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La actividad de Perú, en jaque por las medidas de contención del coronavirus

  • El Gobierno de martín Vizcarra ha aplicado estímulos por valor del 12% del PIB
  • Los primeros sectores en reanudar la actividad serían minería e industria
Palacio de Gobierno de Perú. Foto: Dreasmtime.

Perú esperaba que el 2020 fuera un año de crecimiento sostenido y recuperación económica tras un 2019 de estancamiento y de una crisis política generada entre el Poder Ejecutivo y Legislativo. Conforme avanzaron los meses los problemas políticos se superaron y se abrían nuevas posibilidades para la economía peruana.

Así, las proyecciones optimistas eran de 4% de crecimiento, después de un año, 2019, en el que el avance del PIB fue apenas de 2,9%, la cifra más baja en diez años, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

En resumen, 2020 asomaba como un año de avance cuya base sería la producción minera y un aumento el gasto público además de una renovada confianza empresarial lo que hacía suponer que vendría una etapa de crecimiento, a pesar del contexto general de estancamiento en América Latina.

Sin embargo, la aparición del coronavirus (y la enfermedad COVID-19) en China, hasta convertirse en una pandemia global, hizo que las perspectivas de Perú cambiaran abruptamente cuando se reportó en marzo su primer caso y el presidente Martín Vizcarra declaró el estado de emergencia. El país se enfrentaba a un enemigo sorpresivo, desconocido y ante el cual hasta ahora no tiene una cura a corto plazo.

Las políticas económicas adoptadas desde los 90 han generado recursos que ahora se movilizan para combatir la pandemia

La rápida expansión de esta enfermedad hizo que el Gobierno declarara una cuarentena nacional y una paralización de casi todas las actividades económicas del país, un "primer martillazo" -en palabras del propio Vizcarra- que evitó un mayor número de contagiados pero que frenó súbitamente el aparato productivo.

Las consecuencias han sido notorias: fábricas paralizadas, aeropuertos cerrados y asentamientos mineros inactivos, lo que se traduce en que el 44% la actividad económica del país cerró. Resultado de todo esto es que el pronóstico para 2020 es una contracción del PIB peruano del 4,7, según el Banco Mundial (BM).

Entre los sectores más afectados por la paralización económica se encuentran el sector minero, la construcción, los servicios, el comercio y el turismo, cuyas actividades son la base del crecimiento del país y del empleo formal. Así, la paralización económica y la nueva normalidad que debe evitar la aglomeración de las personas ha traído un aumento del desempleo, una quiebra masiva de negocios pequeños y un retraimiento en el consumo.

Tal como menciona un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 66% de peruanos manifestó que perdió su trabajo y un 70% de pequeños negocios cerraron. Si a esto le sumamos que el 70% de los peruanos están en la economía informal el riesgo de miles caigan en la pobreza es alto.

Ya el presidente Martín Vizcarra declaró que el efecto del coronavirus en la economía peruana podría ser la peor crisis económica de su historia, mientras que organismos internacionales ya hablan de una "década pérdida" para toda Latinoamérica.

Ante la inminencia de una recesión económica, el Gobierno peruano inmediatamente empezó a tomar medidas para frenar la crisis, recurriendo a los activos generados durante la época de bonanza y disciplina fiscal que hubo en las últimas décadas.

Recuperación económica

El Poder Ejecutivo ha implementado medidas de recuperación económica que consisten en inyectar 23.600 millones de euros (26.000 millones de dólares, es decir, el 12% del PIB) destinados a aumentar el gasto social y a dar estímulos a las empresas para no que quiebren. El plan se ha considerado uno de los más ambiciosos de América Latina. Las medidas apuntan a evitar la ruptura de la cadena de pagos con medidas como: subsidios de 35% a las planillas de empresas, el Fondo de Apoyo Empresarial a la Mype -orientado a compañías micro y pequeñas-, la flexibilización de las relaciones laborales, subsidios directos a familias vulnerables, la liberación de fondos privados de pensiones, suspensión de cobros de servicios como electricidad, entre otras.

Así, en menos de dos meses el Perú dejó el liberalismo económico ortodoxo que caracterizaba a un aumento de la intervención estatal en la economía, que ahora ya no es mal visto por los analistas, sino que se estima algo necesario, aunque eso signifique un aumento del déficit fiscal.

Incluso medidas aprobadas por el nuevo Congreso, como liberar el 25% de los fondos privados de pensiones, que, si bien en un principio causaron las críticas de diferentes sectores empresariales, sí había confianza en que el Ejecutivo tomaría medidas de contención.

Otra acción considerada exitosa fue la venta de unos 2.700 millones de euros (3.000 millones de dólares) en bonos soberanos en el mercado internacional para financiar el plan contra la pandemia, que además mostró la confianza de los agentes internacionales en la solidez de la economía peruana.

Como resultado de esto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha colocado al Perú entre los países de América Latina con capacidad de recuperarse más rápido y estimando un crecimiento de 5% en el mejor de los casos para el 2021.

Economía pos-COVID-19

Ya el Gobierno anunció que la reactivación económica se realizará gradualmente y que en el mejor de los escenarios habrá un 70% de actividades funcionando en los próximos meses, con lo cual se podría evitar una crisis mayor.

De esta manera, los primeros sectores en reanudar sus actividades serán: minería, industria, construcción, servicios y comercio. De este grupo, se espera que la gran minería, la pesca industrial y los proyectos de construcción del Plan Nacional de Infraestructura sean los que lideren el crecimiento por unos meses.

La velocidad con la que se reactivarán estos sectores dependerá de los protocolos sanitarios que establezcan las autoridades de salud y del factor contagio que estará presente siempre hasta que no se descubra una vacuna.

Por otro lado, hay dilemas reales, como que una reactivación económica apresurada en un momento en que aún no se ha reducido la expansión del virus pueda provocar que suba el número de contagiados. Vale recordar que Perú es el segundo país después de Brasil con más casos confirmados (más de 90.000) en América Latina.

Otro escenario posible es que haya una segunda ola de coronavirus que disemine más la enfermedad y que implique nuevamente el cierre de las actividades sociales y económicas, tal como ocurre en otros países que relajaron las medidas de aislamiento.

El modelo económico peruano deberá repensar su enfoque en medidas sociales después de la pandemia

Por otro lado, Perú también enfrentará un entorno internacional adverso, donde, si bien habrá demanda de materias primas, su costo sería menor. Por ejemplo, se proyecta que el precio del cobre llegue a 2,85 dólares la libra, según estimó BBVA Research.

Ante este escenario, los especialistas ven que el crecimiento será en el mejor de los casos el segundo semestre del año para luego repuntar en el 2021. Definitivamente del 2020 solo se puede esperar que sea un año perdido.

Con esta situación, se espera que la inversión pública se incremente y que ahora la prioridad serán sectores como salud, educación o proyectos de infraestructura pendientes. Pues si hay una lección de esta crisis es que el modelo peruano acumuló riquezas las últimas décadas, pero la salud o las políticas sociales siempre fueron temas secundarios que pudieron ubicar al país en una posición mejor.

La crisis generada por el coronavirus está poniendo a prueba la política económica implantada desde la década de los 90, ahora los líderes que defienden este modelo deberán mostrar flexibilidad y adaptación ante un escenario incierto. Las recetas que antes sirvieron ahora tendrán que cambiar ante el comportamiento desconocido de un virus.

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