Energía

S&P alerta de tensiones en los 'ratings' de las energéticas por el superciclo de inversión

  • La agencia teme que se comprometa la solvencia del sistema sin apoyos claros de los estados
Tendidos eléctricos

S&P, la agencia de calificación crediticia, ha alertado de las tensiones que puede provocar en la calificación crediticias de las eléctricas el superciclo inversor que requiere Europa para afrontar la transición energética.

El informe advierte de que el esfuerzo por integrar renovables, reforzar infraestructuras envejecidas y evitar apagones se traduce en un "superciclo" de inversión superior a los 100.000 millones de euros anuales, que incrementa la deuda, erosiona los flujos de caja libres y presiona las calificaciones crediticias a la baja.

La inversión en redes está creciendo muy por encima de las previsiones de la Comisión Europea, con algunos operadores multiplicando por 5 e incluso 7 su capex respecto al ejercicio de 2022.

España, Alemania, Reino Unido, y Países Bajos figuran entre los países más expuestos, debido a la necesidad de gestionar la rápida entrada de energía renovable para evitar los cuellos de botella que ya se están dando.

La electrificación proyectada para 2040 podría incrementar la demanda en más del 30%, impulsada por el transporte, la calefacción y los centros de datos, pero la falta de almacenamiento y la lentitud en el despliegue de baterías aumentan dichos riesgos.

Para S&P, Europa parte desde una capacidad muy baja, sin una base industrial sólida ni marcos regulatorios suficientemente favorables. Alemania, pese a su liderazgo renovable, ha reconocido la necesidad de un "reality check" en política energética, ante el desfase entre el crecimiento de la generación renovable y la evolución de la red.

España, con una penetración renovable prevista del 67% en 2026, también afronta graves retos. La interconexión con Francia es escasa (2,7% de ratio frente al 15% mínimo de la UE), el almacenamiento apenas roza los 3 GW frente a los 22,5 GW previstos para 2030 y la inversión en redes ha sido históricamente inferior a la media europea y el apagón ibérico de abril ha evidenciado estas debilidades.

El despliegue de baterías se ve como esencial, pero Europa avanza lentamente: en 2024 instaló solo 4 GW frente a los 10 GW en EE.UU. o los 36 GW de China. España, con la mayor flota de fotovoltaica, apenas sumó 250 MWh de almacenamiento en 2024. La clave está en marcos regulatorios más coherentes, incentivos claros y exigencias técnicas más estrictas para la conexión de nueva capacidad.

Las tensiones financieras son evidentes: los flujos de caja negativos se extienden más allá de Alemania y Benelux, generalizándose en Europa. El endeudamiento se intensifica y el espacio para las ventas de activos es limitado, lo que lleva a apostar por emisiones híbridas y ampliaciones de capital. La emisión de equity es aún escasa (solo 10.000 millones desde 2015 en Alemania frente a los 130.000 millones necesarios).

La debilidad financiera se agrava además por los largos plazos de ejecución y los compromisos anticipados con proveedores.

Por este motivo, no resulta extraño que la agencia avise de que podrían producirse nuevas rebajas de calificación. España y Portugal presentan marcos regulatorios menos favorables dentro de Europa occidental, y la rentabilidad regulada está muy por debajo de la media de Norteamérica.

Para S&P, la respuesta de los gobiernos será clave. Mientras Países Bajos ha intervenido con apoyo directo a sus redes, Alemania se muestra más reticente así que de nuevo será la capacidad fiscal nacional la que determine la reacción política.

Las inversiones son imprescindibles, pero su impacto financiero es notable y podría comprometer la solvencia del sistema si no se acompaña de reformas profundas y respaldo público suficiente, según S&P. El apagón español lo ha puesto claramente de manifiesto.

La agencia pone bajo revisión negativa a Redeia

S&P ha colocado bajo revisión negativa a Redeia desde el pasado 26 de junio. El apagón en la Península Ibérica del 28 al 29 de abril de 2025 podría afectar la calidad crediticia ya que refuerza la relevancia del gasto de capital para el fortalecimiento de la red, incluso a medida que crecen las interconexiones y los generadores comienzan a aumentar la capacidad de las baterías conectadas a la red.

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