
La Comisión Europea plantea prolongar la esperanza de vida de la mayoría de las centrales nucleares en la UE más allá de los 40 años previstos originalmente. Dependiendo de la tecnología y la edad de los reactores, indica que los reguladores nacionales asumen que operarán de 10 a 20 años más de lo previsto. Estas extensiones exigirán invertir de 45.000 a 50.000 millones de euros hasta mediados de siglo.
La Comisión publicó ayer una Comunicación sobre el Programa Ilustrativo Nuclear (PINC, por sus siglas en inglés) que expone sus previsiones sobre la evolución de la tecnología del átomo en la UE durante las próximas décadas.
El documento, de carácter periódico, es el primero que se publica después del desastre de Fukushima -el anterior es de 2008- y por primera vez aparecen estimaciones de costes e inversiones. elEconomista tuvo acceso a un borrador del documento y son pocos los cambios experimentados en la versión final: el lenguaje se ha suavizado -la industria se molestó por el tono frío y distante del borrador- y algunas estimaciones económicas se han rebajado ligeramente.
Bruselas calcula que hasta el año 2050 la UE tendrá que invertir de 650.000 a 760.000 millones de dólares en la tecnología nuclear, casi el 20% de la inversión total prevista en energía, incluyendo la construcción de nuevas centrales atómicas, el tratamiento y almacenamiento del combustible nuclear gastado y la prolongación de la esperanza de vida de las centrales existentes.
La mayoría cerraría en 2030
En la actualidad, en la UE hay 129 reactores en operación en 14 Estados miembro, con una vida media cercana a los 30 años, que cubren un 27% de la demanda eléctrica de los 28. Si no se prolonga su esperanza de vida, el 90% cerrará hacia 2030.
La Comisión indica que para que las centrales puedan alargar su vida de diseño original, habitualmente de 40 años, los operadores deben centrarse en dos cosas: demostrar que cumplen la normativa y mejorar su seguridad. También apunta que la mayoría de los reguladores aspira a alargar su vida útil de 10 a 20 años, lo que exigirá la inversión de 45.000 a 50.000 millones.
Partiendo de esa premisa, estima que la potencia atómica en la UE se reducirá hasta 2025, como resultado de los planes de cierre en algunos Estados, como Alemania y Francia. Sin embargo, después de 2030 se revertirá esa tendencia, por las extensiones de vida útil y la construcción de nuevas plantas: la potencia debería estabilizarse en una horquilla de 95 a 105 GW, cubriendo alrededor del 20% de la demanda eléctrica en 2050.
En España hay un fuerte debate sobre la prolongación de la esperanza de vida de las nucleares; los partidos de izquierdas quieren cerrarlas al cumplir 40 años.