el clima, que acumulan conjuntamente 200 años de tiempo en órbita. A una distancia de 800 kilómetros de la atmósfera, Copernicus y Starling vigilan aspectos como la composición química de la atmósfera, el agujero de la capa de ozono y la gestión sostenible de los bosques.