
Entre acuerdos comerciales y anuncios de todo tipo, una noticia ha pasado bajo el radar. Trump le ha quitado los 'grilletes petroleros' a Venezuela. Lo que era un rumor ha recibido la confirmación por parte del mismo Nicolás Maduro. El líder caribeño ha confirmado la semana pasada que Chevron ha recibido luz verde por parte de la Casa Blanca para seguir con sus operaciones en el país. De acuerdo con la agencia Reuters, Washington está preparando nuevas autorizaciones a socios clave de la estatal venezolana PDVSA, que incluyen también a empresas europeas, para permitirles operar con ciertas limitaciones en la nación sancionada.
EEUU lanzó una andanada de sanciones a Venezuela en 2019 que impedían cualquier clase de comercio con su industria petrolera. Estas sanciones se ampliaron en 2019 ante el cierre de la asamblea legislativa por parte de Maduro en lo que se definió como un golpe de estado. En resumen, las medidas de EEUU impiden cualquier transacción con Venezuela bajo amenaza de sanción a las mismas y por tanto la presencia empresarial en el país.
Trump ordenó a Chevron en abril detener las exportaciones de petróleo desde este país. Durante la época de las sanciones Joe Biden permitió que algunas firmas como Repsol, Maurel & Prom y la propia Chevron recibiesen licencias especiales con las que operar en el país. Estos permisos se cayeron en un choque geopolítico que terminó en drama con Trump quitándoles este permiso. Con su petrolera estatal quebrada y sin capacidad para acceder a productos básicos para tratar su materia prima, esta situación condenaba el ascenso del petróleo venezolano, que lleva ya un tiempo tratando de lograr un renacer. Chevron es responsable del 25% del crudo venezolano y Repsol y Maurel de otro 4%, su capacidad de invertir para poner en marcha nuevos pozos es la clave del despertar de Venezuela.
Es por ello que la medida resulta tan clave. El país latinoamericano logró en 2024 extender el repunte de su PIB un 9% tras años muy oscuros. Todo esto gracias a la conquista del millón de barriles diarios de producción que se logró en el arranque de 2025… aunque desde entonces la dinámica estaba totalmente estancada. Tras los mínimos históricos de 350.000 barriles diarios en 2020, cuando Venezuela, el país con más reservas del mundo, ganaba más dinero por las remesas de sus ciudadanos en el extranjero que por crudo, la situación está cambiando bastante. En 2023, todavía bombeaba solo 730.000 barriles diarios y desde entonces ha empezado un ascenso imparable cuyo gran protagonista ha sido Chevron y las sanciones más relajadas, pero que ya se ha parado por completo.
La recuperación de Venezuela es uno de los cisnes negros que están presenten en el mercado. Sin embargo, la política y años de destrucción económica tienen un peso decisivo. El país caribeño solo puede producir a través de su empresa estatal, PDVSA o con consorcios en los que ella forme parte. Es por ello que una empresa estatal casi quebrada y altamente endeudada (sin capacidad de financiar proyectos) es un lastre casi total y solo el sector privado es capaz de empujar los proyectos.
Si bien los analistas difieren de las cifras oficiales y apuntan a unos 800.000 barriles (el resto vendrían de reexportaciones) las licencias marcan una diferencia abismal. Si bien PDVSA puede mantener en parte los proyectos actuales, con el tiempo estarían condenados a ir viendo caer la producción hasta niveles de 2021. El motivo es múltiple pero, pese a que Venezuela tiene las mayores reservas probadas del planeta, este es pesado y tiene que pasar varios procesos para poder utilizarse. La nación apenas tiene medios para tratar su propio petróleo con disolventes, que en su mayoría traen las empresas de EEUU y Europa. Aunque ha intentado encontrar alternativas en mercados que ignoran las sanciones como China, Irán o Rusia, no lo ha conseguido.
"Si el suministro de crudo venezolano a EEUU disminuye en 200.000 barriles diarios en 2025, el Golfo de México se enfrentaría a una grave escasez de crudo pesado"
Sin embargo, este es un camino de dos direcciones. Desde Kpler explican que EEUU tienen una enorme capacidad de refinería que necesita que Venezuela vuelva a la acción. "Si el suministro de crudo venezolano a EEUU disminuye en 200.000 barriles diarios (sus cálculos por el fin de las licencias) en 2025, el Golfo de México se enfrentaría a una grave escasez de crudo pesado. Este déficit se vería agravado por la limitada disponibilidad de crudo mexicano (debido a la menor producción y al aumento de la demanda interna)". Estas circunstancias "podrían generar una demanda de reabastecimiento de entre 200.000 y 500.000 barriles diarios para las refinerías estadounidenses, ya que los grados de Colombia o Ecuador solo podrían reponer parcialmente estos volúmenes.
Francisco Monaldi, director del programa de Energía en Baker Institute explica en declaraciones a elEconomista.es que "si Chevron recibe la licencia, otras empresas como Eni y Repsol probablemente la seguirán. Habría que ver los detalles de cómo funcionaría la licencia. Sería probablemente algo parecido a lo que tenían anteriormente". En consecuencia "el gobierno sería remunerado y las empresas recibirían rentabilidad. La licencia presumiblemente será una licencia específica privada y no conoceremos exactamente todos los detalles. Estaríamos hablando de que Chevron volvería a operar y tener control de las exportaciones".
Venezuela sigue en crisis
Según sus cálculos esto permitiría "cambiar el panorama y que se de un aumento de hasta 100.000 barriles diarios". Monaldi defiende que "con la licencia se volvería a recuperar la trayectoria de incremento de inversión y producción y se acabaría con el estancamiento e incluso declinación de la producción". Señala como motivo la falta de diluyentes y químicos para tratar el petróleo.
"La clave de estas empresas no es solo la producción en sí misma sino que Chevron, Repsol y Maurel & Prom podían traer diluyentes a Venezuela". El experto explica que cuando se suspendieron las licencias solo llegaba "un cargamento de diluyente frente a los 60-80 que venía desde EEUU y Europa" Además Monaldi explica que esto es un elemento clave para salvar la economía venezolana no solo por el petróleo y sus ingresos en sí mismos, sino porque forzar a grandes empresas a estas operaciones provoca un intercambio cambiario bolívar-dólar, que insufla vida a una economía que tiene escasez de divisas.
En lo que va de año el valor del dólar frente al bolívar se ha duplicado. La situación pese a estar mejorando todavía es totalmente crítica con un 26% de inflación mensual en mayo de 2025, motivada por una devaluación de la moneda. El FMI proyecta una inflación en 2025 del 180%. Si bien esto está mejor que los casos totalmente históricos que se vivieron en el país con subidas superiores al 2.300% en 2020 y al 1.588% en 2021, la situación todavía sigue siendo muy delicada.
Pese a que las subidas en el PIB puedan engañar, estamos hablando de un país que la década pasada perdió un 80% de su PIB real, una destrucción económica sin precedentes para una nación con esas reservas de un producto tan valorado como el crudo (y sin agotarse). El país necesita el petróleo para salir de la crisis incesante. De momento el retorno de las licencias garantiza que se mantiene la trayectoria moderada que reinaba hasta ese momento.